Un fiestón. Así se vivió la vuelta a Buenos Aires de Parcels, quienes en esta ocasión, al igual que sucedió con su anterior paso por la ciudad en 2018, vinieron de la mano del Lollapalooza Argentina. Previo a su actuación de este viernes en el Hipódromo de San Isidro, el grupo australiano inauguró el miércoles pasado los sideshows del festival en el Complejo C Art Media. Las entradas volaron apenas se anunció, pero el nivel de euforia colectiva que se vivió en el predio de Chacarita igual fue sorprendente. El público terminó convirtiéndose en coprotagonista, cantando de principio a fin y pogueando incluso esta música caracterizada por su sutileza. Lo que bien supo capitalizar el quinteto que, antes que sentirse intimidado por ese arrebato, explayó al máximo su caleidoscopio sonoro.
Si hay un rasgo que distingue a esta aplanadora de la música dance es que transformó al show en su laboratorio de experimentación. Por eso muchas de las canciones que desenfundaron estuvieron lejos de parecerse a las originales. De hecho, como si se tratara de un acto hedonista, por su condición de espejo, luego de cada uno de los dos álbumes de estudio que publicaron, sacaron uno en vivo. Lo que no sólo resignifica al formato sino que también evidencia su crecimiento performático, en el que exploran la canción orientada a la pista de baile a través de diferentes lenguajes. Es por eso que se transformaron en banda de sonido de millennials y centennials.
Mientras la gente aún ingresaba a la sala, la banda inauguró el repertorio con el funk luminoso Overnight, seguido por Ifyoucall, donde se dedicaron a rasguear el groove, guiados por los teclados de Patrick Hetherington y de Louie Swain. Su impronta se puso más espesa en el nü disco Tieduprightnow, en el que además asomaron la influencia de la última encarnación de Daft Punk en su música. Aunque no fue el único pasaje del show en el que dieron constancia de esto. Sin embargo, al momento de invocar la novísima Leaveyourlove, el juego colectivo de voces (otro rasgo de su identikit) también plantó bandera. Bajaron un cambio con el reciente pop Safeandsound (estrenado el 12 de marzo), pero pegaron el volantazo con la discotequera Famous.
Antes que forzar la necesidad de ostentar una huella más próxima a lo afro, Parcels no tiene ningún complejo con que su forma de entender el ritmo suene blanca. A manera de antecedente está lo que hicieron sus compatriotas Bee Gees en la banda de sonido de Saturday Night Fever (1977) o en Spirits Having Flown (1979). Es por eso que los de Byron Bay sirvieron de inspiración para que otros proyectos afines, como Bandalos Chinos, siguieran esa misma línea. Pero si en Comingback rompieron con la horma pistera para probarse en un pop de guitarra folk, en Shadow ofrecieron un lado más preciosista donde el paisaje instrumental se torna en un salto al vacío vocal, con Patrick Hetherington, Jules Crommelin (guitarra) y Noah Hill (bajo) en escena, evocando a Crosby, Still, Nash and Young.
Antes de que arribaran a esa instancia del recital, estos australianos que siguen teniendo a Berlín como hogar desenvainaron LordHenry, con orquestaciones incluidas. Y es que cada vez más se muestran adeptos a los arreglos y los detalles, cualidades que explotaron en Art Media. Al tema de su disco Day/Night (2019) le siguió IknowhowIfeel, de su álbum debut, titulado igual que el grupo y publicado después de su debut porteño. Y en el medio de ambos clavaron el inédito Yougotmefeeling. Cuando tocaron Gamesofluck, el parecido con la semblanza del disco Random Access Memories de Daft Punk, la dupla que alguna vez conformaron Guy-Manuelnse Homen-Christo y Thomas Bangalter, era tal que el propio público llamó la atención sobre ello.
De todas formas, eso no le restó mérito a los integrantes de Parcels, que son unos musicazos que hicieron de la ejecución del vivo –o al menos eso se vio en ese sideshow– una situación lúdica. La diversión pululaba sobre el escenario, sin que hubiera un liderazgo manifiesto. Lo que los transforma en una especie de una organización horizontal. Y sobre la base de esa estructura, el show avanzó con esas canciones que, en concordancia con sus títulos (cargados de palabras comprimidas hasta transformarse en neologismos), son una celebración del libre albedrío. Algunas maduraron mejor que otras, como Somethinggreater, que pasó de ser un funk tímido a tener en esta época un impulso groovero que linda con el del jazz más tropical.
La recta final del show arrancó bien downtempo con Theworstthing. Sin embargo, subieron un poquito de revoluciones gracias a Bemyself, y lo que comenzó pareciendo un viaje folk tomó una dimensión más barroca, casi psicodélica, en la antesala de la conclusión. Parcels, con el baterista Anatole "Toto" Serret completando la formación, nuevamente levantó ese vuelo bailable con el funky Lightenup. Y después de ese alud de hits, enlazados uno detrás de otro y sin mucha oratoria para distraerse, los oceánicos volvieron a patear el tablero apelando por el soul ensimismado de Free. Entonces se despidieron frente al tablado, los cinco abrazados. El público pidió una más, entre los olé, olé, pero las luces de la sala se encendieron. Elocuente señal de que la fiesta había acabado.