Los primeros jubilados y jubiladas empezaron a copar la calle alrededor de las dos de la tarde, cuando el sol pegaba fuerte sobre el asfalto de avenida Rivadavia. Llegaron desde distintos puntos de la ciudad y el conurbano bonaerense en grupos pequeños. Una parte de ellos eran autoconvocados y otros estaban organizados en las agrupaciones que convocan cada miércoles. Había algo que los unificaba: el orgullo de volver al Congreso como cada miércoles, a pesar de los palos y las amenazas del Gobierno. "No tengo nada que perder", fue una de las frases más repetidas durante el recorrido que hizo Página/12 por la manifestación:
*Verónica (68) llegó desde Villa Urquiza. Cobra la mínima y todavía está pagando la moratoria. "Me quedan dos años más", dice. En marzo recibió menos de 400 mil pesos de jubilación. Debe "más de un palo" de expensas, y sus hijos varones la ayudan a llegar a fin de mes. El miércoles pasado estuvo en la marcha que terminó en represión, y en las corridas se le lastimó el tobillo. "Me quedé renga, pero jamás voy a dejar de venir". "Si lo dejamos de hacer, este tipo se va a creer en serio que es un emperador, y no lo podemos permitir".
*Victoria (73) es vecina de Alejandro Korn. Las marchas le encantan, pero por temas de salud no puede estar en todas las que le gustaría. Cuando el miércoles pasado vio los palos y los gases por la televisión, decidió que tenía que estar. Su hija Romina y su nieta Alma la acompañaron. "No la podemos dejar sola porque es capaz de hacer cualquier cosa", se ríe Romina. Las tres tenían algo de miedo, pero no tanto como para no protestar. Victoria mira las vallas a su alrededor y recuerda una canción de Horacio Guaraní, la Copla del Carcelero: "Estamos prisioneros/ carceleros", la canta y señala al Congreso. A esa hora, en Diputados se aprobaba el DNU de Milei y Caputo con la intención de endeudarse con el FMI.
*Jorge Raúl Solastieri (87) llegó desde Villa Luro, combinó colectivo y subte. Lo sostiene un bastón y en los hombros lleva una bandera argentina. Todos los miércoles está en el Congreso y tiene por costumbre hablarle a los policías que los rodean: “Empiezo diciendo que los respeto, primero como personas y después por la investidura, y también les pido que ellos hagan lo mismo conmigo”. Dice que en la plaza es feliz.
*Graciela (68) llegó desde Libertad, Merlo. Tiene puestos lentes de sol. Es muy bajita. Se trajo un cartel de cartón casi más grande que ella, garabateado en fibrón rojo con la frase: "Los árboles mueren de pie. Así estamos los jubilados, de pie, y luchando moriremos". Cobra la mínima, necesita comprar tres remedios. ¿Cómo hace para vivir?: "Vivo con medio kilo de pan y un litro de leche", dice.
*A Beatriz (71) y Susana (75), los manifestantes que pasan a su lado les piden una foto: las dos llegaron con la misma remera con una foto de Maradona y su ya clásica frase. "Hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados". Se las compraron a un familiar despedido del Ministerio de Salud que se puso un emprendimiento. "El miércoles pasado fue un horror", dice Beatriz, y cuenta que se metieron en un bar de por los gases.Tuvieron que asistirla en la cocina. "Yo ya estoy muerta de hambre, como una vez al día, cómo no voy a seguir viniendo".
*Isabel Aida (68) dice que no tiene miedo, que es necesario salir a defender los derechos de todos los jubilados. Saca su recibo de cobro de la cartera, lo muestra enfáticamente, quiere que todos vean que hoy cobró 322.000 pesos. Tiene un descuento de casi 20.000 por un crédito que pidió en ANSES. “El Gobierno tiene que pensar en la gente que no llegan ni a comer mientras ellos salen a robar. Que dejen las estafas y que le den a la gente pobre”, dice.
*Pedro Ávalos (70) llegó en silla de ruedas, tiene problemas motrices por las consecuencias de la poliomelitis. Junto a otros dos jubilados que también están en silla de ruedas avanzan por Avenida de Mayo. “Nos estamos sosteniendo con la ayuda de los hijos y de los amigos. No hay posibilidad de medicamento ni de ningún tipo de beneficio. Y no es cierto que no hay plata. En realidad hay plata, pero la desvían”, dice el hombre que también es abogado y defiende a las personas con discapacidad de la motosierra de Milei.
*Sergio Ríos (69) llegó en tren desde Pilar. Lleva un gorro forrado de celeste y blanco y una bandera argentina que dice: “Milei genocida”. Todos los miércoles participa de la marcha y por eso, dice, no les tiene miedo. “¿Sabés lo que pasa? La gente está podrida", se pregunta y contesta al mismo tiempo. Tiene 16 hijos que, según cuenta, son el impulso para estar en la calle: “lo único de lo que me alegro es que cuando llego a mi casa, vienen mis nietos a ver cómo está el abuelo”.
*Carmen (70) encabeza una columna que lleva una bandera con la frase: “ Robar a los jubilados es un crimen social”. Estuvo el miércoles pasado y dice que “no va a bajar los brazos hasta que se vaya Bullrich porque es la represora número uno”. Enfatiza en que la ministra de Seguridad “ya estuvo en el año 2001 y ahora sigue siendo cruel y cada vez peor”.
*Helena (72) vino a la Plaza desde Hurlingham. Milita en el Plenario de Trabajadores Jubilados, referenciado en el Frente de Izquierda. Dice estar "contenta" porque ve a su alrededor "mucha, mucha más gente" que la última vez. "Nos están hambreando, pero la lucha de los jubilados es tenaz. Va a quedar en la historia", se entusiasma.