El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, repudió la aprobación del DNU que habilita al Gobierno Nacional a negociar un nuevo endeudamiento con el FMI y aseguró que "no es solamente un pésimo negocio, implica menos años de vida para millones".
El editorial de Víctor Hugo
Esta vez lo peor sucedió adentro del Congreso. Esta vez un ejército de legisladores del capitalismo más salvaje, reprimieron al pueblo. Lo condenaron por décadas al ajuste perpetuo.
Avanzaron con su malón de votos sobre los jubilados, el trabajo, la ciencia, la cultura, la vida. Sobre la hipoteca de los sueños que ya había realizado Macri, prepararon el terreno para la próxima.
Chorros de saliva invertida en justificar lo imposible. Carros de asalto de bloques que firmaron la destrucción. Deuda pimienta en los ojos de las víctimas argentinas. Derribaron todas las vallas de la cordura y el decoro. Y celebraron con abrazos emocionados. Ellos y, por supuesto, sus patrones del círculo rojo,
Y afuera quedó claro que a Bullrich le resultó frustrante lo que el relato de Rolando Graña documentaba muy bien: no era necesaria la salvajada del otro miércoles. Se habrá mordido los labios ante la falta de humo y sonidos de cañón. Pero se la bancó al final, se tuvo que ir, mansa para su casa.
Si no te ganan afuera con la muerte, te la dan adentro, con algo más lento, pero parecido.
El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional no es solamente un pésimo negocio, implica menos años de vida para millones, es sencillo. Ese abrazo absurdo fue la provocación de la jornada. ¿Qué celebraban? En serio se les pregunta.
¿Qué gracia tiene gobernar, además, endeudándose como siempre hacen las derechas? Las de Martínez de Hoz, las de Cavallo, las de Macri, las de Milei. Toda la vida lo mismo.
Toda la vida endeudarse, porque no saben generar nada, porque paran la industria, paran el trabajo, detienen la vida. Y entonces todo lo que pueden hacer es pedir plata para sostener el dólar, para bancar un poco la inflación.
Si ese fuera el asunto, de verdad, ¿qué ciudadano no se animaría? Qué jefe de hogar no se anima a alimentar a los suyos, asegurarles la salud y el futuro, si todo lo que hace es salir por el vecindario e ir al vecino más rico, en este caso, y decirle ‘¿cuánto me podes prestar? No te lo voy a pagar nunca pero en vez de mandar yo en mi familia mandás vos, ¿te parece bien?’
Los hombres de uniforme azul se quedaron casi en sus lugares ayer, añorando la trifulca, me imagino.
Adentro, en cambio, hicieron una tarea más prolija y más duradera: eran el cipayismo, la entrega y la traición.