En la noche del martes, luego de que Garbage se despidiera de su show en Obras, una espectadora que esperaba a la Línea 130 en Avenida del Libertador se subió al colectivo luciendo una remera que rezaba: “Las mujeres inventamos el punk rock, no Inglaterra”. El contexto era idóneo para el empoderamiento, a partir del temperamento y la retórica que supo cultivar Shirley Manson. Sin embargo, antes que 1977, el año cero del punk, ella prefirió reivindicar durante su actuación a 1995, el momento del máximo apogeo del rock alternativo. “Parece que fue hace un siglo, ¿verdad?”, dijo la cantante en la antesala del hit “Cherry Lips”. “Vamos a llevarlos de vuelta a una época en la que no había tantos problemas. Tengo la sensación de que 1995 fue un año genial y tranquilo. No sé cómo fue en la Argentina, pero yo lo viví así”.

Si bien al final de su perorata la frontwoman pidió disculpas por su desconocimiento de lo que pasó acá, 1995 fue realmente intenso para la Argentina. Algunos lo recuerdan por la reelección de Menem o por las protestas que hubo, mientras que los más nostálgicos evocan el estreno de CQC o el debut de los Rolling Stones en el país. En ese entonces, toda una generación de jóvenes argentinos también quedó deslumbrada por el cuarteto y especialmente por su entonces colorada vocalista. El 15 de agosto de ese año apareció el primer disco de Garbage, titulado de manera homónima y del que se desprendieron cinco singles, uno mejor que el otro. Aunque el aval del proyecto pendía sobre su baterista, Butch Vig, quien en 1991 coprodujo la obra maestra de Nirvana: Nevermind.

Ahora que se cumple el 30 aniversario de ese lanzamiento, el grupo volvió a la ciudad de la mano de una nueva gira sudamericana que en ningún momento tuvo la intención de celebrar a ese álbum o a esa situación iniciática. Más allá del arrebato de Manson, o de la circunstancia nostálgica que en sí misma encierra verlos en vivo para los que fueron testigos de sus comienzos y evolución, fue simplemente casualidad. De hecho, esta serie de recitales, incluyendo el de la capital argentina, pareció una decisión gimnástica por parte de la banda, tanto para no desatender a una plaza que no suelen frecuentar como para volver al ejercicio de los tours. Y es que Garbage ya tiene listo un álbum nuevo, Let All That We Imagine Be the Light, que verá la luz el 30 de mayo.

De su inminente disco, la banda no tocó ninguno de sus 10 temas. Página/12 asistió a la presentación previa a este desembarco porteño, el domingo pasado en la ciudad chilena de Concepción, donde tampoco estrenó nada de lo nuevo. Esa performance estuvo enmarcada en el Festival REC, por lo que su duración fue más acotada, a diferencia de lo que mostraron en Obras. Otra cosa que distanció a aquel recital de éste fue la polémica que giró en torno al final. Allá, cuando los norteamericanos salieron a hacer el bis, el público se quedó sin sonido, en tanto el grupo se escuchaba adentro del escenario. Inicialmente se pensó que les habían cortado el show, generando malestar colectivo. Lo que pasó fue que uno de los transistores de la consola que ellos llevaron se había fundido. Así que la mandaron a reparar a Brasil, su próxima escala, y acá usaron una alquilada.

La última vez que se los había visto por estos lares había sido en 2016, en el estadio Luna Park (Manson regresó en 2019, pero sin sus compañeros, para ofrecer un conversatorio). Si en aquella ocasión la convocatoria no acompañó a la banda, esta vez la cuestión se sinceró y Obras se amoldó a la altura de las expectativas. Es por eso que sólo se habilitaron el campo y la platea norte, en tanto que las populares estuvieron cerradas. Apenas irrumpió por el escenario, Garbage, que reclutó para esta gira a la bajista Nicole Fiorentino (tocó con otros grupos del palo, como Veruca Salt y The Smashing Pumpkins), apeló por un inicio que a punta de hits se paseó por distintas etapas de su trayectoria. Tras levantar el telón con “Queer” y “Fix Me Now”, incluidas en su primer disco, siguió con “Empty”, de 2016, y “Sex Is Not the Enemy”, de 2005.

Esa selección no sólo abordó los matices, que iban del groove oscuro a la solvencia sónica, sino también temáticas que oscilaban entre el existencialismo y la concienciación. Si en este show la fronwoman resignificó “Queer” (inspirada en el colectivo LGBTQ+) por el acoso que padecen los trans y las trans en los Estados Unidos, “The Men Who Rule the World” está basada en la cuarta ola feminista en la Argentina y Chile. Al respecto, Manson, dueña de una capacidad de oratoria contundente, manifestó: “Soy una feminista acérrima y siempre lo he sido. Eso no significa que no ame al hombre”, afirmó. “Como escocesa, fue inspirador ver a las mujeres hablar en el parlamento. Pero acá las mujeres tomaron la calle, levantaron los puños y pidieron mejores condiciones, y eso fue valiente”.

De su disco de la tapa naranja, Version 2.0, tomaron “Wicked Ways”, cuyo síncope tiene afinidad con el de “Personal Jesus”, himno de Depeche Mode, al punto de que lo mecharon casi al final del tema. Y también escogieron de ahí el introspectivo “The Trick Is to Keep Breathing”, seguido por el rabioso “Blood for Poppies” y el ponzoñoso “Wolves”, dedicado a Barbi Recanati, acto soporte local de la fecha y por la que Manson (vieja amiga suya) confesó su admiración. Pero a pesar de los hits y de la elocuencia. Garbage hasta ese momento no había logrado conectar con el público. Cuando la batalla parecía perdida, cuatro canciones más tarde consiguieron rescatar el show. Y lo hicieron mediante “Special”, cuya luminosidad es capaz de despertar a los más zombis, respaldada luego por su mega éxito “Stupid Girl”.

Tras el rebelde “Only Happy When It Rains”, el cuarteto bajó un cambio con el onírico “Milk” y “#1 Crush”. Pese al estado anímico del tándem de temas, la sintonía no decayó, lo que bien testimoniaron los pegadizos “I Think I'm Paranoid”, donde Manson evidenció el peso de músicas como Patty Smith o Belinda Carlisle en la profundidad de su voz, y “Cherry Lips (Go Baby Go!)”, que equilibraron nuevamente el ímpetu del estadio. Garbage volvió a rockear en “Push It” y subió decibeles cuando la cantante se colgó la guitarra eléctrica en el final de “You Look So Fine”, sumándose a las violas del elegante Duke Erickson y del adorablemente tosco Steve Marker. Para el bis, el grupo invocó a “No Horses” y “When I Grow Up”, lo que le puso el moño a un retorno en el que Garbage mostró su fortaleza.