El pabellón séptimo de la cárcel de Villa Devoto se convertía, hace 47 años, en el escenario de la peor masacre de la historia del sistema penitenciario argentino. El 14 de marzo de 1978, en plena dictadura militar, una brutal represión dejó como saldo oficial 65 muertos y una causa que en la actualidad es investigada como un delito de lesa humanidad.

La abogada Claudia Cesaroni, quien está al frente de la representación de la querella en el caso, habló en la 750 para reconstruir los sucesos de aquella tragedia e informar cómo avanza la causa.

La masacre de pabellón séptimo

Según la reconstrucción realizada por los sobrevivientes, en la noche del 13 de marzo hubo una discusión entre un celador y el interno Jorge Omar Tolosa por el horario en que debían apagar el televisor que estaba dentro del pabellón. Tolosa no acató la orden y a la madrugada cuatro oficiales fueron a buscarlo, pero no consiguieron sacarlo del pabellón porque sus compañeros lo protegieron: sabían que a esa hora solo los buscaban para una golpiza.

"Ese día la violencia fue desmedida, brutal, pero porque iban a buscar a un preso en particular. Tolosa que había tenido la osadía la noche anterior de contestarle a un penitenciario que vino a exigirles que apaguen la televisión. Estaban viendo El cañonero del Yangtze con Steve McQueen en un pabellón sobrepoblado donde había 160 personas con un lugar para 70, un pabellón que sigue funcionando en la cárcel de Devoto", señaló Cesaroni.

En la mañana del 14 de marzo, cerca de 70 guardiacárceles, el doble de personal que habitualmente realizaba las requisas, ingresaron al pabellón séptimo de la cárcel de Devoto, a los gritos y golpeando a los detenidos.

"A la mañana lo fueron a buscar de forma brutal, sus compañeros lo defendieron, pusieron camas, la requisa tuvo que salir, no hubo ni medio penitenciario lastimado, simplemente se defendieron y corrieron a la requisa para que se fuera", siguió en su relato la abogada.

Los guardias retrocedieron, bloquearon las rejas con candados y desde afuera comenzaron a tirar gases lacrimógenos y a ametrallar a los internos. Ante la desesperación, algunos presos corrieron hacia el fondo mientras otros trataban de tapar la visión con las camas.

Por motivos que no pudieron establecerse hasta el momento –algunos testimonios indican que fueron las cápsulas de gases lacrimógenos, mientras que otros lo atribuyen a los calentadores que estaban dentro del pabellón - los colchones y las mantas comenzaron a prenderse fuego y a desprender un denso y tóxico humo que invadió el lugar.

Lejos de querer emplear los medios a su alcance para apagar el fuego, los carceleros continuaron la represión tiroteando a quienes intentaban trepar a los ventanales en busca de aire fresco. Una vez que cesó el fuego, los agentes del servicio penitenciario pidieron a los sobrevivientes que salgan de uno en uno del pabellón y se dirijan al calabozo de castigo.

Al salir, los presos descubrieron que los agentes hicieron un pasillo para seguir golpeándolos a su paso. Algunos presos perdieron la vida en ese trayecto. 

Cesaroni afirmó que "desde el 9 de octubre se está produciendo el juicio, que logramos después de mucha tiempo, se declare delito de lesa humanidad en el 2014. En 2011 comencé a escribir el libro, en 2013 nos presentamos con un sobreviviente y el juicio empezó ahora en octubre".

"Los sobrevivientes cuentan que pensaban que ya había pasado todo, porque la requisa estaba afuera, no corría riesgo, nadie se podía escapar, pero pasó un minuto y comenzaron los disparos, los gases lacrimógenos. Es la crueldad gratuita, eso se está juzgando en este momento", cerró.