Argentina se coronó como el país con más anomalías térmicas de Sudamérica: registró un aumento de casi 1°C en el último año, comparado con los últimos 30 años (1991-2020), según un informe de la organización científica internacional Climate Central. Entre diciembre de 2023 y febrero de 2024, el 84 por ciento de la población de la región experimentó 30 días de altas temperaturas, producto del calentamiento global. Tanto Chile como Argentina registraron más días de riesgo por calor. En nuestro país hubo 40 días en total, de los que 18 están directamente vinculados al cambio climático. La ciudad de Córdoba fue la más afectada, con un aumento inusual de 1,2°C y 22 días de calor extremo. Le siguieron Buenos Aires (0,7°C más) y Rosario (0,6°C más). Las primeras dos ciudades argentinas figuran en el top 10 (puestos primero y décimo) de las que sufrieron mayor aumento de temperatura en la región.

Según el informe, el cambio climático es el principal agudizador estas temperaturas extremas y está vinculado al aumento de gases de efecto invernadero emitidos por las actividades humanas. Mientras el gobierno nacional toma una posición negacionista, los efectos del cambio climático no se quedan sólo en el calor

Fenómenos extremos

Según otra investigación publicada por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la frecuencia, la intensidad y la duración de los fenómenos meteorológicos extremos está aumentando. En esta categoría clasifican a las olas de calor y de frío, las lluvias intensas, las tormentas severas, la caída de granizo y los incendios y sus dinámicas.

En esta línea, el informe anual de la la Organización Meteorológica Mundial (WMO) confirmó que la crisis climática está intensificando fenómenos extremos en todo el planeta, con consecuencias devastadoras para los ecosistemas, la economía y la salud pública. Tanto las inundaciones en Bahía Blanca y las regiones cercanas como los incendios forestales en la Patagonia y en Corrientes ejemplifican estos fenómenos y profundizan la problemática: al haber menos árboles, se pierde la capacidad de generación de oxígeno y enfriamiento natural y al haber habido incendios, la tierra pierde sus propiedades de absorción del agua.

La meteoróloga argentina Celeste Saulo, presidenta de la WMO, advirtió: "Nuestros océanos siguen calentándose, el nivel del mar continúa en aumento y la acidificación se intensifica. Los glaciares retroceden y el hielo marino de la Antártida alcanzó su segunda extensión más baja jamás registrada". En el informe advierten que en 2023 fenómenos de este estilo causaron desplazamientos masivos de población, pérdidas económicas millonarias y una crisis alimentaria en al menos 18 países.

Un Estado presente

Este fenómeno de aumento de las temperaturas se enmarca en un contexto global alarmante: 2023 fue declarado el año más caluroso en los últimos 175 años de acuerdo con WMO. Sin embargo, más allá de mejorar desde el accionar individual, Matías Arrigazzi, especialista en biodiversidad de GreenPeace advirtió en diálogo con Página/12 el rol fundamental del Estado. "Necesitamos la ayuda de quienes toman las decisiones y quienes de alguna forma dirigen nuestro rumbo", declaró señalando que si bien no se puede deshacer el daño, se tiene que trabajar en revertir la tendencia.

Así, Arrigazzi comentó: "tenemos que adaptar nuestras actividades para que sean más amigables y nos permitan tener reguladores naturales. En lo posible, tenemos que mitigar lo que es el calentamiento global, el ascenso de la temperatura y la emisión de gases de efecto invernadero, que hacen que aumenten la frecuencia de estos eventos. Esto nos llevaría a que la naturaleza nos ayude a sufrir menos estos eventos que, lamentablemente, van a seguir ocurriendo". De esta forma, los presupuestos estatales tienen que adecuarse al contexto. "Nadie tiene que sufrir un incendio o una inundación, partimos de ahí, pero además si lo vemos en costos en la parte económica, los costos muchas veces son mucho más altos una vez que sucedióque antes si se hubiera invertido para la prevención", sostuvo el ecologista.

Alerta temprana

Al recortar en áreas del Estado y en investigación, también se corren riesgos. "Si se hace un recorte presupuestario en alerta temprana y después esa alerta temprana no existe, las consecuencias van a ser peores. De eso no podemos escaparnos. No hubo 'ahorros' porque después vamos a tener que estimar más fondos para remediar. Además, posiblemente perdamos vidas, que son irrecuperables. Es lo que nos pasó no sólo en Bahía Blanca, sino en muchos fenómenos de este tipo", agregó Arrigazzi.

La WMO enfatizó la necesidad de fortalecer los sistemas de alerta temprana y los servicios climáticos para mitigar los impactos de estos fenómenos. Sin embargo, sólo la mitad de los países del mundo cuentan con estas herramientas y en nuestro país el Servicio Metereológico Nacional --encargado de esto-- está siendo vaciado.

El informe destacó que, aunque en 2023 se superó el umbral de 1,5°C de calentamiento global, los objetivos del Acuerdo de París todavía son alcanzables. Claro está, si los Estados tienen una política pública ambiental.

Informe: Natalia Rótolo.