"Cholo sufrió muchísimo durante las sesiones de tortura. Lo traían descompuesto, se hacía sus necesidades encima, entonces agarraban la manguera y lo bañaban con agua fría en pleno mes de julio. Lo volvían a llevar para torturarlo y lo traían descompuesto. Le agarraban ataques de epilepsia mientras sus padres eran testigos impotentes."

Las palabras de Silvia Macek cuentan el padecer de Juan Domingo ‘Cholo’ Rión. Tenía  27 años cuando, junto a su padre José, su madre Rosario Lasala y su hermano Mario Arrativel de sólo 14 años, fue secuestrados el 22 de julio de 1977 por la dictadura cívico-militar. Vivían en el cruce de las calles Tarija y Flores, en el barrio Villa Sastre de Temperley.

En esa esquina, y en el marco de la Semana de la Memoria, la Subsecretaría de Derechos Humanos de Lomas de Zamora junto a organizaciones de Derechos Humanos señalizaron el punto para recordar a la familia Rión que continúa desaparecida.

Entre las principales impulsoras del homenaje está Patricia Rodríguez, coordinadora del colectivo Temperley tiene Memoria. Docente ya jubilada, relata que a lo largo de su vida publicó cinco libros donde recapituló historias como las de la familia Rión a lo largo del sur del conurbano.

Ella dejó asentado el testimonio de Macek, una de las 14 personas que fueron secuestradas durante la misma noche que Cholo, José, Rosario y Mario. Siete continúan desaparecidas, incluido el hermano de Macek. Según la investigación de los organismos, fueron trasladados al ex Centro Clandestino de Detención y Tortura El Vesubio de Aldo Bonzi, en el partido de La Matanza. Pero, para Macek, eso no fue así, por lo que algunas dudas siguen vigentes.

Más allá de eso, hoy la familia Rión tiene su recuerdo frente a la que fue su casa. El lugar donde estaba el kiosco de Doña Rosario, reconocida peronista entrerriana en el barrio y gustosa de siempre avisar a los militantes si era seguro estar en su cuadra. El hogar de Cholo, el hijo mayor de los Rión, cuya militancia era plena en la Unidad Básica Cogorno. El lugar donde vivía José, también peronista, pero sin militancia organizada. 

“Los vecinos murmuraban”

Rodríguez habla con Buenos Aires/12 sobre la señalización que se realizó el sábado 15 de marzo y se emociona al "ver a los vecinos viejos que se acercaban a hacer memoria, pero también los jóvenes que se acercaron a partir de la convocatoria".  "Queremos recordar desde la alegría y no desde el fracaso”, subraya.

Recuerda que el golpe de Estado de 1976 llegó cuando ella tenía 15 años. “Fue el comienzo de la oscuridad”, sintetiza. Dice que aquel momento la marcó, y más adelante se puso al hombro la tarea de recuperar la memoria de personas desaparecidas de Lomas de Zamora, de Quilmes y otros barrios del conurbano. También se ocupó de hacer el documental Masacre de Pasco, a raíz de la matanza que, a cargo de la Triple A, se cobró ocho muertes en marzo de 1975. 

“Cuando se los llevan fue traumático para el barrio, pero los traumas se curan hablando y más en estos momentos que necesitamos que reaparezca el pasado para aprender de él”, cuenta Rodríguez. El impacto de aquella tragedia, dice, enmudeció al barrio.

“Cuando sucede la desaparición, no se hablaba en el barrio. Los vecinos murmuraban. Pero ahora pudimos poner en foco la señalización y los vecinos más viejos recuerdan aquella noche de 1977, aunque que la cadena de transmisión se cortó porque la gente está alrededor de los cuarenta años no los conocía”, explica Rodríguez.


Además del testimonio de Macek, Rodríguez también pudo recopilar la voz de Jorge Pérez, vecino de la familia Rión.

“La familia de Doña Rosario vivía sobre la calle Tarija, a metros de Flores. Ella era una señora dicharachera, alegre, había nacido en Entre Ríos. Tenía un kiosco en la misma casa, sobre la calle Tarija. El hijo mayor, Cholo (Juan Domingo Rión), comenzó a tener vinculaciones políticas a través de la Unidad Básica ubicada sobre la calle Tarija. El hijo menor, Mario Arrativel tendría 14 años, en realidad era un hijo de crianza, un chico absolutamente común”, explica Pérez en su diálogo con Patricia Rodríguez.

En aquel momento, dice, vivía frente a la casa de los Rión. “Un 20 de agosto de 1976, me hallaba muy preocupado porque un compañero de militancia del Frente Revolucionario 17, me avisa que Emil Vidal, Héctor Marghetich, y Juan Castro habían sido secuestrados de la casa de este último, en Zorzal y Don Bosco”, un lugar cercano a su casa.

“Ese mismo día fui a buscar a mi mujer, pero ella decide quedarse y tomar los recaudos necesarios: limpiar la casa, eliminar revistas, libros, papeles comprometedores, y hacer correr el rumor de que nos habíamos separado. Dos meses después, cuando llegó la policía a casa, la prevención que mi esposa había hecho surtió efecto, porque ni dañaron, ni secuestraron a mi familia”, destaca.

A partir de entonces, señala que visitaba el barrio “no sin antes pasar por lo de Doña Rosario, porque ella me hacía señas, indicándome si había, o no peligro”. “En ese sentido era solidaria y simpatizaba con todo el movimiento social que se había gestado por aquella época, desde su identidad peronista”, explica.

Así, Rodríguez pudo reconstruir parte de los perfiles de la familia. Particularmente el de Rosario, quien nació el 22 de abril de 1910 en Rosario del Tala. Tenía 67 años al momento de su secuestro junto a su marido, José Ítalo Rión, de quien poco se sabe.

Respecto a sus hijos, Juan Domingo, o Cholo, era el que tenía una vida militante activa. Su otro hijo, Mario, tenía 14 años cuando fue secuestrado desaparecido junto a su familia, el 22 de julio de 1977 y cursó la primaria en la Escuela N° 32.

La señalización

Entre las presentes en el acto de señalización estuvo Laura Berardo, subsecretaria de Derechos Humanos lomense. Durante la jornada, señaló que recordar a la familia Rión es importante dado el "el contexto de un Gobierno nacional que vulnera los derechos del pueblo con políticas de ajuste y reprime brutalmente a los jubilados que se manifiestan en el Congreso por ingresos que les permitan vivir y dejó en grave estado al fotógrafo Pablo Grillo”. “Un Gobierno que en su comportamiento cada vez es más autoritario y afecta gravemente a la democracia", agregó.

En el mismo evento, al momento de descubrirse los nuevos carteles, Pablo Musso, vecino y familiar de desaparecidos, remarcó que “las generaciones que vengan con conciencia no van a permitir que esto se vuelva a repetir”.

Esas generaciones están presentes también, como contó este diario, en Turdera por la Memoria, cuya labor tendió lazos con Berardo. Este sábado 22 de marzo encabezarán una nueva edición de Cartografías por la Memoria, un recorrido por aquellos puntos donde se pergeñaron delitos durante la última dictadura cívico-militar.

A su vez, fueron activos impulsores de otras dos señalizaciones que se hicieron en Turdera, tanto la de Ricardo Riobó Vaca y Juan Pedro Berger.