En la jornada de este jueves José Hiram Jafri, Maximiliano Manuel Lagos, Ricardo Néstor Cau y Ángel Germán Antilaf fueron sentenciados a prisión perpetua por el secuestro y asesinato de Otoño Uriarte, ocurrido hace 18 años. La cuarta circunscripción judicial de Cipolleti ya los había encontrado culpables durante febrero de 2025.
Los cuatro asesinos eran conocidos de la víctima, que tenía tan solo 16 años al momento del crimen y que le había señalado a su papá que la miraban al salir del colegio o de otras actividades y le decían cosas. Las juezas Florencia Caruso Martin, Amorina Sánchez Merlo y el juez Juan Puntel sentenciaron a los imputados por el delito de "privación ilegítima de la libertad agravada por la participación de tres o más personas, por ser la víctima menor de edad y por haberle ocasionado intencionalmente la muerte". Este juicio comenzó en noviembre de 2024 y consistió en 13 extensas audiencias. Luego de que se definiera la culpabilidad de los sospechosos la fiscal, Teresa Giuffrida, y la abogada querellante, Gabriela Prokopiw, pidieron el 6 de marzo que fueran sentenciados a prisión perpetua, lo que se confirmó dos semanas más tarde.
Gracias a pruebas testimoniales, periciales e indiciarias, y a diversas técnicas científicas se vinculó a los acusados con la escena del crimen. De hecho, se constató que la joven víctima estuvo en la casa de los hermanos Jafri y Cau. También se probó que fue un plan premeditado entre los cuatro imputados, por lo que todos corrieron la misma suerte judicial.
La historia del caso
Otoño Uriarte era una joven nacida en 1990 en General Roca, Río Negro, que vivía junto a Roberto Uriarte, su padre, en Fernández Oro, otra localidad rionegrina, luego del fallecimiento de su madre. En la noche del 23 de octubre de 2006, Otoño se disponía a volver a su casa pero cuando fue a buscar su bicicleta encontró que se la habían robado y decidió volver caminando, aunque jamás regresó a su hogar.
El celular de la joven estaba apagado. Roberto Uriarte intentó denunciar la desaparición de su hija en una comisaría, a lo que los agentes se negaron debido a que sostenían que la joven se había ido, incluso cuando sus pertenencias estaban en su vivienda. Recién una semana más tarde comenzaron con los rastrillajes, para cuando la familia y los amigos de la víctima comenzaron a organizar movilizaciones y se reclamaba que la policía federal también trabajara en la investigación.
Un trabajador rural de la zona contó que encontró un celular en la calle en la que Otoño emprendía su retorno a casa y que intentó encenderlo aunque no tuvo éxito. Luego, mencionó que un compañero de él, en estado de ebriedad, arrojó el celular a una fogata. El celular quemado finalmente era el de la joven. Tan solo unos meses más tarde el trabajador murió atropellado.
Para abril de 2007, los registros de conversaciones telefónicas relacionados a la comisaría 8ª de Choele Choel respaldaban la teoría principal de que Otoño había sido secuestrada para explotarla sexualmente. Como si fuera poco, quienes tenían relaciones con los próstibulos eran los mismos agentes policiales. Sin embargo, las escuchas no se añadieron al expediente.
El 24 de abril de 2007, el cuerpo de Otoño Uriarte fue encontrado sin vida en un canal, y con signos de haber sido violada. Fue rápidamente reconocida debido a un collar que ella misma se había producido y a las prendas de vestir que llevaba. Además, se detectaron tres heridas de arma blanca y que el cuerpo, antes de ser depositado en el canal (donde estuvo cinco meses), había sido enterrado. En la escena del crimen los asesinos habían dejado un nylon en donde habrían llevado el cuerpo, por lo que se pudo localizar rápidamente a los cuatro hombres.
El primer juicio
Todo esto llevó a un primer juicio en 2008, con magros resultados. La jueza de turno los procesó a los imputados por encubrimiento y violación y homicidio, dos figuras excluyentes para el Código Penal. Por ese motivo los mismos cuatro imputados fueron absueltos en 2014. Debido a estos errores la jueza y el fiscal fueron destituidos de sus cargos.
Recién en 2023 la abogada Prokopiw volvió a abrir el caso con nuevas pruebas y avances tecnológicos que facilitaban la correcta investigación y resolución. En primer lugar un pelo hallado en la ropa interior con la que encontraron el cuerpo de Otoño, que tenía un alto grado de coincidencia genética con el imputado Jafri. Luego la bicicleta, que Cau le acercó a la familia diciendo que la tomó prestada para ir a una localidad cercana. Y por último la confesión del entorno de Lagos de que le pagaron para que fuera a buscar a Otoño pero que tuvieron que matarla "cuando se complicó".