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¿Qué lleva a un adolescente de 13 años a apuñalar hasta la muerte a una compañera de clase? ¿Qué conjunto de sucesos sociales, familiares e individuales provocan tanto odio y violencia en un menor de edad? ¿Cómo reaccionan todas las personas e instituciones alrededor?
La serie Adolescencia intenta en sus cuatro impactantes episodios abordar posibles razones e invita a los espectadores a indagar sobre las causas que provocaron el femicidio, las respuestas aparecen lejos de estar dadas o cerradas, porque no dejan de propagarse y multiplicarse, y toda la comunidad y sus actores están involucrados, no se trata de un hecho individual o aislado, se trata de un suceso donde convergen distintos responsables, desde la familia que normaliza desde la infancia la figura de un padre violento, la escuela que no contiene ni trata de desarmar los casos de bullying, la esfera digital desde donde se edifican los acosos impunes, los amigos que se unen para acrecentar el odio sin ninguna mirada adulta que los pueda detener y la policía que surge luego del crimen, sin entender todo ese entramado de causas y consecuencias.
La serie, creada por Stephen Graham y Jack Thorne, junto al director Philip Barantini, aborda este mosaico de acontecimientos desde cuatro capítulos totalmente independientes con distintos personajes que van cambiando su protagonismo y que son presentados desde un único plano secuencia, lo que significa que en la hora de duración de cada episodio la cámara nunca se apaga, no hay edición, es una actuación real, que se asemeja a la teatral, en la que se sigue desde la imagen a un carácter y de repente se cruza otro y la imagen cambia de foco y continúa en otra dirección.
Esa herramienta formal acrecienta esta idea de continuidad de razones y de múltiples causas dentro de una sociedad que fomenta estas actitudes masculinas naturalizadas que terminan en asesinatos. En el primer episodio, se muestra al policía irrumpiendo bruscamente en la casa del adolescente y lo detienen, acusado de homicidio. El resto se desarrolla dentro de la comisaría, mostrando al abogado y luego al policía entrevistando al acusado, junto a su padre.
El adolescente jura ser inocente hasta que la evidencia que le muestran no deja lugar a dudas. El segundo capítulo se llevaa cabo adentro y en los alrededores de la escuela, con el policía entrevistando compañeros de escuela del detenido para intentar descubrir las razones detrás del crimen. El recorrido por la escuela es desolador, profesores que no conocen a sus alumnos y lo único que quieren es huir, estudiantes que se maltratan, se destratan, se pelean, dando cuenta de la crisis de los vínculos, padres que no se involucran ni saben lo que pasa en el aula, y detrás de todo las redes sociales que son un espejo de ese vacío existencial que termina otra vez en violencia; acosos, maltratos, silencios, bullying.
El adolescente vuelve a escena en el tercer capítulo, probablemente el más logrado y neurálgico de toda la serie. La psicóloga que tiene que hacer el informe sobre el chico para la justicia lo va a visitar al lugar de detención y la cámara se detiene en ese rectángulo con una mesa, dos sillas y una entrevista que va acrecentando la tensión. El acusado al principio contesta con evasivas y monosílabos, pero poco a poco va mostrando su costado más visceral y va dando pistas de qué lo llevó a matar a su compañera.
La psicóloga aborda el tema de la masculinidad y las respuestas pueden transformarse en un manual de uso para la toxicidad masculina: un “padre bueno” que rompía cosas cuando se enojaba, una imposibilidad de aceptar el rechazo femenino, una creencia de que todas las mujeres tienen que gustar de él y sino están equivocadas y merecen ser castigadas, un abordaje en manada a las mujeres para mostrarse poderosos y hacerlas sentir vulnerables, y el miedo como instrumento de dominación. El adolescente termina a los gritos, increpando a la profesional.
En el cuarto y último envío no aparece el acusado. Se muestra a la familia intentando tener una vida normal, como antes del crimen del que está acusado su hijo, quieren pasar un feliz día de cumpleaños del padre, pero la realidad les tira la hostilidad de la situación como un balde de agua fría. En una habitación la mamá y el papá reflexionan sobre cómo pasó lo que pasó. El padre intenta desentenderse y dice que no son culpables, pero la madre lo trae de vuelta y le contesta que ellos lo criaron, ellos lo dejaron solo en su habitación durante noches y noches sin nunca acercarse, ni hablarle ni escucharlo. La última escena exhibe al hombre duro y fuerte dejando caer su máscara de varón imperturbable y mostrando un poco de humanidad.