Una nueva serie es furor en la plataforma de streaming, una nueva serie que habla acerca de la problemática adolescente, se llama justamente Adolescencia. Ninguna alusión a nada distinto a lo que quieren que veamos, lo que llama sí la atención son tres cuestiones: se habla de la adolescencia temprana, 13, 14 años; se intenta describir toda la gama de “trastornos” ligadas a las múltiples pantallas (sobre todo al celular inteligente) y se alerta a los grandes (padres, detectives, docentes) de que, a pesar de lo que piensan, cualquier hijo de vecino podría ser un asesino. En cada episodio, salvo el último, se muestran fotografías de otros adolescentes que han vivido situaciones de violencia extrema como en la serie de cuatro capítulos.

El visionado no sorprende, hace más de quince años escribí un libro que comenzaba con el capítulo “Temo por nuestra suerte de padres”. Tenía que ver con la colonización de la subjetividad infantil y adolescente a partir de las múltiples pantallas: desde las consolas de los videojuegos, la computadora personal y los celulares inteligentes.

La serie es una lista bien realizada ligada a las consecuencias en las adolescencias de esas múltiples pantallas. Pareciera querer abrir los ojos de los adultos y sobre todo de los padres. No somos nosotros/as quienes los conocemos sino los adolescentes quienes nos dicen: “Ustedes no tienen nada que ver con nosotros”, en un crudo choque generacional sostenido desde hace muchos años en las historias de Instagram.

La lista no es interminable, aunque la tecnología y el ingenio juvenil agregan nuevas que no conocíamos.

1. La nueva: ser acusado de Incel se ha viralizado entre jóvenes que acusan a muchos de ellos de “célibes involuntarios”. Una denominación original que implica una nueva desigualdad entre masculino y femenino: la llaman la ley del 80-20. Al 80 por ciento de las adolescentes le gusta solamente el 20 por ciento de los adolescentes, para el 80 por ciento restante de los chicos, el destino Incel está garantizado. A quienes están en el 80 por ciento le llueven las peores provocaciones.

2. Los emojis, que ya a esta altura están catalogados por tipo, intensidad, color, y son tan poderosos como la peor y más virulenta agresión. Un emoji vale tanto como una puñalada que el personaje principal deja caer sobre el cuerpo de la chica asesinada. Pensaba que había tenido una inteligente estrategia para salir del 80 por ciento. 

3. Difusión de imágenes íntimas no autorizadas es ya un clásico en las redes sociales. Toda la escuela había visto los pechos de la chica asesinada y el protagonista intenta invitarla a salir diciéndole que, a pesar de sus pechos planos... y ella se burla de él posteando algunos emojis, acusándolo de Incel. 

4. Inversión de roles: los adultos y los padres quieren saber los motivos pero no entienden nada, son los hijos quienes, por vergüenza, les abren los ojos. 

5. Un tiktokero de 13 años haciendo gala delante de sus compañeros de haber monetizado su protagonismo en las redes. 

6. Los padres del protagonista preguntándose qué hicieron mal. El padre quejándose porque creía que había sido un buen padre, su padre le pegaba con cinto, y él nunca le había pegado a su hijo, creía que el hijo estaba bien, si estaba en su habitación con su computadora, ¿qué le podría pasar?

7. La escuela convertida en un “corral” para adolescentes, lleno de olores fétidos y docentes que apelan sin suerte a las normas disciplinarias. 

8- El asesino encarcelado hasta el juicio en un centro para débiles mentales en cuyo sótano el gobierno ha autorizado un laboratorio de tortura. Lo mejor de la serie es la entrevista de la psicóloga con Jamie, le lleva el chocolate con malvaviscos que tanto le gusta, y le habla intentando escuchar su verdad. 

9. Los ataques de ira que tiene son también muy usuales ligadas al poco umbral a la frustración. La absoluta indiferencia de los adolescentes por las normas de las autoridades y en general de los mayores:  no tienen ningún problema en agredirlos, no darles bola, salir corriendo del aula por la ventana. 

10. Saber exactamente cuáles son sus derechos de la niñez y de la adolescencia y al mismo tiempo de no dar ninguna información que pudiera perjudicar su influencia en las redes sociales.

Esta serie nos refresca una vez más de las consecuencias de las múltiples pantallas en jóvenes cada vez más jóvenes, ¿la próxima se hará con protagonistas de 8 o 9 años?, y ¿qué hacemos? ¿Qué hicimos mal se preguntan los padres? Nada, es la nueva época, son las múltiples pantallas, ya no tememos por nuestra suerte de padres. Hasta tenemos series que nos abren los ojos y que agradecemos porque nosotros, a su vez, también estamos tan adictos a las múltiples pantallas como nuestros hijos. ¿La suerte está echada? ¿Tendremos los padres que llevar el mote de haber sido malos padres, de no habernos dado cuenta de lo monstruoso de la adolescencia de hoy? Ellos eran una "familia normal", no han hecho nada más que dejar a su hijo frente a las múltiples pantallas pero ¿no es acaso lo que hacemos todos y todas?

Martín Smud es psicoanalista y escritor.