Blancanieves - 6 puntos 

Snow White, Estados Unidos, 2025 

Dirección: Mark Webb 

Guion: Erin Crescida Wilson 

Duración: 109 minutos 

Intérpretes: Rachel Zegler, Gal Gadot, Andrew Burnap, Andrew Barth Feldman, Titus Burguess, Martin Klebba, Jason Kravits, George Salazar. 

Estreno en salas.

¡Ay, Blancanieves! Seguro nadie en el último piso de la torre Disney imaginaba que rehacer con actores su clásico animado podía resultar tan complicado. Pero el asunto se volvió un laberinto del cual la casa del Ratón nunca logró salir en su intento por quedar bien con todo el mundo, sueño imposible de cada productor en Hollywood. La intención era ofrecer una relectura más “inclusiva” del cuento cuyo origen debe rastrearse en la Europa medieval, con todos los sesgos que ello implica.

Cabe recordar que el original, primer largo animado producido por Disney en 1937, cardinal desde lo artístico y lo simbólico para la historia de los estudios, había sido objeto de varias impugnaciones desde el ala cultural ultraprogresista. Que estigmatiza a las personas con enanismo o que el beso a la joven hechizada representa una situación de abuso, asuntos a los que se sumó el ADN blanco que la protagonista comparte con la mayoría de las princesas Disney. Cuestiones que, atendibles o no, la nueva versión quiso “reparar” aunque fuera innecesario.

El tema del consentimiento del beso, argumento que casi pretende que Blancanieves deje un documento firmado donde se hagan explícitos deseos que el personaje deja bastante claros por otros medios, es subsanado con habilidad e incluso con humor, al introducir dos antecedentes que habilitan al principe a acariciar los labios de la joven dormida con los suyos, sin temor a ser cancelado. Principe que, por otra parte, tampoco pertenece a la realeza. En su lugar, se trata de una especie de Robin Hood que, en el marco de la tiranía impuesta por la reina malvada, le roba a la corona para alimentar al pueblo. En cuanto al hecho de que Blancanieves responda al fenotipo mestizo latinoamericano, en contra de la característica física que justifica el nombre del personaje: ¿afecta en algo al buen o mal desarrollo dramático de la historia? La respuesta es que no.

Convertir un cuento tradicional europeo en una fábula multirracial que intenta reflejar con mayor precisión a las sociedades occidentales actuales (y por lo tanto, también a las audiencias), es un elemento menor a la hora de juzgar lo que se ve en pantalla. Esto no debe ser leído como una argumentación wokista, sino a favor de que cualquier actor tenga la libertad creativa para interpretar a cualquier personaje, y cualquier adaptador de traicionar el original si lo considera dramáticamente oportuno. De hecho, más allá del eventual color de piel, la actriz Rachel Zegler encaja bien con las características del personaje animado, tanto como Gal Gadot con los de la Reina vanidosa. 

Algunas de las canciones de la banda sonora nominada al Oscar en 1938, como “Hi-Ho” o “Silbando al trabajar”, prestan su encanto a esta remake y ayudan a mantener la familiaridad. La nueva Blancanieves versiona al clásico de forma amable, aun cuando incluye un final más propio de Los Miserables de Víctor Hugo (o de la mitología peronista), en el que Blancanieves se convierte en una princesa empoderada por la masa popular. Un exceso en relación al original, sí, pero que tiene sentido en esta otra línea del multiverso Disney, regido por reglas propias.