La reciente marcha de los jubilados, acompañada por hinchas de fútbol, es un fuerte símbolo que le dio nuevamente presencia social al deporte, que como a veces ocurrió en nuestra historia, suele vivir encapsulado en su realidad. La cual no es hoy para nada floreciente, ni en inversiones ni siquiera en proyectos.
Cuando se habla con algunos ex deportistas y técnicos luego de la bastante pobre actuación del deporte nacional en los Juegos Olímpicos de París, un ex nadador, a quien entrené hace muchos años, me preguntó si no consideraba frustrante el haber luchado por décadas desde diversas áreas, por un deporte nacional mejor y que andando el tiempo no se vean aparecer las mejoras básicas o imprescindibles de infraestructura y recursos.
Mientras, que por el contrario sí aparecen, con irritante frecuencia y dispuestos a encaramarse a toda costa, los representantes de una especie de "kakistocracia", ya sea en términos de la definición de política deportiva o del control técnico y de gestión en muchos deportes.
Uno respondió que quizá pueda ser frustrante, pero que me hace sentir muy bien estar en la vereda de enfrente, luchar e intentarlo y que aún hoy no descreo que los corruptos, malos o estúpidos, alguna vez serán derrotados y se irán de los reductos que todavía ocupan.
Es claro también que no hay mucho por inventar en el mundo del deporte internacional, y que incluso en Argentina hubo algunos períodos virtuosos en la conducción deportiva. El mayor y mejor coincidió con los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, luego hubo intentos que no tuvieron tiempo para concretarse, o que en general fueron limados desde adentro de sus administraciones. Eso con la complicidad a veces indeseada de un aparato estatal muy lento de reflejos para actuar, y en varias oportunidades, al ser colonizados por orates que intentaron nada más que hacer pie, para seguir avanzando en sus carreras políticas personales.
Allí y así suelen surgir los partidarios del inmovilismo, expertos en no alentar necesarias y justas revoluciones, probablemente por conveniencia o para evitar las represalias que en ciertas épocas pueden ser feroces. Los puedo entender en algunos casos, pero no es el camino.
Si se mira a todos, ya sean jóvenes, maduros o mayores vinculados al deporte que se sienten frustrados, les aseguro que aún en la eventual derrota, uno se siente mucho mejor al intentar cambiar algo que rumiando la desgracia con indiferencia bovina.
* Ex Director Nacional de Deportes.