Magia y misterio

A diferencia de la arrasadora movida madrileña posfranquista, Barcelona “pivotaba entre el impulso modernizador institucional y la contestación cultural, entre la euforia oficial y la subversión”, cuenta la galerista Rocío Santa Cruz. Es ella quien descubrió la obra que el fotógrafo Javier Inés hizo en esta ciudad y quien se encargó de que estos trabajos, inéditos por décadas, se exhiban ahora en su galería RocioSantaCruz, en la Gran Via de les Corts Catalanes. Inés marca esos contrastes en sus retratos en blanco y negro, llenos de una festiva impudicia. Rockeros, bohemios, chicas trans, todo ese mundo nocturno fue el que él fotografió cuando se mudó desde su Zaragoza natal (su apellido, dirá luego, es un homenaje a la monja que lo crió en un orfanato) a Barcelona en 1985. Por entonces, ya revistas contraculturales como Ajoblanco o El viejo topo también se nutrían de su trabajo. Nacido en 1956, falleció en 1991 con la pandemia de sida, a los 34 años. Su pareja preservó durante décadas estas fotos y fue la gran fotógrafa española Colita quien le recomendó a Santa Cruz ocuparse de la obra de Inés, que solo se había exhibido en dos de los bares del momento: el Universal y el KGB. “Javier es el fotógrafo de los ochenta. No era un desconocido ni mucho menos. Estaba de moda. Pero de repente su trayectoria se cortó en seco y eso fue tremendo porque tenía muchas cosas que hacer: en este momento sería un clásico”, explica Colita desde uno de los monitores de la muestra. También resalta el modo de Inés de retratar una Barcelona canalla que el artista fotografió “sin meterle el dedo en el ojo”. En los materiales que circulan a propósito de la muestra, Inés dice: “Creo que mis personajes son felices, aceptan su destino y yo intento que los rostros tengan humor y sean divertidos. No me conformo a hacer una fotografía, un retrato, quiero ir más allá, hacer aflorar un misterio, un poco de magia”.

No lloren por ella

Rachel Zegler viene de tener más de un dolor de cabeza por su protagónico en la versión fílmica de Blancanieves en formato Disney. “No es lo suficientemente blanca”, bramaron los usuarios de las redes sobre esta actriz de 23 años de madre colombiana. Zegler les respondió que, en verdad, no se bancan “mujeres que tengan roles de poder”. A esto se le suma una interna con la actriz que hace el papel de la reina malvada, Gal Gadot. Y es que Gadot es defensora acérrima de su Israel de origen y Zegler ha mencionado su simpatía por Palestina. En consecuencia, Disney suspendió diversos eventos promocionales para que las actrices no se sigan cruzando. Mientras tanto, Zegler se convertirá en la próxima Eva Perón en el musical Evita que se estrenará en el West End. Esta obra teatral de Andrew Lloyd Weber ya le hizo probarse el traje de Eva en versiones anteriores, cuando se transformó en un fenómeno de público en Broadway, a Elaine Page, Patti LuPone y por supuesto, a Madonna, que protagonizó la película estrenada a mitad de los noventa. Ahora será el turno de Zegler, que durante doce semanas será la Primera Trabajadora Peronista en el London Palladium. Al momento de mostrar sus credenciales para el protagónico, la actriz no dudó: “Mi papá y yo cantábamos ‘No llores por mí, Argentina’ en el patio de mi casa”, sostuvo. La obra estará dirigida por el británico Jamie Lloyd y prevé su estreno el 1 de julio con funciones que durarán hasta el 6 de septiembre próximo.

Cazadores de nubes

“Cosechar” niebla en grandes proporciones podría ser una solución a la escasez de agua potable en las regiones más áridas del mundo. Así lo ha concluido un estudio realizado en la ciudad chilena de Alto Hospicio, ubicada en el Desierto de Atacama, que fue publicado este verano en la revista Frontiers of Environmental Science. Según la investigación, las nubes de niebla que se acumulan regularmente sobre la ciudad montañosa son una fuente desaprovechada de este recurso tan valioso. Si bien la “cosecha” de niebla no es algo nuevo –uno de los sistemas de recolección más grandes se encuentra en el Sahara– este estudio es pionero pues se enfoca en la posibilidad de abastecer una ciudad completa, y no únicamente pequeñas comunidades rurales. "Nuestros hallazgos demuestran que la niebla puede servir como suministro urbano complementario en zonas áridas donde el cambio climático exacerba la escasez de agua”, dijo Virginia Carter, una de las responsables del proyecto. La científica explicó que por su geografía, Chile tiene la particularidad de contar con mucha densidad de niebla marina. Su equipo está trabajando actualmente en un mapa de recolección que busca identificar otros lugares en donde este modelo se pueda implementar. “Va a ser importante hacer otras investigaciones. Ya sabemos cuánta agua y dónde encontrarla. Después habrá que profundizar en la calidad del agua y los métodos más adecuados para potabilizarla", agregó Carter.

Cómo fracasar con éxito

En 2017 el psicólogo Samuel West construyó el Museo del Fracaso, un emprendimiento que se convirtió en un mega éxito… aunque ahora él mismo quiere que fracase. El fundador del Museo que rinde homenaje a productos fallidos como la Pepsi Cristal o un palo de golf que también sirve de urinario, está montando una ruidosa campaña online para la nueva exposición: quiere que el Museo fracase de forma tan espectacular como los objetos que expone. West, que fue desplazado de su propio proyecto aunque aún está en control de la página web, está pidiendo que la gente no compre entradas para la nueva muestra en San Francisco –muy cerca de Silicon Valley, la capital del fracaso– pues asegura que su socio Martin Biallas le robó su colección y la está inaugurando sin su permiso. Riña real o publicidad inmersiva, ha habido entre ellos algunos intercambios tan violentos como divertidos: West se refirió a Biallas como “El Donald Trump del mundo del arte de mal gusto”, y él le respondió que su intento por ser un empresario del arte era “un insulto a los fracasados”. El museo itinerante, que empezó en Suecia como una pequeña muestra de objetos conseguidos en Ebay, ha atraído a multitudes de todo el mundo por su colección de innovaciones insólitas, o demasiado visionarias para el mercado, como la lasaña de carne de Colgate –el intento del fabricante de dentífricos de vender cenas congeladas– o el condón en aerosol. West explicó que concibió la idea fascinado por la forma en que el miedo al fracaso ahoga la innovación en los lugares de trabajo. “Un museo era una forma emocionante y divertida de comunicar las ideas de desestigmatizar el fracaso y aceptarlo”, dijo el psicólogo, aunque en breve tuvo que lidiar con las consecuencias del fracaso propio: en dos años se vio inmerso en una batalla legal con dos socios por la propiedad del museo y, al no poder pagar los costos judiciales, fue declarado en quiebra. Martin Biallas, de 65 años, por su parte es conocido por extrañas exposiciones como las recreaciones a tamaño real de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel y otras vinculadas a Los Pitufos o Hot Wheels. Ambos hicieron sendas muestras del Museo en Nueva York, Los Ángeles y Shanghai, pero ahora no parece haber acuerdo y se ve que la cosa solo se resolverá por la via legal. En la página web, West se autodedicó una cita de Jon Sinclair que solía compartir con otros: “El fracaso es un moretón, no un tatuaje”, se lamentó. ”Sé que es verdad pero también cuando me golpea en la cara, duele”.