La deuda la pagará el pueblo. Los legisladores son representantes del pueblo, son elegidos y pagados para defender sus intereses. Los legisladores que firmaron una letra de endeudamiento en blanco, —incluso los oficialistas—, traicionaron la responsabilidad para la que fueron electos. Porque lo que está en blanco en ese adefesio de DNU —inconstitucional porque pasa por arriba de una ley—, no lo llenará el gobierno sino el Fondo Monetario Internacional.
El DNU que aprobaron diputados de La Libertad Avanza, los del PRO y los semioficialistas del radicalismo, la Coalición Cívica, los provinciales y algún peronista transfugado, no indicaba la cantidad, los intereses ni los plazos de la deuda, ni las condiciones que exige el prestamista.
Pero no es casual que ese mismo día en las puertas del Congreso se realizaba una masiva movilización de respaldo a los jubilados, que han sido las principales víctimas del ajuste. Y tampoco es de extrañar que mañana venzan las moratorias para las jubilaciones. El 90 por ciento de las mujeres no se podrá jubilar. Y tampoco podrán hacerlo los trabajadores que fueron estafados por sus empleadores al no hacer los aportes que les correspondía.
El ajuste del sistema previsional fue exigido por el Fondo cada vez que le pidieron prestado, al igual que una “flexibilización” laboral que despoje a los trabajadores de derechos y beneficios. Por eso no llama la atención que el gobierno y todos sus cómplices del desfalco a los jubilados hayan festejado después por el dinero que irá a parar a los bolsillos de los fugadores de capital y que luego deberá pagar el pueblo.
Fue denigrante para los argentinos que el gobierno enviara un DNU en blanco y fue infame que se lo votaran. Los bloques de Unión por la Patria y la izquierda votaron en contra, perdieron la votación, pero salvaron la dignidad. Los que votaron a favor, ni siquiera se tomaron el trabajo de pedir mínimas explicaciones, de poner un marco razonable a la deuda que se tomará y que, junto con la montaña de plata que tomó Mauricio Macri, condenó a varias generaciones de argentinos.
La presentación de ese DNU en blanco fue un acto desesperado por la falta de dólares que pone en forma permanente al gobierno ante el peligro de una corrida. Sólo en los últimos cuatro días el Banco Central perdió mil millones de dólares para pisar su cotización.
Y con la misma desesperación recurrió al FMI. Resultó obvio que hará lo que le digan a cambio del préstamo. Por eso, los diputados no le firmaron un DNU en blanco al gobierno sino al prestamista. Eso es traicionar sus mandatos. Es la peor forma de corrupción de la política, hicieron lo opuesto a la responsabilidad por la que fueron elegidos.
Cuando se habla de “puja de intereses” mucha gente lo concibe como una categoría intelectual, algo de la sociología, y no se da cuenta que es lo que ocurre cuando defiende su salario o cuando busca mejores precios en los comercios. Y cuando se habla de “interés nacional” muchos creen que es algo de la historia, que le es ajeno, y no se dan cuenta que cada ciudadano es parte de lo nacional, no está por fuera.
Cuando se defienden los intereses del país, se defienden los intereses de cada uno de los argentinos. Y cuando se entregan, como hizo Mauricio Macri y sus aliados políticos y ahora Javier Milei, mandan abajo del tren a todos los argentinos. “No queremos entorpecer la acción del gobierno” es lo mismo que decir que no van a entorpecer la acción del asesino, porque el gobierno no fue votado para endeudarse.
El otro argumento fue que no votarlo hubiera sido “hacerle el juego a los devaluadores seriales”. Fue la explicación de Carrió, que mandó votar a sus diputados una devaluación de entre el 30 y el 50 por ciento, porque una de las exigencias que trascendió del Fondo es que el gobierno ubique al dólar oficial flotando en una banda entre 1300 y 1600 pesos.
Los diputados que votaron por el DNU, también votaron una megadevaluación que provocará otro pico inflacionario. Pero esta vez, el salto de los precios no será acompañado por los salarios. En ese momento habrá que recordar quiénes fueron los “devaluadores seriales” que levantaron la mano a favor del DNU.
Más que una solicitud al FMI, fue un pedido de auxilio, el grito de socorro de un ahogado por la crisis económica que detonó sin saber nadar y que ya le llega al cuello. Si estuviera bien, no necesitaría los dólares del Fondo. El consumo no deja de bajar y la economía no crece. El gobierno desprecia el mercado interno y se confía en Vaca Muerta pero la política que anunció Donald Trump fue para bajar el precio del petróleo.
El bloque de senadores de Unión por la Patria y la conducción del PJ advirtieron que no aceptaban la legalidad de la nueva deuda con el Fondo. Más allá del resultado en Diputados, esas declaraciones fueron un mensaje al prestamista desde la fuerza que tiene más posibilidades de suceder al gobierno libertario.
Desconocer la legalidad implicaría una deuda llevada a los tribunales, difícil de cobrar. Manejado desde la Casa Blanca, el Fondo se mueve ahora en un escenario internacional multipolar donde el futuro es incierto y este crédito, igual que el de Macri, es expresión del mundo unipolar que ya no existe. Resulta absurdo y criminal que un país como Argentina tenga el 40 por ciento de toda la deuda que prestó el Fondo.
Estas semanas, el Congreso y sus alrededores se convirtieron en una radiografía de la Argentina de Milei. El miércoles 12 una manifestación en solidaridad con los jubilados terminó con miles de manifestantes reprimidos a garrotazos, gases y balas, con decenas de heridos y el reportero gráfico Pablo Grillo, de gravedad. Y el miércoles 19 la ciudad amaneció tomada por un ejército de ocupación y amenazas que una voz robótica repetía en las estaciones de trenes, en las calles y en algunas radios. En vez de amedrentar ese clima funcionó como provocación y fueron más manifestantes en repudio a la represión del miércoles anterior.
La CGT anunció un paro para el 10 de abril, también se sumará al acto de los miércoles de los jubilados frente al Congreso y convocó a participar en el acto del 24.
En este gobierno, FMI, jubilados, trabajadores y derechos humanos son temas que confluyen. Siempre ha sido así, pero el extremismo de Milei tuvo el mérito de mostrarlo. Generó sin proponérselo una deriva de la protesta hacia la marcha del 24, que se ha convertido en la expresión más clara de la forma como la mayoría de la sociedad se apropió de los derechos humanos. Es un tema que no decae.
En algunas escuelas se levantaron los actos de repudio a la dictadura que estaban previstos. El gobierno ha desmantelado la secretaría de Derechos Humanos y despidió a la mayoría de los empleados en los centros de la Memoria. Sus legisladores planificaron visitas a los criminales condenados. El gobierno justificó las atrocidades de la represión durante la dictadura y seguramente difundirá un video con esa temática.
El año pasado, la convocatoria de los organismos de derechos humanos fue masiva. Este año, además, estará unificada. Será más grande aún, convocada por las agresiones del gobierno, y tendrá una proyección que va más allá de los derechos humanos.