Lejos de las promesas de campaña del “shock de confianza” y la “lluvia de inversiones”, barriendo la esperanza de un próspero “segundo semestre” y secando la ilusión de los “brotes verdes”, los datos duros de la actividad muestran una caída en todos los indicadores. Según el Indec, la industria cayó 4,9 por ciento en los primeros diez meses del año, la construcción se derrumbó 13,5 por ciento en el mismo período y el estimador general de la actividad muestra hasta septiembre una contracción acumulada del 2,4 por ciento. A un año del fin del populismo, el argumento de la pesada herencia se vuelve demasiado forzado y comienzan los pases de facturas internos en materia de responsabilidades.

En ese contexto, un sector importante de economistas y dirigentes empresarios apunta sus cañones a la política monetaria ortodoxa del Banco Central. De acuerdo a esa visión, los esfuerzos de reactivación provenientes del Ministerio de Hacienda y Finanzas colisionan con las elevadas tasas de interés que impulsa la autoridad monetaria. Este análisis es parcialmente compartido por empresarios que señalan como imposible que la producción compita con la especulación en las Lebac.

Al respecto, si bien es cierto que las Lebac han ofrecido un muy elevado rendimiento en dólares que favorece el ingreso de inversiones especulativas desde el exterior, su rinde en pesos ha sido negativo. El rendimiento promedio anualizado de las Lebac entre diciembre del año pasado y octubre del presente fue negativo en 9,6 por ciento si se le descuenta la inflación de San Luis y de 5,8 por ciento si se resta la registrada en la Ciudad de Buenos Aires. Al comparar con la inflación del Indec entre mayo y octubre el rendimiento arroja una leve tasa positiva del 2,4 por ciento anual, en parte por la particular medición del organismo de la marcha atrás en las tarifas. En definitiva, fue mucho más rentable comprar aceite y guardarlo en la alacena que invertir en Letras del Central por lo que difícilmente puede hallarse allí la causa de los magros resultados productivos. 

El rendimiento de las inversiones financieras fue mucho peor para un ahorrista que invirtió en un plazo fijo. Allí las tasas negativas van de -15,3 por ciento comparado con la inflación de San Luis a    -4,3 por ciento cuando se considera la medición de precios del Indec. Aún el costo empresario de financiar el descubierto en cuenta corriente muestra valores negativos cuando se la compara con la inflación de San Luis (-10,5 por ciento) o CABA     (-6,7) y levemente positivo respecto al Indec (1,5).

Por su parte, una baja de tasas puede provocar que varios especuladores dejen las Lebac para pasarse al dólar. La consecuente devaluación y su traslado a precios deprimiría aún más el poder de compra de los salarios, jubilaciones y asignaciones, agudizando la caída de la actividad en lugar de levantarla. Es que, más allá del costo de la política monetaria en pérdida de competitividad y las dudas sobre su sustentabilidad, las causas de la crisis productiva están en el deterioro del poder de compra de la población y la subejecución del gasto público en un contexto internacional poco favorable

@AndresAsiain