Lo que para algunos fue una señal de que se habían encendido todas las alarmas, para otros fue mucho más: la campana de larga a los capitales que se dan a la fuga huyendo de un carry trade que ya dio todo lo que podía dar. Tan diversas eran las lecturas sobre el temblor financiero y bancario del último viernes como audaces eran los pronósticos. "Durante el fin de semana habrá anuncios", arriesgaban los más jugados. ¿De qué tipo? Unos anticipaban que el ministro de Economía anunciaría una suba importante de las tasas de interés en pesos, como para retener a los capitales especualtivos en la bicicleta financiera. Otros, en cambio, suponían que se podría llegar a anunciar que ya estaba acordado el crédito del FMI. ¿Bajo qué condiciones? ¿Elevando la tasa de devaluación mensual hacia fin de año? Todo lo que se comentara o imaginara incrementaba la zozobra (Inquietud, aflicción y congoja del ánimo).
Lo que dejó en defintiva, y como dato concreto, la jornada feroz en la plaza financiera del viernes, es que hubo operaciones de compraventa de activos financieros por más de 1200 millones de dólares en el mercado abierto electrónico (MAE, donde se reflejan las operaciones de compra de dólares por vía bursátil, el CCL o el MEP), unos 1135 millones de dólares negociados en el MULC (al dólar oficial) y una cantifdad de operaciones de cobertura en el mercado de dólar futuro (ROFEX) que en la práctica triplicó las operaciones diarias en promedio se las últimas semanas.
Cualquiera de las cifras mencionadas de los movimientos en los distintos mercados triplica o cuadruplica los volúmenes medios diarios. ¿Qué estaba sucediendo? Se verificó una tendencia general a la "dolarización de carteras". Es decir, quien tiene bonos o cualquier activo financiero en pesos, lo cambia por otros activos en divisas o directamente por dólares líquidos. Si esta conducta se extendiera durante las próxoimas jornadas, estaríamos frente a una corrida cambiaria.
Antes de avanzar en pronósticos o proyecciones, tomemos en cuenta un dato adicional que no es menor: el Banco Central debió vender 474 millones de dólares en los mercados cambiarios para calmar la demanda sin que se disparara la cotización (en este caso, del CCL y el MEP). Los financistas y analistas del mercado sostienen que de cada 10 dólares operados, 4 fueron vendidos por el BCRA: es decir, el 40 por ciento de la oferta. El impacto de esta intervención oficial de la entidad en sus reservas internacionales recién se conocerán el lunes, porque se reflejan con un rezago de un día hábil. Es decir, que las reservas ya habrían perforado el piso de 28.000 milones de dólares.
Ahora sí, dicho esto volvamos a los proyecciones o previsiones. Si siguiera esta avidez de organizaciones financieras, empresas y particulares por pasarse al dólar, ¿le quedan recursos al Central para repetir intervenciones como la del último viernes? Al estilo Cobos, podría decirse que "la respuesta es no positiva".
Revisemos el comportamiento de los capitales especulativos que mueven el mercado (recordemos que no tienen ni patria ni bandera, muchos menos lealtad política a quien los beneficie: lo acompañarán mientras se aprovechen de sus medidas y lo abandonarán antes de que se hunda, si lo ven en peligro de hundirse). Ya hubo al inicio de la semana un amague de salida (reveritr el carry trade, pasarse al dólar). Duró unas 24 horas, luego se calmó pero en la jornada del viernes se manfiestó con absoluta ferocidad el impulso fugitivo.
¿Qué había sucedido? La jugada de Milei y Caputo de lanzar un DNU autorizando la firma de un crédito público con el FMI, sin explicitar ni su monto ni sus condiciones (mucho menos fecha de acreditación de los fondos), no fue recibido como una demostración de fuerza del gobierno (por el supuesto apoyo del Fondo) sino de debilidad: una acción desesperada por mostrar que se tenía lo que todavia no había sido dado. Tampoco conformaron las explicaciones del presidente y el ministro, y el enrarecimiento de la situación política tanto en el congreso como en las calles terminó de componer un cuadro en el que no estaba claro con qué recursos contaba el gobierno para atravesar un territorio complicado.
Más de uno recordó que, a principios de año, Milei anticipó la decisión de bajar el crawling peg (devaluación mensual de la cotización del dólar) al uno por ciento desde febrero, como para demostrar fortaleza en el control monetario y en la lucha contra la inflación. No casualmente se recordó esta decisión el viernes: fue el día que el Indec informó la inflación de enero, del 2,4 por ciento, en alza respecto a la de enero y más que duplicando la tasa de devaluación.
Si la tensión cambiaria no continuara en los próximos días, el gobierno podría suponer que lo de la última semana no fue más que una consecuencia pasajera de la volatilidad e incertidumbre del mercado, que se superará cuando se concrete el crédito del Fondo. Pero la señal dada indica que el mercado (los capitales especulativos en general) desconfían de ese acuerdo. Ya no creen que la inflación converja con la tablita cambiaria oficial y, por el contrario, esperan que la tablita (el crawling peg) sea el que se adapte a una inflación que parece haberse quedado en un piso arriba del 2 por ciento.
El comportamiento del mercado del dólar futuro marca que, la cotización esperada de la divisa para fin de año, que se ubicaba en 1170 pesos al inicio de la semana, trepó a 1310 al cierre de la misma. Una corrección del 12 por ciento. Los bancos aumentaron el precio de la cobertura y las empresas que quieren asegurarse el costo de la divisa para entonces, lo pagan. ¿Dos puntos mensuales adicionales de devaluación sobre el actual uno por ciento, a partir de julio? Es una hipótesis.
Otra observación escuchada en boca de analistas es que, en el acutal caudro de situación, el gobierno de Milei ya quedó más lejos que nunca antes de la posibilidad de volver a los mercados internacionales como tomador de crédito, que era su gran objetivo. "Le quedó con la única alternativa como prestamista el FMI, que le cobra una tasa de más del 6%, que hay que pagar rigurosamente y por un monto de deuda que no baja, siempre sube. Y pensar que la deuda con los bonistas privados que renegoció (Martín) Guzmán se paga a una tasa menor al 4 por ciento y por un capital que sí se va cancelando".
¿Se le habrá acabado el talento de gran negociador de Wall Street que tenía Luis Caputo? ¿O nunca lo tuvo?