Aunque se diga, con razón, que Javier Milei copia la coreografía de Donald Trump e imita al presidente estadounidense en prácticamente todas sus decisiones geopolíticas, en Norteamérica también espían al libertario. Los recortes de presupuesto y los despidos en organismos emblemáticos como la NASA o los Institutos Nacionales de Salud (NIH) despiertan movilizaciones en Nueva York, Boston, Washington y Chicago. Por estos días, miles de científicos se vuelcan a las calles con carteles del estilo: “En la ciencia confiamos”; “Este país se construyó sobre la ciencia”; o “Financiemos la ciencia, no a los multimillonarios”. El principal temor, expresan los investigadores en medios internacionales, es que gracias a estas políticas EEUU deje de ser el líder mundial en la producción de conocimiento.

Los argumentos oficiales para promover el desmantelamiento en ambos países son los mismos: sostener una política de déficit cero, lograr eficiencia gubernamental, disminuir la carga burocrática y conseguir la transparencia. Ambos, como espejo, sostienen el mismo discurso: mientras que Milei dice que quiere que Argentina se convierta en un “polo regional de IA”, Trump asegura que EE.UU. “plantará la bandera en Marte o incluso más allá”. ¿Cómo se logran dichos propósitos si no es con ciencia y tecnología de punta? Lo que aún significa más: ¿de qué manera lo harán si despiden a profesionales con años de trayectoria y desguazan a los organismos encargados de llevar adelante esos proyectos?

La respuesta puede intuirse: a través de los privados. No es casual que quien maneja la motosierra en el país del norte sea Elon Musk, probablemente uno de los hombres sobre la Tierra que más dinero invierte –y gana– gracias a sus iniciativas tecnológicas. En Argentina, si bien el presidente abrió las sesiones ordinarias del Congreso y no dedicó ni una sola palabra al tema de la ciencia y la tecnología, Demian Reidel, el referente del nuevo plan nuclear, anuncia novedades en sus redes sociales. “Construir el primer reactor con esta tecnología de vanguardia en apenas cinco años es un desafío titánico. Este proyecto avanzará con la eficiencia del mejor sector privado internacional y la coordinación del Consejo Nuclear para que todos los participantes de este proceso entiendan que es máxima prioridad nacional. El Estado elefante blanco quedó atrás. Aquí no hay burocracia asfixiante sino máximo esfuerzo. El proyecto estará 100 por ciento financiado con capital privado”.

La salud ya no es lo primero

La ideología oscurantista que desconfía de la eficacia de las vacunas para salvar vidas y cuestiona el rol del Estado en la gestión de medidas de alcance colectivo, se traduce en acciones concretas.

Por un lado, Trump designó a Robert F. Kennedy Jr. como Secretario de Salud que, precisamente, se trata de un ferviente polemista de las inyecciones. Y, en paralelo, profundiza la sangría sobre los Institutos Nacionales de Salud --NIH-- que constituyen los principales motores de financiamiento de la investigación biomédica a nivel global. Tanto que aportan 48 mil millones de dólares anuales. El mandatario estadounidense acaba de anunciar un recorte de mil trabajadores que se dedicaban a investigar tratamientos novedosos para cáncer, diabetes, enfermedades poco frecuentes y toda clase de afecciones.

Al respecto, la investigadora del Conicet Marcela Belardo, señala: “El recorte a los Institutos de Salud es histórico, con una reducción del 18 por ciento en su presupuesto anual. También hay recortes en lo que sería su Instituto Nacional del Cáncer. Esto es absolutamente similar a las políticas de Milei que justamente la semana pasada cerró la misma institución”. Luego continúa: “Todo lo que Trump considera la agenda ‘woke’, es decir, progresista, está sufriendo un ajuste histórico”. Y remata: “Es un modelo peligrosísimo con consecuencias devastadoras en salud, pero también en ambiente, ciencia y tecnología”.

El 7 de marzo, el gobierno de EEUU anunció la supresión de los fondos a los grupos científicos que estudiaban la salud de la comunidad lesbiana, gay, bisexual, trans, travesti, intersexual, queer y de otras identidades, como un nuevo ejemplo de su ataque a la diversidad, la equidad y la inclusión. La Agencia Federal que se dedica a la salud mental y a las adicciones despidió a la mitad de su personal como parte de los recortes.

Para sintetizar, Belardo observa: “Todas estas políticas van en consonancia con la ideología de la ultraderecha o fascismo, como queramos llamarlo. Proponen el achicamiento del Estado y la lógica del sálvense quien pueda. En términos de salud, implica concretamente la diferencia entre vivir o morir. Milei en Argentina es el espejo y sus recortes traerán consecuencias gravísimas en el corto plazo”.

Ni la NASA se salva

En el presente, la administración republicana también desmonta los equipos que en las diferentes agencias federales se encargan de estudiar el calentamiento global. Esta semana, la NASA echó a 22 funcionarios y eliminó la Oficina del Científico Jefe, dirigida por Katherine Calvin, una climatóloga reconocida internacionalmente por contribuir con informes fundamentales sobre el clima para la ONU. A partir de su flota de satélites y de la puesta en marcha de softwares avanzados, la agencia norteamericana cumplía un papel fundamental en las proyecciones climáticas que se realizan de cara a los próximos años.

La fundamentación para el recorte llegó de parte de la portavoz de la NASA, Cheryl Warner, que expresó: "Para optimizar nuestra fuerza laboral y en cumplimiento de una orden ejecutiva, la NASA está iniciando su proceso de reducción gradual de personal". Algunos de los empleados que dejen de formar parte de la institución podrán optar por la jubilación anticipada voluntaria.

Como si fuera poco, la agencia espacial suprimió la Oficina de Tecnología, Política y Estrategia y la división de Diversidad, Equidad, Inclusión y Accesibilidad. En efecto, ya circulan versiones que indican que el presupuesto total de la institución encargada de enviar a los seres humanos a la Luna y explorar el universo, se reduciría a la mitad.

Trump suele decir que el cambio climático “es una estafa” y no perdió la oportunidad, en sus primeros meses de gestión, de echar a cientos de empleados de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). Milei es un calco: alude que este fenómeno “es otra de las mentiras del socialismo” para propagar su ideología.

El oscurantismo explica todo

Trump y Milei siguen la misma danza en la arena internacional: ambos comenzaron las gestiones para retirar a sus países del Acuerdo de París (consenso de casi 200 naciones para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero) y de la Organización Mundial de la Salud.

Bernabé Malacalza, investigador del Conicet dedicado a la comprensión de las relaciones internacionales, interpreta esta coincidencia de miradas entre Milei y Trump desde una perspectiva interesante en diálogo con Página/12: “No solamente se trata de un desmantelamiento intencionado, sino de un acoso psicológico, una persecución ideológica, una intimidación al sistema científico en ambos casos. No es que ajustan a la ciencia solo porque quieren destruirla y ya, sino que hay fundamento muy preciso de fondo”.

Las ideas de desarrollo ligado al progreso científico y de acción colectiva como visiones humanistas, están en juego. “Trump y Milei están dando una batalla contra estas ideas que desde la Ilustración sirvieron para construir futuros. En su reemplazo lo que proponen son nuevas religiones. Se trata de profetas, de supremacistas religiosos que encuentran en las teorías conspirativas a una nueva creencia”, sostiene. Y agrega: “Se basan en una distopía: una ciencia ficción en que las máquinas avanzan sobre el ser humano sin escrúpulos éticos. Para ello manipulan información y producen noticias falsas. La ciencia, por lo tanto, se vuelve un conspirador, un enemigo en la medida en que propone trabajar sobre una construcción de conocimiento basada en la evidencia”. La pandemia, desde aquí, funcionó como un epicentro para el relato conspirativo: sobre el origen del virus (laboratorios chinos), sobre el distanciamiento social (innecesarios) y sobre las vacunas (tecnologías contraproducentes).

Un pase de manos

El 21 de marzo, según anunció el Departamento de Educación de EEUU, se iniciará un proceso de reducción del personal que afectará a la mitad de los trabajadores del área. En línea con esto, las universidades limitan el financiamiento para sus programas de doctorado e investigación; y despiden a empleados. El jueves, la universidad Johns Hopkins, uno de los centros de investigación médica más prestigiosos del mundo, anunció que echará a dos mil personas gracias a los recortes de Trump en la agencia estadounidense para el desarrollo. Como ya no habrá fondos, no tiene sentido que haya gente trabajando.

En Argentina, más allá del conflicto universitario que enfrenta al gobierno desde su asunción, en los meses previos al receso de verano fueron noticia varias universidades nacionales que debieron cerrar carreras por no disponer de infraestructura ni dinero para pagar el salario a los docentes.

El mes pasado, Milei le regaló a Elon Musk –el magnate ahora encargado de la desregulación estatal en EEUU– una motosierra dorada. Él mismo es el encargado de conducir a un equipo que desguaza al Estado para reducirlo a su mínima expresión. Cualquier semejanza no es mera coincidencia: es la ultraderecha recostada en su expresión más voraz. La sintonía es mucho más fina de lo que se cree: los empleados públicos "sobran" por todas partes y la única manera de extirpar ese mal es despidiéndolos.

Lo que podría resultar contradictorio es que Musk, como empresario tecnológico, recorta un sector que desde su rol como privado infla con muchísimo dinero. De hecho, es el líder de Tesla (autos eléctricos), Starlink (servicios satelitales de telecomunicaciones), SpaceX (la compañía aeroespacial asociada a la NASA que promete adueñarse de los viajes cósmicos del futuro) y Neuralink (diseña interfaces cerebro-computadora).

La motosierra se comparte: la entrega Milei, la toma Musk. Eso sí, deberán ser cuidadosos para evitar cortarse sus propias manos.