Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la frecuencia, la intensidad y la duración de los fenómenos meteorológicos extremos está aumentando. Así, se clasifican a las olas de calor y de frío, las lluvias intensas, las tormentas severas, la caída de granizo, los incendios y su dinámica. "Lamentablemente, los estamos viviendo todos en Argentina", explicó Matías Arrigazzi, especialista en biodiversidad de GreenPeace, en diálogo con Página/12. El caso más reciente es la inundación de Bahía Blanca.
"A nivel nacional también el Servicio Meteorológico Nacional hay trabajos que indican que las estadísticas muestran que la frecuencia también sube en Argentina. En el informe del IPCC también identifican algunas zonas con mayor probabilidad de aumento en las precipitaciones, una de ellas es Bahía Blanca y advierten que todo indica que no va a ser el último fenómeno de este tipo", contó Arrigazzi.
El costo de la crisis climática y de los fenómenos asociados no es para todos igual. "Los datos, la estadística y los informes que tenemos -- toda la base científica -- indica que los países con menos recursos son los que más lo sufren y dentro de cada uno de los países también hay una diferencia de clases: quienes tienen menos recursos sufren más las consecuencias de este tipo de cosas", indicó.
Frente al negacionismo ambiental del gobierno nacional, Arrigazzi argumentó: "Estamos sufriendo una tragedia, muchas tragedias, pero estamos hablando en particular de Bahía Blanca, esto está pasando. Negarlo lo único que hace es que nos alejemos de las soluciones".
Tanto el cambio climático como la desigualdad son innegables en lo concreto: "En CABA hubo una sensación térmica récord de 47° hace muy poquito. Por supuesto, no los sufre igual una persona que puede estar su casa con aire acondicionado con una persona que no tiene energía eléctrica, por decir, o no tiene aire acondicionado", ejemplificó el especialista. De la misma forma, después de la inundación, los vecinos de Bahía Blanca no se recuperarán al mismo ritmo ni de la misma forma.
Sin Estado presente, no hay planeta
"Primero hay que ayudar a los afectados y después analizar para disminuir las probabilidades de sufrir estos daños cada vez que suceda algo así. Se puede abordar desde distintas aristas, disciplinas y también escalas", sostuvo Arrigazzi. Una posibilidad es pensar obras de planificación e infraestructura local a partir de informes como el del CONICET, que advertía en 2012 que Bahía Blanca por su ubicación cercana a la cuenca del canal Maldonado tiene alta probabilidad de inundarse si cae determinada cantidad de agua en cierto tiempo.
También se puede considerar el nivel natural: la capacidad de la ciudad de absorber agua por el material de sus calles, si hay monocultivo o sobrepastoreo que impermeabilizan el suelo y dirigen el agua a "cursos de agua que terminan inundando la zona más baja, como pasa en Bahía Blanca".
Pero, fundamentalmente, la temática ambiental debe ser parte de la agenda de políticas públicas. "Necesitamos que las políticas hablen de ambiente, que la legislación avance a su favor sin ir en contra del desarrollo: hay que salir de esa dicotomía. Es justamente hacer mejor para que también podamos producir de una manera sostenible, porque si no pasa que a veces hay actividades que se terminan cortando en el tiempo porque el mismo deterioro del ambiente hace que la actividad no se pueda desarrollar", aclaró.
"Para mí el desarrollo no es solamente económico: incluye el ambiente, todos los seres vivos que están en la naturaleza y las personas. Ese deterioro, lo único que hace es que vivamos cada vez peor y que no solo vivamos cada vez peor nosotros, sino que comprometamos el bienestar de las generaciones que vienen", agregó.
El clima pisa el acelerador, ¿qué hacemos?
"Volver atrás en el tiempo y anular todos los efectos negativos que causamos no se puede hacer. Entonces, sí tenemos que trabajar seriamente en revertir la tendencia, que no es sostenible en el tiempo y no es compatible con la vida", sintetizó Arrigazzi.
"Cuando hablamos de desarrollo no podemos dejar afuera por ejemplo la ciencia o a la investigación. No habría desarrollo posible ni una mejora del bienestar. Hay que financiarlo: el Servicio Meteorológico Nacional, por ejemplo, tiene que tener su presupuesto para poder dar las alertas tempranas", advirtió e indicó que sirven para tres etapas: prevenir, adaptar y la capacidad de respuesta.
"Si la ciencia no avanza, nunca vamos a poder solucionar este problema. Nosotros necesitamos a los investigadores porque nos basamos en los resultados de sus investigaciones para poder desarrollar, por ejemplo, sistemas nuevos para la alarma temprana, para la detección temprana de estos desastres", marcó el especialista. Sin embargo, el Servicio Meteorológico Nacional no fue ajeno a la motosierra libertaria: sólo en 2024 despidieron a 100 trabajadores, casi el 15% del personal.
"En Bahía Blanca por suerte hubo una alerta. No tengo duda de que esa sin esa alerta las consecuencias serían peores. Si eso es mejorable, entonces mejorémoslo. Pero no lo podemos mejorar, si no está financiado. Lo mismo que el sistema de manejo del fuego. No nos podemos quejar si cada año se queman más hectáreas si el Sistema de Manejo del Fuego no funciona correctamente, si cada zona no tiene los recursos necesarios para que ese control sea a tiempo y no meses después como nos pasó ahora en los incendios patagónicos", relacionó el activista. Sin ciencia, no hay capacidad de respuesta.
Informe: Natalia Rótolo.