Pablo Grillo ahora mismo está peleando por su vida, luego de que una cápsula de gas lacrimógeno, disparada en forma asesina por las fuerzas de seguridad federales impactara en su cabeza.
Pero además de la destrucción de su cuerpo, también se pretende destruir su identidad. "Es un militante kirchnerista que hoy trabaja en la Municipalidad de Lanús con Julián Alvarez, para darles una idea de los detenidos", dijo quien es la autora intelectual (en la única forma de aplica tal vocablo a su persona) de este, ojalá intento de, homicidio.
Pablo no está detenido, está inmóvil, inconsciente, con asistencia mecánica para poder respirar, en una cama del Hospital Ramos Mejía, con traumatismo de cráneo y pérdida de masa encefálica. Las fotos, de amplia circulación pública, de su herida, son escalofriantes, y nos sirven no para el morbo, sino para fijar en nuestra memoria la impronta de estos tiempos muy oscuros.
Pero lo que quiero resaltar de Pablo, no es lo que todo el mundo sabe, como que su "terrorismo" se basaba en empuñar un arma tan formidable como una cámara, igual a las que ayer documentaron la agresión salvaje a octogenarias, el plantado de patrulleros a quemar o de supuestas pruebas de agresión armada completamente falsas.
Sino que,quiero hablar de lo que pude compartir con él, como parte de la Universidad Nacional de General Sarmiento, cuando ya era trabajador municipal de Lanús y tuvimos el gusto de poder desarrollar un Servicio Rentado a Terceros para la implementación del Presupuesto Participativo en ese territorio (mucho antes de que el actual Intendente Julián Alvarez, "para quien trabajan" los miles de laburantes municipales de Lanús, ocupase esa función).
No lo formamos en tiro, explosivos, ni guerrilla urbana, sino en cosas mucho más peligrosas, particularmente me tocó, como decía Scalabrini Ortiz, prepararlo para "defender la patria en el orden inmaterial de los conceptos económicos y financieros", formación que, como en otros tópicos, profundizó cuando hizo una de las primeras Diplomaturas Virtuales de nuestra Universidad: la de Presupuesto Participativo y Gestión Municipal.
Tambíen me tocó compartir con él en el territorio, mientras hacíamos algo tan subversivo como procurar intensificar la experiencia democrática, recuerdo como, por ejemplo, en una esquina de Gerli logramos que un supermercadista chino votase por primera vez en su vida, según nos contó: eligió que el municipio haga una plaza en lo que hasta entonces era un microbasural a cielo abierto.
Cuento esto en primera persona porque me tocó vivirlo con él, que no es un detenido y que es mucho más, aunque también lo sea, que un militante kirchnerista, pero no me corresponde la primera persona del singular.
Fuimos muchos en la UNGS los que formamos a este peligroso "terrorista" y pienso escracharlos a todos y a todas, por haber perpetrado tamaño delito: con Alejandro López Accotto le enseñamos economía y finanzas públicas, Rodrigo Carmona lo ayudó a reflexionar sobre la democracia, Carolina Foglia le explicó cuestiones de políticas públicas, Marisa Fournier y Francisco Suarez lo formaron en formulación de proyectos y luego, en la Diplomatura, Ricardo Paparás contribuyó a su formación en participación ciudadana, Bárbara Couto en organizaciones de la sociedad civil, Leonardo Fernández en temáticas urbanas y Gabriela Mansilla en administración pública.
No cuento todo esto como un ejercicio autorreferencial, sino para que toda nuestra comunidad universitaria sepa que Diego no es solamente uno de los nuestros en un amplio sentido, porque es uno de los buenos, sino en una esfera mucha más cercana, Pablo es uno de las decenas de miles de estudiantes que está Universidad, con tiempo, amor y conocimiento, ha contribuido a formar y así de cerca nos tiene que doler.