“Todo está guardado en la memoria”, canta León Gieco. Y hay quienes se encargan de activar esos recuerdos. Desde esa perspectiva trabaja, precisamente, la compañía teatral Los Payasos del Matute, oriunda de Avellaneda, que se presenta con 24 Toneladas, un espectáculo para toda la familia que aborda de manera lúdica y poética la prohibición y quema de libros durante la última dictadura militar. Las funciones se realizan los domingos de marzo a las 17, en el Espacio Pompas de Parque Patricios (ubicado en Av. Brasil 2640).

La historia transcurre en un depósito abandonado repleto de libros “prohibidos”. De manera clandestina, lectores curiosos llegan al lugar buscando un libro. Y en el medio de la peligrosa búsqueda, aparece la cuidadora de los textos. Juntos se pondrán al frente de la arriesgada tarea de salvar esas 24 toneladas de libros del fuego de los militares. Para lograr el objetivo, los chicos y las chicas del público tendrán que involucrarse.

Narrar el espanto desde el humor y la ternura se convierte en algo posible en esta puesta escrita por Mariano Bragan y Paula Sánchez, e interpretada por Alejandra Robles, Carolina Ghigliazza, Marcelo Vega, Lucía Viera, Guido Sotomayor y Bragan. El espectáculo, que se estrenó en 2021, combina los lenguajes del circo y el teatro para reconstruir los hechos de la quema que tuvo lugar en el depósito del Centro Editor de América Latina (CEAL), en un terreno baldío de Sarandí, el 26 de junio de 1980, durante la última dictadura cívico militar. Un millón y medio de libros se quemaron ese día, y la Policía Bonaerense fue la encargada de ejecutar la tarea.

“Esta obra es un desafío. Pero las infancias tienen derecho a conocer nuestra historia. El arte cumple su mejor función cuando puede contar desde la belleza las cosas más oscuras y terribles”, reflexionan los autores de la obra, Mariano Bragan y Paula Sánchez, integrantes de Los Payasos del Matute, quienes también volvieron con funciones del espectáculo Tercer cordón del conurbano. Una tragedia marrón, adaptación de Bodas de Sangre de Federico García Lorca, los viernes de marzo a las 21, en la sala de Los Pompas.

Concientizar acerca del valor del libro de papel, aun en la actualidad donde la virtualidad y las nuevas tecnologías buscan acaparar toda la atención, es otro de los objetivos de la compañía. En escena, se mencionan clásicos de la literatura infantil que fueron prohibidos durante la dictadura como Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann, La torre de cubos, de Laura Devetach o El Principito, de Antoine Saint-Exupéry, y al final de la función cada chico y chica se va con un libro a su casa. “Nos pareció que era un buen momento para ponerle el cuerpo y el lenguaje a esta historia”, comentan los teatristas.

- ¿Por qué eligieron llevar a escena esta historia?

Paula Sánchez: - La historia de la quema es muy conocida. Se pretendieron quemar 24 toneladas de libros, pero algunos tenían tanta humedad que no se llegaron a prender fuego, y los vecinos, al cabo de unos días, lograron meterse y rescatarlos. Y llegaron algunos ejemplares a nuestro Centro Cultural Matute Kultural de Gerli, y a partir de ahí es que decidimos empezar a indagar en esa historia porque nuestro objetivo es sostener un teatro de territorio que hable de las cosas que le pasan a nuestra localidad. Y en ese proceso de investigación, tuvimos la suerte de contactar a testigos directos de la quema que trabajaron en el Centro Editor de América Latina, como es el caso de Amanda Toubes, y así pudimos reconstruir los hechos con cierto rigor histórico.

- ¿Cuál es la reacción de los más chicos frente a esta propuesta?

P.S.: - Es muy conmovedora. Porque en la obra están, por un lado, los burócratas que deciden quemar un montón de libros que consideran peligrosos, y por otro lado los que quieren defenderlos. Y los chicos y chicas empatizan rápidamente con ese segundo grupo. Y, en este punto, ese objetivo involucra al público porque lo que hacemos es entregarle un libro a cada niño y a cada niña para que lo escondan y se lo lleven a su casa. Ese momento es emblemático en la obra, porque los chicos hacen unas cosas muy locas para esconder esos libros: los meten debajo de la ropa o debajo del asiento, y es impresionante el silencio que guardan cuando los malos preguntan qué pasó con los libros. Esta obra es como una reparación histórica. Nuestro objetivo es llegar a repartir 24 toneladas de libros. No sabemos exactamente la cantidad, pero ya hemos repartido un montón en cada función. Por eso, siempre estamos abiertos a recibir donaciones de nuevos textos.

- Estamos viviendo una época en la cual precisamente se reflotan posiciones negacionistas. ¿Cómo evalúan esta situación?

Mariano Bragan: - La obra ya tiene cuatro años, y en ese momento no se vislumbraba semejante oleada negacionista como existe ahora. Pero sí sabíamos que algunos sectores de la sociedad preferían no expresar lo que realmente pensaban, porque el contexto no se los permitía. Es como si hubiesen estado al acecho, esperando la ocasión.

P.S.: - En este contexto nos dan más ganas de hacerla porque, de alguna manera, el arte está para contrarrestar estos discursos. Y la semillita que estamos aportando es la de contarles a las infancias que esto pasó, y que fue real. Porque quizá, en otros lugares, escuchen lo contrario. Entonces este es un proyecto que implica valorar y respetar el derecho que tienen los niños y las niñas a conocer la historia, sin eufemismos.

- ¿Qué rol creen que cumple el teatro en estas tareas necesarias de tomar conciencia y de promover un ejercicio de memoria?

M.B.: - Nosotros tomamos como herramienta de memoria al teatro y el humor, y esto nos permite entrar por otro lugar a la discusión sobre la dictadura. En este caso, los hechos fueron tan crueles como ridículos, y la teatralidad y la poesía habilitan que podamos traer eso al presente. Y el público toma partido a favor de los libros. Muchas veces, las funciones se convierten en una asamblea de chicos y chicas indignadas. Hemos hecho más de 80 presentaciones de esta obra en muchos lugares de nuestro país, y lo que ocurre siempre es que los chicos y las chicas defienden los libros y repudian la censura.