En 2013, la edición de Desierto & Agua, disco solista del compositor y multiinstrumentista Dany Riaño, empezó a marcar el rumbo de una búsqueda vinculada con los sonidos folklóricos latinoamericanos. A partir de la incorporación de Andrea Feiguin con sus samplers, el nombre del disco se mantuvo para bautizar a un dúo que, desde entonces, profundizó su arquitectura sonora, ésa que definen como folklore futurista o trip hop andino. El año pasado, esa mixtura quedó plasmada en La quimera del caracol, trabajo con el que vienen recorriendo pueblos y ciudades de distintas provincias sudamericanas, y que hoy a las 21 los encontrará sobre el escenario de Jeckyl & Hyde, sumando lectura de textos a cargo de Pablo Castro Leguizamón.
Según apunta Feiguin, la itinerancia del dúo tiene como fin acercar la música de Desierto & Agua a la mayor cantidad de públicos posible. "Estamos viajando mucho a Chile y aprendiendo de los trovadores, que tienen una dinámica de viajar constantemente, dándose a conocer de esa manera --explica--. Nosotros buscamos lo mismo. En Capital Federal está todo, pero nosotros queremos llegar a todos lados, ser más federales musicalmente. Tratamos de ir a lugares pequeños donde a lo mejor no están acostumbrados a escuchar estos sonidos".
La particularidad sonora del dúo se da precisamente en la interacción de elementos electrónicos con instrumentos ancestrales, como zampoñas, quenas y trutrucas. "Dany armó el proyecto en 2013 con un formato más folk, solista, pero va incorporando algunos instrumentos autóctonos. Después arrancamos con este formato de dúo con aires más folklóricos, en donde Dany compone las letras y las melodías y dentro de eso jugamos un poco con la mezcla de la electrónica y sonidos latinoamericanos".
Bajo esa plataforma musical, la dupla desarrolla líricas "con un contenido netamente ecológico y social", según distingue Feiguin, que detalla: "Hablan sobre la desertificación de las tierras, las bases militares que están poniendo en el país y en toda Latinoamérica para llevarse el agua. Hablamos sobre los pueblos originarios, sobre la problemática de la tecnología, de los niños y las pantallas. Es muy amplio, pero siempre hablando un poco de lo que le hace la modernidad a nuestro planeta, a nuestra cabeza, a nuestra conciencia. Necesitamos decir esto, sentimos que es lo que nos pasa. Pero en nuestras letras no apuntamos a la bajada de línea sino más bien a la reflexión, es generar preguntas sobre los temas que nos tocan a todos".
El resultado de esa combinación es bien recibido por el público, aún cuando no está habituado a este tipo de mixturas. "La gente nos empieza a escuchar sorprendida y después en la mayoría de los casos se deja llevar y entra como en un trance", grafica Feiguin, y concluye: "Transitan situaciones que nunca antes habían escuchado. Se acercan mucho a preguntarnos cómo llegamos a este sonido. Nos llegaron a decir que éramos como un Massive Attack pasado por La Pampa. El público se sorprende mucho, y nos agradece que hablemos de estas cosas".