Desde Concepción, Chile.
“‘Conce’, la mejor ciudad del mundo”, espetó Álvaro Henríquez, cantante y guitarrista del grupo Los Tres, previo al desenlace de su show en la noche del sábado en el Parque Bicentenario. Más allá del orgullo del penquista por su lugar de origen, en Chile se refieren a la urbe no por su nombre, sino por su apodo. No se trata de una hipérbole: nadie la llama Concepción. De lo que sí presumen los locales es de su condición de “capital del rock chileno”, y es que idiosincráticamente está próxima a Mánchester, porque se trata de la metrópoli más industrializada del país, y también a La Plata, por albergar a la mayor población universitaria. Y si algo hicieron mancunianos y platenses a partir de los años 80 fue revolucionar la cultura pop del Reino Unido y de la Argentina, respectivamente.
Por eso no es fortuito que la banda que cambió para siempre a la música popular contemporánea chilena, los santiaguinos Los Prisioneros, en 2003 le dedicara una canción (titulada igual que la ciudad) a esa escena. Parafraseando uno de sus pasajes, la “religión” que profesa el público vernáculo sobre sus artistas una vez más alcanzó su enaltecimiento con Los Tres cerrando la primera jornada de los festejos por los primeros 10 del Festival REC. Ante una feligresía compuesta por 175 mil espectadores, provenientes de todo el país, el cuarteto que en los años 90 puso a Concepción en boca de todo el continente americano ofreció un recital exquisito. No sólo en lo interpretativo, sino también en la selección del repertorio, donde sus himnos fueron distribuidos en función de estéticas sonoras y estados emocionales.
Incluso, a mitad de recital tributaron las cuecas de Roberto Parra, tío abuelo de Ángel Parra, violero del grupo (y nieto de Violeta Parra). Sin embargo, el show arrancó con el funky “Somos tontos, no pesados”, seguido por los rockabilly “Sudapara” y “La torre de Babel”. Henríquez dio cuenta de que es uno de los mejores letristas de su generación con la seguidilla de tempos lento “Olor a gas”, “Déjate caer” y “Amor violento” (se la dedicó a Julieta Venegas, su ex esposa). A 23 años de su separación, Los Tres se reunió en 2024, lo que desató la gira la “Revuelta”, que partió en abril último frente a su gente de “Conce” y del que se desprendió un disco en vivo. Ese material incluye el R&B “Moizefala”, que fue de la partida, de la misma forma que “La espada y la pared”, canción que titula su tercer álbum y que cumple 30 años este lunes.
Al igual que el cuarteto, Suede revisitó un cancionero representativo de una obra intachable, así como caracterizada por un largo hiato. Al menos ese día, ambas bandas estuvieron hermanadas por su coexistencia (surgieron a fines de los 80) y por su rol de cabezas de cartel de la primera fecha de esta edición del REC. Los ingleses se presentaron antes que los altiplánicos en el Santander, uno de los escenarios principales junto al Entel, erigido contiguamente y en el que se coronó el cierre del evento. No obstante, a diferencia de la homogeneidad que se vio más tarde, el acto internacional del sábado tuvo a un frontman que lo dejó todo sobre el tablado. A sus 57 años, Brett Anderson sigue encendido. Algo afín a la Antorcha Humana de los 4 Fantásticos, pero quemando con fuego sagrado. Y sus fans pedían más, en la medida que daba.
Luego de la potencia que mostraron los de Londres en su performance, es inexplicable que en este paso por Sudamérica no hayan desembarcado en Buenos Aires. Una pena, en realidad, y más si se toma en cuenta que Anderson, alumno del legado glam de Brian Ferry, avisó que se iban a tomar una pausa tras ese show. Mientras el cantante se debatía entre la teatralidad, la elocuencia y el carisma, al punto de que fue el único artista de la jornada que bajó del escenario para interactuar con el público, Suede desenvainó un temazo detrás de otro. Una vez que “Turn Off Your Brain and Yell” levantó el telón, el alud britpopero fue indetenible, con “Trash”, “Beautiful Ones”, “Saturday Night” y la versión acústica de “She’s In Fashion” como parte del muestrario. Aludiendo a su clásico “So Young”, el grupo aún busca al dragón.
En contraste con otros festivales chilenos, como los capitalinos Lollapalooza y Primavera Fauna, el REC, de ingreso libre y gratuito, no abre sus puertas porque en el Parque Bicentenario (ubicado en el centro de la ciudad, al borde del Río Biobio) no existen. Sólo hay horario de inicio y de fin (de 13 a las 22). Desde su primera realización, el pueblo se apropia del espacio, desdibujando todo tipo de fronteras, incluyendo las de las clases sociales. De hecho, al tiempo que la masa se acerca con heladeras henchidas de cervezas, otros aprovechan el volumen de convocatoria para expender alimentos artesanales, para improvisar barras con diferentes tipos de bebidas alcohólicas o para vender merchandising. La organización del evento confía en la responsabilidad del público, y esto se tradujo en su progresivo crecimiento.
Lo que surgió como una iniciativa mancomunada del Gobierno Regional, el Consejo Regional de la Cultura y las Artes y la Municipalidad de Concepción, hoy es un festival mixto (modelo único en Sudamérica) por el que apuestan las marcas comerciales. Y para muestra están los nombres de los escenarios, entre los que se encuentra asimismo el Vans, que dio inicio a la artística de la primera jornada. Ahí se produjo una exhibición de batallas de freestyle en la que hubo participación argentina, de la mano del MC Frescolate, primer Campeón Internacional de la Red Bull Batalla de los Gallos (el año pasado, el encuentro musical recibió por primera vez a una delegación patria constituida por los grupos El Mató a un Policía Motorizado, Usted Señálemelo y A.N.I.M.A.L.).
Justamente esa vitrina reflejó otra de los identikits del festival: su diversidad. En tanto que por el Vans pasaron las propuestas más alternativas, como el eclecticismo de la banda Onírica o la electrónica de la productora y DJ Constanza Nicolet, el Teatro Biobio (el escenario restante) recibió al shoegaze de la santiaguina Chini.png, la psicodelia del ensamble cartagenino Dinastía Moon (una de las sorpresas del evento) y la lectura moderna de la música popular de Rayén García. La cantautora establecida en Concepción se refirió a la influencia del tiempo en el REC, tal como sucede en Cosquín Rock, a propósito del día nublado, húmedo y friolento. “Incomoda esto del clima en el festival: a veces llueve, a veces no. Pero nosotros vinimos a traerles el sol”, dijo.
De las 20 propuestas que dieron vida al estreno de la conmemoración de los 10 años de esta cita musical, que contó con traductores de lengua de señas en sus escenarios, despuntaron varios nombres conocidos para la audiencia argentina. Aparte del músico y compositor Gepe, que despidió la grilla del Vans con su folk alternativo, estuvo el dúo pop Marineros en el escenario Santander y la ya legendaria artista urbana Ana Tijoux en el Entel (viene de hacer la Ciudad Cultural Konex). La otrora MC de Makiza, aparte de revisitar temas de la banda de rap y de su carrera solista, reivindicó la liberación de Palestina, en lo que fue el gesto político del sábado. En esos mismos tablados, el pop de DPSE y de Saok, así como el vodevil de Casi Lola y el groove de Julius Popper, terminaron de darle forma a una tarde noche para el “rec”uerdo.