Desde fines de 2023, en el mercado de la yerba se exhibe una situación muy clara: mientras el precio de la materia prima (la hoja verde) se mantuvo, e incluso bajó, el precio en góndola se incrementó significativamente.

El precio de la hoja verde por kilogramo ascendía en diciembre de 2023 a 210 pesos y en marzo de 2024 a 250 pesos. En marzo de 2025, los industriales le ofrecen menos de 200 pesos por kilo a los productores.

En diciembre de 2023, el precio en góndola por kilo era de 2.794 pesos y en febrero de 2025 ascendía a 4.501 pesos. Es decir, se incrementó 61%.

Esto dió lugar a un empeoramiento de la relación entre el precio al productor y el precio en góndola: los productores están percibiendo sólo el 13,3% del precio final, si consideramos que se necesitan 3kg de hoja verde para producir 1kg de yerba mate. Este ratio es el más bajo desde diciembre de 2019, y más de 11 puntos por debajo del promedio del período 2020-2023 (24,3%).

Desregulación

¿Por qué ocurrió esto? Porque el gobierno de Javier Milei eliminó la única herramienta que existía para intervenir en el precio: el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). A través del DNU 70/2023, se eliminó la potestad del INYM de acordar de manera semestral el precio de la materia prima, que obligaba a los productores e industriales a negociar un monto, y sólo en caso de que no lograran un consenso, el Instituto laudaba (esto es, fijaba) el precio.

Si bien hubo presentaciones judiciales que generaron idas y vueltas en cuanto a la vigencia de este capítulo del DNU (el Estado Nacional ha apelado la medida ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sin que ésta se haya expedido hasta la fecha), lo cierto es que en la práctica, el Instituto se desentendió de esta cuestión, principalmente negándose a nombrar al Presidente del INYM y por ende impidiendo el normal funcionamiento del organismo.

¿Por qué era importante que el INYM tenga esta función? Porque en el mercado de la yerba mate no hay “competencia perfecta”. Para explicarlo es preciso describir la cadena de producción de la yerba mate. 

Concentración

Yendo en sentido inverso, encontramos en la góndola 5 empresas que concentran el 85% del total, con marcas diversas. La más importante, “Establecimiento Las Marías” representa el 37% del mercado con sus distintas presentaciones (Taragüi, Unión, La Merced y Mañanita). El porcentaje asciende al 50% si incluimos a la segunda empresa más importante, Molinos Río de la Plata, con sus presentaciones Nobleza Gaucha y Cruz de Malta.

Más atrás en la cadena se ubican unos pocos industriales, que sólo tres de ellos concentran el 49,5% del total de la producción, y diez abarcan el 76,8%, que le compran la materia prima a unos 12.000 pequeños productores de hoja verde. En ese mercado tan dispar (conceptualizado como oligopsonio por la literatura), el precio no es resultado del libre juego de la oferta y la demanda, sino que los pocos compradores (industriales) tienen una capacidad enorme de fijar el precio para los cientos de vendedores (productores). De allí la importancia del INYM.

Desde el último laudo (con vigencia a abril de 2024) en adelante, el INYM no ha determinado un precio. La resistencia de la industria a un precio razonable para la hoja verde, redujo a mínimos históricos el porcentaje de participación del productor en el precio final de la yerba mate.

Sobreoferta

La capacidad de imponer precio se ha visto potenciada por la disposición del gobierno nacional de reducir impuestos a la importación de productos como la yerba: son las mismas industrias las que importaron en 2024. 

Esta medida, en el contexto de atraso cambiario, impulsó un exponencial aumento de importaciones de materia prima de menor calidad y por ende menor precio que la local: en 2024 ingresaron provenientes de Paraguay y Brasil 11,9 millones de kilogramos, 80,1% más que el mismo período de 2023.

A su vez, producto de la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos, el consumo de yerba se desplomó 9,3% en 2024 en relación a 2023. Este registro es el peor de los últimos ocho años.

A la desregulación entonces, se suma la sobreoferta, ocasionada por el incremento de importaciones (5 millones más de kg que en 2023), atenuada por el aumento de las exportaciones (4 millones más de kg que en 2023) y empeorada por la caída del consumo interno de yerba (26 millones menos de kg que en 2023).

Rol del INYM

Esta situación desató protestas que ya llevan un mes en la provincia de Misiones y escalaron el domingo 9 de marzo con el desalojo de la ruta y la detención de al menos cuatro productores por parte de la Policía de dicha provincia.

Desde Unión por la Patria, se presentó un proyecto de Resolución (0133-D-2025) y un proyecto de Ley (0134-D-2025) para abordar la problemática. El proyecto de Resolución propone instar al Poder Ejecutivo a que designe su representante en el INYM y así regularizar el funcionamiento del organismo. Por su parte, el proyecto de Ley busca derogar el artículo 165 del Decreto 70/2023 y así restituir la atribución del instituto de fijar precio.

La desregulación se presenta como novedad, pero en realidad es un retorno a la década del 90, que el actual Presidente recuerda con nostalgia: el Estado se corrió de su rol de regulador (o por lo menos de regular en favor de las mayorías). 

Durante ese período, los productores sufrieron el deterioro progresivo de sus ingresos: mientras que el precio en góndola se mantuvo estable, el que recibían por cada kilo de materia prima cayó 80%, perjudicando los márgenes de ganancia de los pequeños productores en beneficio de los sectores más concentrados de la industria.

 

Esta circunstancia llegó al límite en el año 2002, en el que tras un tractorazo realizado por productores yerbateros, el Estado Nacional decidió avanzar con la creación del INYM, y a partir de allí los productores comenzaron un proceso en el que pudieron recuperar el terreno perdido. 23 años después, el Instituto ha sido despojado de una de sus funciones centrales y los productores una vez más luchan por obtener un precio justo.

*CEPA