“Si sientes dolor, estás vivo. Si sientes el dolor de otra persona, eres un ser humano”. La popular frase de León Tolstoi opera siempre en la realidad de los buenos. Esta vez, en la Argentina 2025, viene al molde para reflejar lo que dijo Cristina Fernández sobre Patricia Bullrich hace unos días, o bien para que el Chango Spasiuk la tome como leitmotiv de una gesta necesaria: tocar sus músicas en el Festival solidario por la Comarca Andina, que se llevará a cabo este viernes 21 de marzo a partir de las 13 horas, en el predio de artesanos de Epuyén, junto a Mallin Ahogado, uno de los dos pueblos cordilleranos más afectadas por los terribles incendios ocurridos durante la segunda quincena de enero.
Bajo un lema pensado a partir de otro León (“Que el incendio no te sea indiferente”), el encuentro congregará también al mismísimo Gieco, Eruca Sativa, Perotá Chingó, Raly Barrionuevo, Loli Molina, Lisandro Aristimuño y Magdalena Fleitas como números musicales. “Sea el Mallin, sea Epuyén, sea Bahía Blanca o sea cualquier tipo de tragedia, hay que tratar de salir de la neurosis de las redes y de la violencia que estas contienen, para ablandar nuestros corazones, y sentir a los otros, sentir lo que pasa alrededor de nosotros, y estar ahí. Ojalá podamos mantener blando ese músculo y seguir ejercitándolo en la conexión con los demás”, manifiesta Spasiuk, que hará su parte a dos acordeones, acompañado por el músico entrerriano que forma parte de su Ensamble, Enzo Demartini.
Además de los números musicales, el festival contará con puestos de comidas regionales, una feria artesanal y la participación del hoy “casi” local –se mudó a El Bolsón- Pipo Lernoud. “Uno tiene que accionar para cuidar las herramientas constitucionales que se han construido, por las cuáles ha luchado mucha gente durante mucho tiempo, para convivir colectivamente, para cuidarnos y ayudarnos”, sostiene el poeta y periodista ante Página/12. Explica que los incendios en la región se originan en plantaciones de pino susceptibles al fuego por su resina y por sus piñas, a las que compara con “granadas voladoras encendidas”.
“Aunque casi todos los veranos hay incendios, este fue más seco que lo habitual. Algunos incendios se producen por chispas en el tendido eléctrico o rayos que caen durante las tormentas. Este año sucedieron cosas muy extrañas que los bomberos no se pueden explicar. Por ejemplo, se encendieron seis focos en la zona de Mallin al mismo tiempo, y los brigadistas encargados de combatirlos encontraron pilas de leña preparadas para encender. Por ahora, nadie tiene una respuesta segura sobre quién es el culpable y eso permite el uso político del desastre humano”, dice con conocimiento de causa y lugar el querido amigo Pipo, partícipe necesario de la iniciativa junto al Centro Cultural Antu Quillen, el empresario patagónico Marcelo Burlón y la municipalidad de Epuyén.
“Desde el comienzo de la democracia, todos los gobiernos han prometido acción inmediata y fondos para preparar a la bomberos, pero la realidad es que la mayor parte del esfuerzo recae en los vecinos organizados en brigadas, como el grupo de jóvenes que salvó mi casa y las de alrededor utilizando elementos propios como motobombas y camionetas con contenedores de agua. Nosotros de un día para otro estamos rodeados de bosque quemado. Setenta familias perdieron sus casas con todo lo que tenían adentro y en Epuyén la mayoría de esas familias son de paisanos sin recursos. Por eso, se me ocurrió utilizar la frase 'que el incendio no nos sea indiferente'. Se lo propuse a León y dijo que sí, que la usemos”.
Para que el incendio no resulte indiferente, pues, los organizadores disponen de un link (el mismo que se utiliza para sacar entradas) para hacer donaciones. “La respuesta de la gente es emocionante, participando en el combate al fuego, donando ropa, refugiando a los damnificados, apoyando a los brigadistas. Aún hay que prepararse para el futuro porque esto se va a repetir cada vez con más violencia, incluyendo la colaboración maldita del cambio climático, que también está haciendo sus desastres en otras zonas del país”, advierte el ex director de la Expreso Imaginario.
La movida es ultranecesaria porque, a más de dos meses de los incendios que afectaron 50 mil hectáreas de bosques, pastizales y forestaciones, destruyeron unas 200 viviendas, provocaron la represión a brigadistas y la persecución a mapuches, y mataron a Ángel Reyes, vecino de Mallin, las gentes de allí no han recibido aún ni la ayuda prometida por los gobiernos provincial y nacional –vaya sorpresa- ni explicaciones que den cuenta de los negocios forestales e inmobiliarios que rodean al Río Blanco, a quienes no pocos sindican como causantes.
"¿Hasta dónde se va a permitir que la ambición desmedida pase por arriba todos los límites posibles de la sustentabilidad no solamente territorial sino también cultural? Esos territorios, hay que recordarlo, son portadores también de nuestra historia, de nuestra cultura, de nuestras expresiones, de la gente que vive ahí, con su manera de ver el mundo”, se pregunta alarmado Chango Spasiuk. “No es solamente la naturaleza lo que se destruye. También un ámbito fundamental en el cual se expresan un montón de otras que son importantes en la construcción de nuestra sociedad, y de nuestra idea de país. Hay que sentarse a pensar y discutir si los desarrollos económicos terminan generando consecuencias como estas, o como las que terminamos viendo con las inundaciones en Bahía Blanca, y actuar en consecuencia”.