El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva afirmó ayer que “la solución de Brasil no son las armas, sino la educación”, durante un acto en la Baixada Fluminense, una de las zonas más castigadas por la violencia en Río de Janeiro. Ante cientos de simpatizantes del Partido de los Trabajadores (PT) congregados en el centro de la localidad fluminense de Duque de Caxias, Lula, que encabeza las encuestas electorales pero enfrenta causas judiciales, insistió en su voluntad de convertirse en candidato para las presidenciales del próximo año.
“Si yo volviera a disputar las elecciones, ganaría”, aseguró el expresidente, que gobernó Brasil entre 2003 y 2010 y que busca el contacto con el pueblo participando en una caravana que lo ha llevado a varias regiones del interior del país en los últimos meses. Lula insistió en cargar contra el actual gobierno de Brasil, al que acusó de “golpista” por desalojar del poder a su sucesora y ahijada política, Dilma Rousseff, y afirmó que, en caso de volver a la presidencia, revertiría las medidas más polémicas adoptadas por el presidente Michel Temer, entre ellas las privatizaciones. “Si ellos no son competentes para arreglar este país, yo lo voy a arreglar”, dijo.
Durante el mitin en Duque de Caxias, una de las principales localidades de la Baixada Fluminense –una región marcada por la corrupción y la violencia y donde el PT ha perdido un importante caudal de votos en los últimos años–, Lula reivindicó su inocencia frente a las acusaciones de desvíos y reiteró que hasta ahora ni la policía ni los fiscales han podido probar nada en su contra. “No me encontraron nada. Fueron a mi casa y no encontraron nada. En casa de Cabral (el ex gobernador Sergio Cabral, preso por corrupción) sí encontraron”, añadió el ex mandatario.
Lula concluirá hoy su etapa en Río de Janeiro, la tercera de una campaña que comenzó en agosto en el empobrecido noreste y que lo ha llevado también a Minas Gerais.
Un sondeo divulgado esta semana por la firma Datafolha otorgó a Lula el 34% de los votos en la primera vuelta y una victoria aplastante, con el 50% de los sufragios, ante cualquier adversario en la segunda.
Sin embargo, su eventual candidatura está en manos de un tribunal de segunda instancia, que tendrá que pronunciarse sobre la condena de nueve años y medio impuesta por supuesta corrupción pasiva y lavado de dinero en el marco de un caso relacionado con la red corrupta destapada en la petrolera estatal Petrobras.
El juez Sérgio Moro, reconocido por comandar la Operación Lava Jato y condenar a Lula, pidió a Temer usar su influencia para que el Supremo Tribunal Federal ratifique que un sentenciado en segunda instancia debe ir a la cárcel. “Más que una cuestión de justicia es una cuestión de política de Estado. Le quería decir al presidente Temer que use su poder para influenciar (a la corte) para que este precedente jurídico no sea alterado”, dijo anteanoche Moro, a dos metros de distancia del jefe del Estado, al recibir el premio a los hombres del año 2017 que realizó la revista oficialista Istoé.
De ratificarse la sentencia de Lula, lo que podría ocurrir a mediados del próximo año, el líder del PT no podría presentarse a las elecciones.