Los rebeldes hutíes de Yemen revindicaron este domingo un ataque contra un portaaviones estadounidense en el mar Rojo, en respuesta a los bombardeos del día anterior contra varios de sus bastiones, incluida la capital Saná, por parte de Estados Unidos, donde murieron 53 personas. "Las fuerzas armadas lanzaron una operación militar (...) dirigida contra el portaaviones estadounidense USS Harry Truman y los buques de guerra que lo acompañan", indicaron los rebeldes en un comunicado, en el que aseguraron haber disparado un total de 18 misiles y un dron.
El líder del grupo chiita, Abdulmalik Al Huthi, aseguró que Estados Unidos "no logrará sus objetivos" tras los ataques y llamó a los yemenitas a concentrarse "de a millones" el lunes en protesta contra los bombardeos. A su vez el militar reiteró que los rebeldes, respaldados por Irán, continuarán atacando a los cargueros estadounidenses mientras Washington "continúe con su agresión" en Medio Oriente.
"La nueva agresión desarrollará aún más nuestras capacidades militares y afrontaremos la escalada con otra escalada. Nuestras fuerzas armadas han comenzado a responder a la agresión estadounidense, y esta es nuestra elección, nuestra decisión y nuestra dirección mientras continúe la agresión estadounidense contra nuestro país", dijo Al Huthi.
La amenaza de Trump
Hasta el momento, Estados Unidos no confirmó el ataque contra el portaaviones. Su presidente, Donald Trump, había prometido "liberar el infierno sobre los terroristas hutíes" el sábado después de que el movimiento amenazara con atacar a barcos comerciales y a Israel, aliado de la nueva administración.
El mismo día, en un mensaje en su red social Truth Social, Trump anunció una "acción militar decisiva y poderosa" contra los hutíes. "Usaremos una fuerza letal abrumadora hasta que hayamos logrado nuestro objetivo", agregó el mandatario. Según indicó el domingo la Casa Blanca, el ataque aéreo provocó la muerte de "múltiples líderes hutíes".
Para el ministerio de Salud yemení, los bombardeos estadounidenses tuvieron como objetivo la capital de Saná, así como las gobernaciones de Saada, al norte, y la ciudad de Rada, al centro del territorio. En su recuento las autoridades locales reportaron 53 muertos, incluidos cinco niños, y 98 heridos.
Tras el ataque del domingo, el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, afirmó que Estados Unidos continuará sus ataques a los hutíes hasta que cesen los ataques marítimos. Por su parte el jefe de la diplomacia trumpista, Marco Rubio, habló con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, para decirle que "no se tolerarán los continuos ataques hutíes contra embarcaciones militares y comerciales".
Rusia es un aliado cercano de Irán, que encabeza lo que denomina el "eje de la resistencia" contra Israel en el que, junto a los hutíes, también incluye al movimiento islamista palestino, Hamas, al grupo libanés, Hezbola, y a las milicias de Irak. Los hutíes han llevado a cabo ataques con misiles contra Israel y varios barcos vinculados con el país, como una muestra de "solidaridad" con los palestinos tras el inicio de la guerra en la Franja de Gaza.
Frente a las exigencias estadounidenses de revocar el soporte para los rebeldes hutíes, el jefe de los Guardianes de la Revolución iraní, Hossein Salami, remarcó que "Irán no busca la guerra, pero si alguien la amenaza, dará respuestas apropiadas, resueltas y definitivas".