La Legislatura porteña, con votos macristas y de sus aliados exclusivamente, dio ayer un nuevo paso en el proceso de privatización de espacios públicos porteños. El voto fue la aprobación con 31 votos de la rezonificación del predio que ocupa el Easy de Palermo y su shopping, en Bullrich y Cerviño. El objetivo del proyecto enviado por el Ejecutivo es doble, ya que provee títulos firmes a lo que es una habilitación de facto que ya cumplió 21 años, y permite a futuro la construcción de torres en ese lugar.
El terreno afectado tiene algo más de 44.000 metros cuadrados en una zona de alto valor inmobiliario que articula Las Cañitas con una zona residencial de Palermo. El enorme lote es el final de la sede del Regimiento de Patricios y originalmente fue una de las sedes de la exhibición del Centenario, en 1910. Justamente, la parte “progresista” de la ley es la que busca la restauración del único pabellón sobreviviente de esa exhibición.
El lote en cuestión va de Bullrich a las vías elevadas del Mitre a lo largo de Cerviño, y está ocupado en un sesenta por ciento por el centro comercial. De hecho, el cuarenta por ciento que se considera “no ocupado” en este cálculo es usado por el centro comercial como jardines cerrados, patio de carga y espacio de circulación para los estacionamientos. El pabellón del Centenario está encerrado en un rincón del shopping, no es visible desde el exterior y no puede ser visitado por órdenes de la seguridad privada del lugar.
El lugar fue creado con una ordenanza de 1996, cuando el entonces presidente Carlos Menem donó el enorme terreno que todavía ocupa la mezquita y la escuela operadas por la embajada de Arabia Saudita. La ley busca permitir que se construya en altura en un 35 por ciento del terreno, por un total de 75.000 metros cuadrados. El resto del terreno, incluyendo el pabellón histórico, sería de uso público.
Este mecanismo, llamado “35-65”, se transformó en un argumento sistemático para privatizar terrenos nacionales en Buenos Aires. Primero son transferidos a la Ciudad y luego vendidos en parte, siempre con zonificaciones que permitan torres. El mecanismo ya se usó en propuestas similares con tierras públicas en Colegiales y Catalinas Sur II, y este miércoles se realizaron las audiencias públicas para proyectos en Mataderos, Palermo, Saavedra, Villa Urquiza y Retiro.
El pabellón del Centenario que sobrevive casi en ruinas en el lugar fue en 1910 una de las sedes de la Exposición Ferroviaria y de Transportes Terrestres, parte de las celebraciones de 1910. El edificio tiene el más alto grado de catalogación porteña, el integral, por la ley 4165, y es además Monumento Histórico Nacional. La última vez que se intervino en el lugar se consolidó la fachada perimetral en 1996, durante la construcción del centro comercial. Luego fue completamente abandonado y sólo se dejó de usar como depósito por la sistemática protesta de preservacionistas.
El pabellón estaba coronado por un globo luminoso sostenido por cuatro esculturas femeninas, elementos hoy perdidos. Es un amplio salón con una alta cúpula, más vidrio que muro, con salones laterales y una bella entrada con una columnata. Lo que se preserva muestra un ornamento Art Noveau con máscaras femeninas y motivos florales. El que logre acercarse en un descuido de la seguridad privada podrá ver pisos hundidos, pinoteas podridas, paredes chorreadas y una falta de vidrios que permite la entrada de lluvias y pájaros. En las grietas de techumbres y muros crecen yuyos.
El pabellón es una de las obras del italiano Virginio Colombo, un maestro muy original del modernismo ecléctico con fuerte influencia del Art Noveau. Colombo llegó a Buenos Aires en 1906 contratado para dirigir y realizar parte de los interiores del Palacio de Tribunales, diseñado por Norbert Maillart. En 1909 diseña el pabellón que sobrevive en Palermo y otro demolido, el de Festejos y Actos Públicos, con el estudio Vinent, Maupas y Jáuregui.
Es el comienzo de una larga carrera argentina que le permite desplegar un estilo realmente personal, muy centrado en el ornamento artístico de una calidad inusual. El primer ejemplo es la Casa Calise, en Hipólito Irigoyen al 2500, seguida por la Casa de los Pavos Reales en Rivadavia al 3200. Otras piezas de primer orden que sobreviven a las constantes demoliciones porteñas, son la Casa Grimoldi de Corrientes al 2500, y el petit hotel de la familia Lagomarsino en Azcuénaga al mil, hoy Casa de San Luis en la Capital.
La ley aprobada ayer en primera instancia debe ser votada en segunda vuelta y debe pasar por audiencias públicas, todavía no convocadas. El texto menciona y valoriza el pabellón de Colombo, pero no ordena que se lo restaure. Apenas se avisa que en el lugar “sólo podrán desarrollarse usos culturales, y de formación no permanente, exposiciones, conferencias, y otras actividades de exclusivo interés público”.
Ya en abril, la presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos Teresa de Anchorena avisó que el edificio estaba en muy mal estado y “hay riesgo de que caigan pedazos de mampostería”.