Mejor no forzar la realidad cuando es imposible probar una relación de causa-efecto. Pero las coincidencias son coincidencias.
Coincidencia uno: la ola de detenciones e imputaciones nuevas se produce en la misma semana en que el Gobierno comenzó a sentir dificultades en la aprobación de sus dos reformas, la previsional y la laboral.
Coincidencia dos: al Gobierno se le empastó seriamente la tragedia del submarino ARA “San Juan” porque fue desconsiderado con los familiares de los 44 tripulantes.
Coincidencia tres: el 2017 terminó con inflación en alza, impulsada por el aumento de tarifas de hasta un 2550 por ciento en los últimos dos años.
El Frente para la Victoria ya había anunciado que votaría en contra de las reformas. El Frente Renovador también. La novedad del miércoles se llamó Diego Bossio. El referente del Bloque Justicialista anunció que no votaría la ley que quita haberes actuales a los jubilados y a los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y seguirá quitándoselos en el futuro de manera acumulativa. El diputado Bossio se ve a sí mismo como una réplica de Miguel Pichetto en el Senado. Pichetto viene utilizando su muñeca para ser el gerente legislativo de los gobernadores peronistas. Los gobernadores no forman una liga ni siquiera de manera implícita. Solo Pichetto los aúna. A ellos y a sus senadores. Bossio venía desplegando un juego parecido. Su forma de acumular poder era representar a los diputados vinculados más directamente al sanjuanino Sergio Uñac, al entrerriano Gustavo Bordet, al chaqueño Domingo Peppo, al salteño Juan Manuel Urtubey, al tucumano Juan Manzur y eventualmente a los cordobeses José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti. También a los diputados sindicales relacionados con el triunvirato que conduce la Confederación General del Trabajo. “Existe el diagnóstico pero resta definir cuáles son las transformaciones que debemos impulsar”, tuiteó Bossio. “Claramente ninguna de ellas puede ir en contra de los jubilados, de los trabajadores, de los niños ni de ningún argentino.”
El miércoles a la mañana, en el programa Te quiero de la 750, el renovador Felipe Solá dio su interpretación. Dijo que la reforma que de verdad está en discusión. Ya no es la laboral, “porque la CGT le sacó casi todo lo que tenía”. Señaló que el Gobierno hace un gran despliegue político en muchos temas para buscar el cambio en el sistema jubilatorio. Ése sería el gran objetivo de lo que Solá definió como “derechización”.
En cuanto a los familiares de los submarinistas perdidos en el océano, de pronto se convirtieron en parias. Hasta fueron conminados a dejar rápido Mar del Plata para no fastidiar ni ocasionar gastos.
Parece evidente lo que hizo el Gobierno. Primero dejó que se incinerara la Armada, como si fuera una isla dentro del Estado. Después puso al spiedo al ministro de Defensa Oscar Aguad. Y entretanto dejó intacto al verdadero hombre fuerte, el jefe del Estado Mayor Conjunto Bari del Valle Sosa. Es el teniente general que planifica la reforma de las Fuerzas Armadas y la persona que tiene toda la información operacional de la Argentina. Es el que sabe qué misión tenía el “San Juan”. Es el que no habla ni aparece.
En economía tampoco hubo un despegue sólido en el mercado interno por la decisión oficial de levantarle un santuario a las Lebac con un rendimiento de un 30 por ciento anual. No será un verano maravilloso salvo para quienes compraron paquetes aprovechando el dólar planchado. Los que se queden en las grandes ciudades, además, sufrirán los cortes de luz porque como señala el Observatorio de Tarifas de la UMET los aumentos fueron usados en el mejor de los casos para mantenimiento y no para inversiones.
Nada de esto significa que el Gobierno consumió su popularidad electoral del 22 ni que inevitablemente quede preso de sus problemas. Al menos por ahora Mauricio Macri está en un ciclo alcista, como diría un operador de Bolsa, y parte de la sociedad actúa y siente como le gusta al Gobierno. Jubilados que ven injusticia en lo que cobran otros jubilados, beneficiados por la universalización aunque no completaron los años de servicio. Dueños de pymes persuadidos de que la herencia recibida es lo que les impide arrancar. Trabajadores que cuestionan privilegios en otros trabajadores y no ponen reparos en la transferencia de ingresos hacia las empresas de energía. La expectativa favorable a Cambiemos sigue pero nada es eterno. Ni alcanza el fantasma de RAM, que se cae a pedazos.
La destrucción del adversario se parece más a la guerra que a la política. El Gobierno parece pensar que la estrategia de tierra arrasada es imbatible y que no deja heridas sino solo caídos. Un historiador ahí, por favor.