La campaña de boicot contra el magnate Elon Musk y su empresa de autos Tesla creció esta semana tanto en Estados Unidos como en distintas partes del mundo, en rechazo a su política de recortes masivos de gastos en el país, al asumir la dirección del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) del gobierno de Donald Trump y apoyar a partidos de ultraderecha, como en Argentina y Alemania. Mientras muchos de los vehículos que fabrican la compañía son vandalizados, sus ventas sufrieron una caída abrupta.