“El Estado está sufriendo muchos cambios este último tiempo y esos cambios tienen que ser discernidos también por la sociedad, especialmente por los legisladores para que los derechos de las personas no sean vulnerados y todos podamos estar incluidos en el desarrollo del país y de la convivencia cotidiana”, afirmó el obispo Dante Braida, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social en una entrevista publicada en la web oficial de la diócesis de La Rioja, de la que el obispo es titular. “Nos preocupa cuando algunos de esos derechos son vulnerados o no son tenidos en cuenta” dijo y agregó que “en ese sentido confiamos en que los tres poderes del estado con su independencia, unos de otros, puedan poner el foco en la persona humana, fomentar el cuidado de los derechos de todos, especialmente de los más vulnerables”.
Braida, nacido en Reconquista (Santa Fe) en 1968, fue elegido en noviembre último como máxima autoridad de la la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina. Fue nombrado obispo por el papa Francisco en 2015 y se desempeñó primero como auxiliar en la arquidiócesis de Mendoza y desde diciembre de 2018 en su actual destino en La Rioja.
Consultado sobre las “periferias más urgentes” el obispo riojano se refirió prioritariamente al “trabajo informal de mucha gente que no llega a cubrir sus necesidades básicas”. Y al respecto añadió que “ha crecido el número de personas que viven en situación de calle y por lo tanto la pastoral de la calle es fundamental para acudir a estas realidades que son verdaderas periferias”.
El obispo destacó al mismo tiempo que “nuestro país es muy solidario, sensible a las necesidades de las personas, con énfasis en los momentos de crisis, de catástrofes; inmediatamente hay una organización que surge y que se manifiesta en el cuidado del prójimo”. Y subrayó también “el valor de la caridad, de la justicia, en algunas ocasiones en la promoción de la justicia a través de organizaciones”. Del mismo modo ponderó “la capacidad de organizarse, de muchas entidades sociales confesionales o no, que permiten mirar con esperanza, demandar derechos, proponer salidas para el crecimiento o a veces también para organizar, por ejemplo, cooperativas de trabajo”.
En la entrevista se abordó además la cuestión relativa a la baja de edad de imputabilidad de los menores, un tema que ha sido sensible para varios obispos católicos.
Para Braida “la solución a la delincuencia de menores no es bajar la edad sino algo más profundo como presentar un proyecto de vida, una buena alimentación y educación, cuidar la familia, promover la reinserción”. Sobre el tema argumentó que “la verdadera solución radica en la posibilidad de prevenir la conducta de los niños y jóvenes que transgreden la ley y para esto hace falta, además de la intervención del Estado, una amplia participación ciudadana y de las instituciones que integran la sociedad”. Agregó también que “hace falta abarcar la problemática de la delincuencia juvenil de un modo más amplio y con todos los actores sociales que tengan que ver con la vida de un adolescente, buscando indagar en las causas por las cuales los menores delinquen para poder llegar a soluciones de fondo”. Porque, admitió, “si bien quizás sea necesario revisar el actual régimen penal juvenil, en el eje hay que poner el acompañamiento y promoción integral para el desarrollo de los menores, pero sin bajar la edad mínima de imputabilidad”. Y se sinceró señalando que “en la Iglesia también necesitamos hacer una reflexión a fondo y buscar iniciativas que ayuden a la prevención del delito juvenil y el acompañamiento de situaciones complejas”.
En relación a la participación ciudadana en la sociedad Braida sostuvo que “todos los seres humanos merecemos vivir dignamente en el lugar en donde nos encontramos, es por eso que la sociedad debe generar un ambiente adecuado para que la vida se desarrolle. Todos debemos participar de la vida de la sociedad, con nuestros talentos, capacidades, para ocuparnos del lugar en donde estamos y para que todas las instituciones puedan funcionar comenzando por las escuelas, los centros de salud, los clubes, los centros vecinales”.
Para el presidente de Pastoral Social es necesario “que el ciudadano participe de la vida social también planteando dificultades, problemas, aportando a su resolución y, para que esa sociedad esté organizada, es necesario que haya participación en el ámbito de la política y que las instituciones del estado funcionen adecuadamente” porque “nadie puede quedarse fuera de participar en la sociedad en la cual vive”.
Respecto de su propia labor el obispo afirmó que “la Pastoral Social debe generar espacios de escucha y diálogo que permitan consensos y, de igual modo la participación ciudadana, la preservación del medio ambiente, las adicciones y el cuidado de la vida son ejes que hay que considerar centrales”-
En relación al trabajo que le espera durante los próximos tres años al frente de la comisión episcopal encargada de las cuestiones sociales, el obispo Braida manifestó que “quisiera que la Pastoral Social de este tiempo pueda fortalecer y promover cuatro ejes principales: la dimensión social de la fe, que cada cristiano pueda vivir a fondo su identidad en los compromisos sociales que pueda asumir; la participación como ciudadanos, que seamos parte de la vida social; el cuidado del ambiente y, por último, ver cómo tratamos el tema de las adicciones, el sentido y cuidado de la vida y con aquello que la daña como lo es el narcotráfico”. Se mostró dispuesto además a “fomentar y generar espacios de escucha y diálogo en la sociedad para llegar a consensos que ayuden a enfrentar las crisis estructurales que tiene nuestra sociedad” de modo tal que la Pastoral Social sea un área “inserta en la sociedad que debe iluminar y dejarse iluminar por ella para que la vida de las personas se planifique y los cristianos sepamos ser puentes de la Buena Noticia”.