Hace cinco años, el 19 de marzo de 2020, el presidente Alberto Fernández anunció el ASPO, el aislamiento social preventivo obligatorio para enfrentar la pandemia de COVID 19. Entramos en un día a día de horarios difusos- una etapa oscura que, aunque por mera supervivencia no la queramos ver, todavía nos afecta. Clases virtuales, temor al contagio, barbijo, prevenciones sanitarias, distanciamiento y construcción de lazos nuevos. Cambiaron los ritmos y las formas de trabajo, dejamos de ver los padecimientos de los demás, preocupados por salvarnos, mantuvimos vínculos, de alguna manera, con quienes estaban en las mismas condiciones que nosotros. Aplausos a médicos y enfermeros. Lara Arreguiz, muerta a la espera de que la atendieran, la muerte de Diego y el funeral desaforado e incontenible. Días grises con calles que parecían escenografías de El Eternauta, zooms, burbujas, distanciamiento, nostalgias, prevenciones.
Yo creí, lo creí de verdad, y así lo enseñé, que era una oportunidad de ejercer lo mejor de nosotros con quienes estuvieran a nuestro alcance. Ese pensamiento, solidario en su origen, terminó siendo parte de un proceso de disolución de lo colectivo, en el que padecieron más los que peor estaban, ya al borde o directamente afuera del sistema. No me arrepiento de haber creído eso, y sí de haberme aferrado a esa idea ante la salida incierta del 2021. Si tengo que reprocharme algo, es eso. Porque nunca abandoné, como tampoco lo hicieron muchos, la idea de que la salvación es en conjunto.
Salimos de una pandemia para caer en otra, y hay que enfrentarla. Esos dos años, 2020 – 2021, fueron la demolición de lo común en nombre de la solidaridad. Fue un esfuerzo colectivo y solidario que produjo el resultado inverso: la salida a un mundo hostil, egoísta, de rencores y frustraciones a flor de piel donde quienes mejor encarnan esos sentimientos nos gobiernan. ¿Se podrá revertir? Sí, con un proyecto colectivo que sea lo contrario: solidario, igualitario, humanista. Se lo merecen los que ya no están, los que sufrieron y sobrevivieron, los que sobrevivimos y no nos damos cuenta de que también sufrimos, los que vendrán.