Florencia De la V es una montaña rusa de emociones. La conductora y actriz es capaz de pasar por todo tipo de sensaciones durante la entrevista con Página/12. Se ríe a carcajadas y con desparpajo a cada rato cuando aborda cuestiones relacionadas al mundo del espectáculo, se enoja y angustia mucho cuando analiza la realidad del país y el momento que se está viviendo, y se emociona cuando habla sobre su vida, por todo lo que tuvo que pasar y por lo que sueña a futuro. Su estado no tiene nada que ver con la impaciencia y ansiedad que le produce el estreno de Los profesionales de siempre, que el lunes 24 se estrena en Canal 9, diariamente a las 13.30. Más bien sus sentimientos a flor de piel reflejan una forma de ser, una manera de vivir. “Yo soy así: aprendí a vivir con el qué dirán”, subraya De la V, en una entrevista en la que no se calla nada.

La excusa del encuentro es el estreno de la nueva etapa del programa de espectáculos y chimentos que ahora conducirá la actriz, acompañada por Estefi Berardi, Fernando Cerolini, Alejandro Castelo, Enzo Aguilar, Leo Arias y Fabián Medina Flores. Sin embargo, la actualidad argentina se cuela inevitablemente en la charla con la actriz que se hizo conocida cuando la convocaron para reemplazar a Cris Miró en el Tabarís a fines de los noventa, pero que alcanzó su popularidad interpretando a Laisa en Los Roldán, la ficción que se emitió en Telefe en 2004 y en Canal 9 en 2005.

“Aquella serie me sirvió para trascender mi sexualidad y transformarme simplemente en Florencia para la gente, pero sin dejar de tener mi identidad”, analiza. “Fui parte del cambio cultural de la sociedad argentina. Porque esa Laisa, ese personaje tan importante en mi vida, seguramente generó muchas charlas en las mesas, porque Los Roldán se emitía en horario central en Telefe, la hora de la cena en familia. Estaban todas las familias argentinas pendientes de esa historia de amor entre el personaje de Laisa y de Uriarte (Puma Goity), que sí, que no... Fue una ficción importantísima para todos los cambios culturales que tuvo la Argentina después. Porque fue la primera vez que una travesti protagonizaba una ficción familiar, en una comedia blanca. Y el arte tiene que ver con eso. El arte puede traspasar cualquier tipo de barrera. Eso es lo que sucedió con Laisa.”

-Y en una sociedad con mucha menos información, derechos y conciencia sobre la sexualidad, la identidad de género y las libertades…

-Se rompieron un montón de barreras. Desde 2004 a ahora pasaron un montón de cosas. Imaginate, no había ley de identidad de género. No teníamos ESI. La ESI se aprobó en 2006, y no contemplaba la sexualidad ni la identidad de género... Entonces, si bien se agregaron algunos artículos, era ínfimo comparado con todo lo que sucedió a nivel legislativo en nuestro país. ¡No había ley de matrimonio igualitario! Estamos hablando de una época tremenda de nuestro país, donde nosotras no teníamos ningún tipo de derecho.

-Un tiempo en el que la TV producía ficciones que visibilizaban temas y problemáticas y alcanzaban públicos de todo tipo.

-Siempre es necesario poder visibilizar nuestras identidades. Está buenísimo poder sostenerlo y decirlo, porque lamentablemente es necesario. Se tiene que seguir nombrando porque han pasado 20 años y yo creía que las cosas iban a ser diferentes. Que iba a haber mucha más inclusión, que iba a haber muchas más chicas trans trabajando, que íbamos a ser parte de lo cotidiano y, sin embargo, seguimos igual. Si bien avanzamos, no veo por la calle tantas chicas trans. No las veo trabajando en puestos convencionales. Es algo que creí que iba a suceder.

-Los derechos adquiridos pueden no ser eternos. Hay que pelearlos.

-A los derechos no solo hay que pelearlos a diario, todo el tiempo, sino que muchas veces están, pero no se ejercen. Nos falta poner mucho más en práctica las conquistas.

-Una cosa es la legislación y otra muy diferente la práctica social de ese derecho.

-Tal cual. Porque, por ejemplo, por algo salió en su momento el DNU sobre el Cupo Laboral Trans. No debería existir, pero tuvo que existir para poder cambiar las cosas, primero en el sector público, para que luego se extendiera al privado. Pero no sucede. Hay algo todavía que no se aplica. Sí, están las leyes, las tenemos, pero..

-¿Qué es lo que falta?

-Creo que lo que falta es seguir derribando prejuicios. Porque hay algo que culturalmente está instalado que tiene que ver con lo hegemónico, con que nosotras debemos formar parte de este estereotipo de femineidades. Y nosotras somos tan diversas como la humanidad. Hasta que no traspasemos eso no va a suceder. Porque todavía hay gente que le choca que seamos libres, porque quieren que seamos de tal manera. También nosotras somos muy femeninas, somos muy masculinas, pero no dejamos de ser lo que somos. Y eso pasa porque todavía hay muchísimos prejuicios sobre nuestras identidades. Por eso no ocupamos no solo lugares de poder, de decisión, sino tampoco lugares cotidianos como trabajos de maestras o de porteras…

-¿Sentís que esos prejuicios volvieron a aflorar en el último tiempo?

-Hemos avanzado, hemos logrado muchas conquistas, pero hoy siento que vivimos un retroceso enorme, porque había cosas que creíamos que estaban saldadas, discutidas, que no eran temas, y hoy volvimos a formar parte de esta agenda de manera negativa.

-¿Hay una fuerte reacción conservadora?

-Algo que me parece que fue positivo en todos estos años de luchas, de conquistas, tenía que ver con los más chicos, con que crecieron con otra mirada sobre la diversidad. Esa construcción cultural y humana fue lo más importante que tuvimos. Los más pequeños viven la identidad sexual con total naturalidad, porque los prejuicios siempre son de los grandes. Siempre vienen de la casa, nunca son de ellos. Los chicos en el jardín juegan con todo, se juntan con todos, hacen de todo, monerías, y a medida que van creciendo, se van separando por grupos. Cuando las instituciones hacen lo suyo. Siempre la educación y la formación están en la casa.

-¿La sociedad argentina hoy es menos abierta de lo que se creía hace unos años? Además de un gobierno que se opone muchas cosas de las que los argentinos estábamos orgullosos, ¿hay una porción importante de la sociedad que lo apoya?

-No sé. No siento que ese sector de la sociedad sea tan grande como intentan demostrar. Lo que sucede es que quieren invisibilizar nuestras voces. Ellos solamente quieren potenciar su pensamiento, tratando de imponer sus argumentos como sea. Pero, después, uno se da cuenta que en la calle la identidad de género no es tema. Esta batalla cultural no existe para el grueso de la gente. No existe, no la piden…. A la gente lo único que le importa es la economía. No quiere que se vaya toda la mierda, no quiere que le suban los precios de las cosas. Es eso. Pero después no es tema.

-Pero el gobierno lo pone en agenda. Hasta el presidente Milei en su exposición de Davos atacó a la diversidad sexual y al feminismo.

-Para mí, nos utilizan de caballito de batalla para ocultar otras cosas graves que están pasando, como lo del FMI… Hay cosas que no entiendo de la agenda política. No se habla del trabajo. No se habla de construir una Argentina próspera con trabajo, con más industria, con fábricas... No se habla de eso. Estamos todo el tiempo hablando del préstamo, de la deuda, de endeudarnos de por vida. Esa es la única discusión, el único tema. No puede ser que no se hable de política pública, de mejorar la calidad de vida de la gente. Esas discusiones no están instaladas.

-¿Y por qué creés que no se instalan esas discusiones?

-Porque no les conviene hablar de eso.

-¿A la oposición tampoco?

-Están todos en la misma. La agenda la marca el gobierno. A mí me pasa que los políticos me dan vergüenza ajena. Lo que vimos en el Congreso es asqueroso. Es asqueroso porque antes los chanchullos estaban solapados. Ahora es tan evidente, todo en nuestras caras. Lo hacen descaradamente. Se dan vuelta. Un día van gobernadores a la Casa Rosada y al otro día votan lo que el gobierno quiere. Te das cuenta todo lo que hay por atrás, que todos transan… Entonces, cuando les dicen “ratas”, les queda muy bien puesto ese apodo. Porque la verdad que es lo que son. Dan vergüenza ajena. Estamos como estamos porque nunca pensaron de verdad en el pueblo, en la gente. Nunca... Yo viajaba en tren hace muchísimos años, de Lavallol, por ejemplo, a Constitución. Y uno ve que no mejoró nada. Los trenes están peor que antes. Las estaciones están hechas bosta. Todo está hecho mierda. Nadie cuida. La gente viaja como el orto. Es espantoso.

-¿Se normalizó vivir mal?

-Sí, parecería que lo único que se cuida es la Ciudad… Pero después se cagan en la gente, la gente no tiene cloacas, vive mal. Es espantoso lo que pasa. Yo hablo desde un lugar de absoluto privilegio, pero la gente se caga de hambre, no tiene solución a la vivienda, no tiene acceso a la salud, no tiene educación... Eso es lo que hay que mejorar, y de lo que no se habla. A los jubilados les pagan como el orto, casi se están muriendo de hambre y a nadie le importa. Yo creía que en la marcha de esta semana en reclamo por las jubilaciones iba a haber 10 millones de personas en la calle gritando “no, esto no puede suceder”. Hay mucha indiferencia, mucha gente que se caga en los viejos, que no importa si los cagan a palos.

-¿Es solo indiferencia?

-Hay indiferencia y poca empatía con el otro. Pareciera que lo único que importa es esta supuesta estabilidad, que no es ninguna estabilidad porque vas a comprar y cada vez está todo más caro. Es un verso. Pero me sorprende lo que pasó con los jubilados, no lo puedo creer. Se naturalizó la violencia de una manera obscena. Ver a los policías armados con sus cascos, sus trajes, todo el operativo… ¿Se gastó tanta plata en esto? Porque nosotros no estamos en la Franja de Gaza. No tenemos que estar luchando contra nadie. Acá la gente está muerta de hambre, por eso sale a la calle. No es porque quieren bombardear o quieren entrar al Congreso. No les interesa entrar al Congreso. No quieren tirar al gobierno. Quieren comer. Quieren morir con dignidad. Que no haya sensibilidad ante eso… Que solo haya policías con tantos escudos, cascos y todos los equipos… Igual, yo lo veo a Petri (Luis, el Ministro de Defensa), cuando se pone esos trajes… le debe a preguntar a Cristina Pérez “¿cómo estoy?” Se ponen esas cosas porque les encantan los uniformes.

(Imagen: Verónica Bellomo)
 

 

-¿Te parece que hay marketing y poca preocupación real?

-Están desconectados de la necesidad del pueblo. Toda esa imagen, con granadas, y armamento y escudos no es lo que necesitamos. No necesitamos aviones ni simuladores. La gente tiene que comer, tiene que llegar a fin de mes. Están en una agenda que no... Por eso también no entiendo a la gente que todavía está dormida, somnolienta, con esto… No hacen nada de lo que prometían.

-¿El odio puede más que el hambre?

-¿El odio a qué..? ¿Es un odio a los negros? ¿A los pobres? Porque a veces pienso sobre los piquetes, que la verdad que en un momento se volvieron un problema para la gente, para ir a laburar… Pero la gente también estaba pidiendo... La gente no está ahí porque quiere. Igual, después se hizo esta “ley antipiquetes” para que no corten las calles, ¡pero la cortan ellos! Lo que supuestamente no querían que hagan lo hacen ellos. Es incongruente. Bueno, subimos a la plaza. Pero ni siquiera en la plaza te dejan manifestar. O sea, “no queremos que se quejen”. “No queremos que ustedes salgan a protestar”. Hay un derecho constitucional… Es loco lo que pasa en la Argentina. Bajan los impuestos para comprar 4x4 pero no le sacan el impuesto a la leche, que es lo que más deberían tomar los niños. Pero a la gente no le molesta eso. ¿Quién puede comprar una 4x4?

-El 0,001% de la población.

-Exacto. Es un gobierno que beneficia a los que más tienen. Hasta ahora no hizo una por el pueblo. Una. No hay. Y eso no lo puedo creer. Le perdonan los impuestos a los que más tienen. ¿Por qué hay grandes empresarios que siguen no pagando impuestos? El impuesto a las grandes fortunas, que generó debate, pero claro que estaba bien. ¡Sí! ¡Obvio, loco!

-Afectaba a menos de 10 mil personas.

-Claro, nada. Era ínfimo. Y estás ayudando a gente que no tiene.

-¿Te angustia?

-Sí, mucho.

-¿Pero no te quita la fuerza para seguir diciendo y luchando?

-Y… sí, porque es lo único que nos queda. Siento que es cuando más tenemos que poner voz. Porque nosotros, los que tenemos visibilidad, que tenemos la posibilidad de tener cierta exposición, le ponemos voz a los que no tienen. Porque si no, no hay posibilidad de que la gente pueda decir lo que siente o lo que vive. Y la verdad que es increíble que con la Argentina que tenemos haya gente que todavía viva de manera miserable, inhumana. Los políticos viven totalmente alejados de la necesidad de la gente. De lo que pasa en el conurbano, de lo que pasa con los chicos que salen a matar a los 13 años… ¿Por qué llega un chico a hacer una cosa así? Porque lamentablemente no tuvo nada. No tienen nada que perder. Porque ya lo perdieron todo. Están todos esos barrios tomados por los narcotraficantes, que hacen trabajar a estas criaturas que están a la buena de Dios. Porque sus padres, muchos padres tienen que trabajar 14 horas por día, se toman 300 colectivos para llegar a la Capital y ellos están solos. Hay un transfondo social que nadie quiere mejorar.

-Sos una figura televisiva, ¿te importa el costo de tus posiciones?

-No, qué sé yo. Todo el mundo me dice, pero a mí no me importa igual. No estoy atenta. Ni me importa lo que digan. No estoy atenta a “X”, si me hacen campaña o no me la hacen. Sí, sé que soy blanco de muchos ataques. Pero no me interesan, no me importan. Yo soy así: he aprendido a vivir con el “que dirán”.

La política, los chimentos y los medios

Tras su paso y abrupta salida de Intrusos, De la V regresa a la TV con Los profesionales de siempre. Lo hará casi en el mismo horario que el programa que antes conducía (a las 13.30) y en una pantalla a la que volverá después de casi 25 años. “Me gusta volver al 9 porque es un canal en el que empecé a trabajar, con Georgina Barbarrosa allá por el 2000, cuando todavía se llamaba Azul TV, con Venite con Georgina. Pasó una vida. Después trabajé con Gerardo Sofovich, en sus programas. Pasó tanto tiempo y volver así, crecida, con experiencia, más segura y con algo que decir es hermoso. ¡Estoy a punto caramelo! Puedo hacer lo que quiero y quiero hacer este programa porque me encanta el espectáculo. Ir después del noticiero, con todo lo que eso significa, com toda la carga que tiene para la gente informarse, tener un programa que corte con eso y traer un poco de diversión, información, debates, interés general… me encanta. Estoy chocha.”

-¿Va a ser un programa de espectáculos, de chimentos o de ambas cosas?

-Va a tener de todo, obviamente. Porque los tiempos han cambiado. Para mí, el mundo del espectáculo hoy abarca a todo, a la política, al fútbol, al espectáculo, a todo.

-Pareciera que la narrativa que antes era propia de los ciclos de espectáculos y chimentos se extendió a otros ámbitos.

-Se mezcló todo. Los políticos buscaron a las actrices para casarse, los futbolistas a las vedettes y modelos, es todo una ensalada. Todo con todos. Me parece que hay algo que antes no sucedía, porque no se mezclaba tanto. Si bien en la época del Carlo (Menem), había una cosa parecida, era más solapado, un secreto a voces. Se decía, no se decía, no se sabía bien que era fantasía y qué realidad... Ahora está blanqueado. Creo que la política hoy forma parte del espectáculo.

-De hecho, incorporó muchos de sus recursos. En cómo se manejan ciertos políticos, en los cruces afectivos, en la búsqueda de visibilidad a a partir de acercarse a algún famoso o famosa…

-Claro, y así cayeron en su propia trama.

-¿Y qué mirada van a tener sobre esa realidad?

-Voy a ver qué me pasa con mis compañeros, no los conozco, nunca trabajé con ellos. Lo que va a tener el programa es absoluta libertad para que cada uno diga lo que quiera, para que cada uno tenga su personalidad, porque para mí lo interesante de un debate es eso, que haya diferentes miradas. Y creo que Los profesionales… lo va a tener.

-¿Hay un límite sobre los temas que van a abordar?

-Hay ciertas cosas, como las infidelidades, que antes eran temas y para mó ya no lo son. ¿A quién le importa si le meten los cuernos? Y más si hay criaturas en el medio. Las criaturas son mi límite. Para mí no es tema, no es problema, que cada uno se acueste con quien quiera. Lo de Wanda e Icardi es otra cosa: no son cuernos, es un divorcio escandaloso que ellos quisieron que así sea. Es un divorcio que superó a las novelas turcas. Mi límite son las criaturas. Lo que sucedió el otro día en el ascensor es un límite que ni siquiera ellos se están cuidando. La exposición, cuando tenés hijos, hay algo… Ver a esas chicas llorar de esa manera… es un montón.

-En un reportaje con Página/12 hace 20 años decías que soñabas con ser una conductora y actriz sólida. ¿Hoy con qué soñás?

-Con ser abuela. Yo quiero ser vieja. Creo que nuestra venganza, como dice Susy Shock, es llegar a viejas. Porque nosotras moríamos a los 30 años, supuestamente. Entonces, me encantaría llegar a vieja y cuidar a mis nietos, eso me encantaría. Tengo 50 y mis hijos tienen 13. Igual, no sé si después van a querer tener hijos, es una decisión que depende de ellos.

-¡Estás atrasando!

-(risas) Por eso… Pero si vos me preguntás -que ellos no se enteren-: Sí, me encantaría ser abuela. Nunca pensé que me iba a casar y me casé. Nunca pensé que iba a tener hijos y tuve hijos. Qué sé yo. Y ahora, si vos me decís qué quisiera, sin duda es ser abuela. Si no, será otra cosa, pero me encantaría.

-¿Y creés que vas a ser una buena abuela?

-Sí, la mejor.