Las organizaciones del movimiento negro indican que la Primera Carta del Presidente de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-30), Embajador André Corrêa do Lago, ignoró la cuestión del racismo ambiental.

La organización del evento distribuyó el documento a 197 países el lunes (10). En ella se enumeraron los retos de la conferencia, prevista para noviembre de este año, en Belém (PA).

En la carta, el embajador pide un “esfuerzo global” contra el cambio climático. Corrêa do Lago afirma que el enfoque de la llamada es “ampliar la financiación climática a los países en desarrollo y acelerar la aplicación de los objetivos del Acuerdo de París”.

Sin embargo, para el Instituto de la Mujer Negra - Geledés, el documento erra al no reconocer el racismo ambiental.

Esto se debe a que la población negra que es la mayoría de los brasileños se concentra en las llamadas “zonas de sacrificio". En estas regiones predominan las amenazas a la vida debido a la degradación del medio ambiente.

Las zonas de sacrificio racial incluyen territorios indígenas y quilombola. Están directamente relacionados con la extracción racista y la explotación económica que ocurrieron durante la época colonial, de la que no se responsabilizaron a las potencias coloniales”, dice Mariana Belmont, Asesora de Ecologismo Climático y Ambiental de Geledés.

La COP-30 debería considerar abordar la agenda de la desigualdad

Belmont, quien también es periodista e investigador, explica que la mayor vulnerabilidad de los no blancos a la crisis climática requiere medidas antirracistas para mitigar y reparar pérdidas y daños.

Sin embargo, el presidente de la COP-30 ni siquiera menciona el término "afrodescendiente" o sus sinónimos.

Geledés se preocupa por la falta de mención y referencia a la población afrodescendiente en los procesos preparatorios y de visión de la COP-30. Esto ocurre tanto en los documentos como en las posiciones del Estado brasileño”, analiza Belmont.

Para ella, es fundamental que el Estado brasileño sea el encargado de proponer y defender el lenguaje que representa datos de su propio país.

Significa que el respeto a la historia y al trabajo de la población afrodescendiente en la política ambiental y climática del país y la presión que ha hecho a nivel nacional e internacional”, señala la asesora de Geledés.

Para ello, el instituto argumenta que se corrige la misiva. En otras palabras, se pide a la próxima comunicación de la presidencia de la COP-30 que tenga en cuenta una “agenda histórica para hacer frente a las desigualdades sociales y raciales”.

No sólo Geledés, sino que un grupo de organizaciones negras brasileñas ha estado contribuyendo durante años con textos y posiciones con Itamaraty. Es hora de que Brasil levante la bandera del antirracismo y los derechos de los afrodescendientes en foros multilaterales”, dice Belmont.

A la luz de la situación del cambio climático en Brasil, Geledés sostiene que las autoridades nacionales e internacionales reconozcan el racismo ambiental, concluye.

El movimiento negro de la Amazonía

El Centro de Estudios y Defensa del Negro do Pará (Cedenpa) es una de las principales referencias del movimiento negro en la ciudad anfitriona de la COP-30. Fundada en 1980, la entidad lucha contra la visión estigmatizada de la Amazonía.

La organización llama la atención sobre el hecho de que las poblaciones negras, indígenas, quilombolas y fluviales son las más vulnerables a la crisis climática.

Desde siempre hemos luchado por combatir la visión de que la Amazonía es sólo bosque, una “alfombra verde”, formada sólo por árboles y ríos, esa imagen aérea, y pensamos a los ribereños de forma romantizada e indígena como algo sacado de una película”, protesta el estudiante Rui Gemaque, miembro del Colectivo Juvenil Negro de Cedenpa.

La Amazonía tiene, sobre todo, una población indígena, negra, remanente de quilombos, río, que también es más vulnerable a los fenómenos meteorológicos extremos. Un ejemplo de ello es lo que está ocurriendo en este momento con los vecinos del municipio de Chaves, en Marajó. Se enfrentan a inundaciones e inundaciones cada vez más estrictas”, añade.

Para Gemaque, la Conferencia del Clima en Belém es una oportunidad para atraer los ojos del mundo a los problemas ambientales de la Amazonía.

Pero cree que la COP-30 no resolverá los problemas climáticos de la población. Señala que las mega obras en marcha en la ciudad para atender la demanda del evento van en contra de la preservación del medio ambiente.

Desde que la ciudad fue anunciada como sede de la COP-30, lo que observamos son anuncios políticos, pero ningún compromiso de facto con el debate ambiental. Las mismas obras que se dicen son "legítimas" de la COP atacaron el medio ambiente - como es el caso de la Avenida Liberdade y la duplicación de Rua da Marinha”, dice el activista.

Desprecian la geografía de la Amazonía, eliminan las poblaciones que viven en los ambientes de las obras, arroyos llenos de sedimentos, talan árboles. La realidad es que los gobiernos están más preocupados por utilizar la COP para hacer negocios que en el aspecto social, de hecho, llegar a soluciones a los problemas climáticos y a la población más afectada por catástrofes”.

Según Gemaque, el “esfuerzo global” contra el cambio climático debe pasar por el diálogo con las comunidades. “Es en el conocimiento de nuestros pueblos donde buscamos estrategias sostenibles. El modo de vida de los indígenas ya existía mucho antes de la llegada de los portugueses, con sus propias tecnologías y convivencia mutua con el bosque”.

Esperamos una nueva posición de la presidencia de la COP que incluya toda la diversidad de la Amazonía. Que nos alejemos de esta lógica desarrollista hacia un desarrollo que considere la adaptación climática, es decir, que resuelva los problemas de saneamiento y movilidad urbana básica de la población. Entonces, tal vez los desastres ambientales que se están amplificando no nos afecten tanto”, concluye.

Publicado originalmente en: almapreta.com.br