Antonio Gramsci vivió para la revolución y murió -tras sufrir múltiples problemas de salud, estragado por los años padecidos en las cárceles de Mussolini) en pleno auge del fascismo europeo. Su corta vida fue, de todos modos, tan productiva, que sus aportes teóricos en conceptos clave como "batalla cultural", "bloque hegemónico" y "subalternidad", entre otros, siguen formando parte de los debates políticos, a casi noventa años de su muerte.
Lo cierto es que el filósofo y dirigente italiano debió lidiar buena parte de su vida política con el fascismo, en sus múltiples formas. El flamante libro El fascismo. La sombra negra de cien años de barbarie, publicado por la editorial Altamarea (un sello español especializado en literatura italiana) reúne varios de sus ensayos, informes y artículos vinculados con la temática. La lectura de este trabajo -traducido por Carlos Clavería Laguarda y con epílogo de Luciano Canfora- permite, también, seguir la evolución de la mirada de Gramsci sobre el fascismo, desde sus primeros textos periodísticos hasta sus ensayos de madurez.
El volumen incluye 36 textos escritos por Gramsci en las más diversas épocas y circunstancias, desde "Política y futurismo" (publicado originalmente en 1918 bajo el título "Cavour e Marinetti" en el semanario Il Grido del Popolo) hasta el famoso "El carácter del príncipe" (ya incorporado antes a su clásico Cuadernos de la cárcel), pasando por el controvertido "El subversivo reaccionario" (publicado en L'Ordine Nuovo el 22 de junio de 1921, un día después del primer discurso parlamentario de Mussolini). En todos ellos, Gramsci atraviesa con su impiadosa lucidez la sociedad de su tiempo, dejando observaciones y análisis que no han perdido vigencia.
Gramsci escribió: "la historia enseña, pero no tiene discípulos". La frase suena dolorosamente certera. Es hora de que las sociedades del siglo XXI aprendan sobre las lecciones impartidas, de manera urgente, pero atemporal, hace cien años.