Los resultados del Informe de avance del nivel de actividad del Indec para el año 2024 muestran crudamente la orientación que el gobierno de Milei quiere darle a la economía argentina. Se contraponen un crecimiento muy marcado de Agricultura y Ganadería, Pesca, y Minas y canteras, con la caída sensible de producción manufacturera, actividad de la construcción y comercio minorista. Es decir, la consolidación de los sectores extractivistas y exportadores frente a la depresión en todos aquellos estrechamente relacionados a la actividad interna, tanto en la producción como en el empleo. No es sorprendente que, entre los componentes de la demanda, caiga fuertemente el consumo mientras sube más de 20 por ciento la exportación, que es el destino buscado por los productos generados en el modelo extractivista.
Lo único que le falló a Milei en la evolución de la actividad económica en el año 2024, respecto a 2023, es que la inversión faltó a la cita. Cayó 17,4 por ciento, pese a todos los incentivos a la llegada del capital externo, algunos escritos en leyes de promoción y otros simplemente prometidos. Pero el capital extranjero no se terminó de convencer, en consecuencia no vino. Los acontecimientos de las últimas jornadas y la revelación de fuertes signos de inestabilidad en el frente externo empiezan a darle la razón a los capitalistas extranjeros por su desconfianza.
La estimación de la evolución de la economía en su conjunto que hace el Indec, como una suerte de anticipo de los datos de crecimiento del producto bruto interno que se conocerá más adelante, es que hubo una caída del 1,7 por ciento con respecto a 2024. Pero con una diferencia muy marcada entre sectores, como se indicó más arriba, y es la que debe analizarse para entender qué es lo que pasa detrás de ese promedio.
Como fue dicho, crecen las actividades extractivistas. Y mucho, en algún caso. Agricultura y ganadería creció 31,3 por ciento respecto del nivel de actividad de 2023, un guarismo exagerado por el impacto de la sequía en ese año 2023 que redujo entre 20 y 50 por ciento los niveles de producción en esa campaña de los principales cultivos agrícolas.
Minas y canteras exhibe un crecimiento anual del 7,4 por ciento, asentado en el desempeño del rubro hidrocarburos y en algunos minerales exportables que empiezan a ser figuras estelares de la nueva estructura económica, como en el caso del litio. La pesca también acompañó este proceso alcista de la producción extractivista, con un aumento anual de la producción del 6,9 por ciento.
Es notable la contracara con la industria manufacturera, que retrocedió un 9,2 por ciento, y el comercio minorista, con una baja respecto de 2023 del 7,3 por ciento en su nivel de actividad. Completan el panorama de la actividad interna, el dato de descenso en el sector de la construcción, que vivió una caída del 17,7 por ciento con respecto al año anterior.
Varios elementos aportaron a este brutal descenso de la construcción, y todos contundentes. Uno fue la paralización de la obra pública --sacrificada en el altar del ajuste--. Otra razón fue el violento descenso del poder adquisitivo de una población de ingresos medios y medio/alto, que es usualmente demandante de viviendas y oficinas. Muchas obras en construcción se paralizaron o demoraron su finalización para adaptarse a la menor capacidad de pago de los compradores, y otras empresas o emprendimientos privados abandonaron la escena. Y, finalmente, el atractivo de las colocaciones financieras distrajo del sector de la construcción a muchos eventuales inversores en ladrillos.
El sector de comercio exterior también exhibió las dos caras del modelo. Crecieron 23,2 por ciento las exportaciones, de la mano del motor de las actividades primarias, y cayó 10,6 por ciento la importación, arrastrada por la recesión y menor demanda de insumos, productos finales y bienes de capital. Es probable que este último dato se revierta en este 2025, porque las importaciones ahora repuntan no porque se haya superado la recesión interna, sino porque aparece el fenómeno del auge del producto importado que reemplaza al indefenso producto nacional.
El retroceso del Estado tanto en actividad económica, pago de salarios y jubilaciones y en regulaciones, tiene impacto en varios de los rubros mencionados. Los grupos económicos que controlan las exportaciones --no son más de veinte-- obtuvieron con la política de Milei grandes ventajas en sus relaciones internas con el resto de la economía, pero tenían en contra un esquema cambiario que produce un atraso constante en sus ingresos. Es previsible que hasta ese factor se corregirá a su favor antes de fin de año, con el salto cambiario impulsado por un acuerdo con el FMI, o las presiones especulativas incluso sin acuerdo.