Imaginemos otra época donde es posible viajar por el tiempo. Donde podemos ir a buscar a los responsables del holocausto y podemos ir a los años setenta, y traernos a todos los genocidas y cómplices a un presente donde podemos enjuiciarlos. Y no con la justicia que conocemos hoy, sino con una justicia popular. Donde cada palabra que decimos -solo por el hecho de que salgan de nuestra boca- sean escuchadas y baste para que se conviertan en verdad. Imaginemos que una Valeria del Mar Ramírez se convierte en una de las juezas y que una María Belén Correa sea la madrina de los archivos históricos. Y que un Carlos Jáuregui se encargue de tratar como seres humanos a todas las víctimas de catalogación, persecución y criminalización por sus identidades cuir. Imaginemos un tiempo sin tiempo, donde nuestras vidas sean reconocidas en la historia y no sólo por haber sido víctimas.

Ibérico Manuel Saint Jean, fue interventor de la provincia de Buenos Aires durante la última dictadura cívico militar. Falleció en el año 2012, tenía 90 años y estaba siendo juzgado por crímenes de lesa humanidad. No llegó a ser condenado. Además de haber reconocido él mismo, haber desaparecido a cinco mil subversivos, se lo recuerda por una frase que pronunció en 1977 durante una cena entre oficiales: 

"Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes y, finalmente, mataremos a los tímidos". 

Siempre me pregunté por los tímidos. Pero también por esta concepción del exterminio bien sudaca: no solo morirán en el camino del proceso de reorganización nacional los subversivos, sino todos los que no acompañen la dictadura. Y estoy seguro de que las maricas pertenecientes a los procesos de liberación sexual fueron con toda pasión, antidictatoriales.

Hace más de 15 años que me vengo imaginando las posibilidades de una historia que no nos niegue. Por eso siempre pensé que debíamos ser nosotras mismas quienes debemos hacernos justicia. Como ha sucedido en todos los genocidios: no hay acciones que vienen de arriba sino protagonistas que luchan por su verdad.

Casi diez años han pasado de la presentación de mi tesis de grado en la Facultad de periodismo y comunicación social (UNLP) donde di a conocer la investigación sobre la DIPPBA y la persecución a homosexuales. En el 2017 presenté “Fichados, crónicas de amores clandestinos”, mi primer libro y luego de “El maricón de los chilenos” mi segundo libro, editado en diciembre del 2020. Luego en paneles, charlas, posteos en redes, grupos de investigación, discusiones con colegas y compañeres activistas vengo y venimos reflexionando sobre las memorias maricas. Pasaron dos gobiernos y un poco más y siempre teniendo la esperanza que alguna línea de nuestro trabajo fuera tomada por algún ministerio u organismo afín para poder encarar un proceso que, ya no solo fuera para reflexionar sobre las memorias en clave LGBTIQ+, sino para pensar herramientas que hagan que nuestras biografías colectivas no queden en el olvido. Eso hasta ahora nunca sucedió.

Del negacionismo general al negacionismo interno

Hoy es sumamente importante hablar de Negacionismo dentro del negacionismo, o simplemente del negacionismo de la persecución y criminalización de las personas cuir durante la última dictadura militar en nuestro país. Porque hablar de ello no es hablar de pasado, es hablar de un presente lleno de negacionismos que se vociferan desde este gobierno.

Mientras revisaba datos de los regímenes totalitarios, volví a la Alemania nazi sobre el párrafo 175 del código penal que estuvo vigente desde 1871 hasta 1994. Este párrafo penalizaba las relaciones sexuales entre varones. Luego de que falleciera el jefe de los milicianos nazis, Ernets Röhm, abiertamente homosexual, se eliminaron las barreras para perseguir a los homosexuales. 

Entonces homosexualidad y traición pasaron a ser sinónimos. Para el año 1936 fueron arrestados unos 100 mil hombres acusados de ser homosexuales. La mitad fueron condenados y enviados a la cárcel. Y alrededor de 15 mil fueron llevados a campos de exterminio. Esto es sabido ampliamente por el mundo. Pero el dato aterrador no es siquiera el de los procesos penales, o el exterminio de aquellos que fueron enviados a los campos de muerte. Sino que una vez que en el año 1945 cuando los aliados liberan a los presos de los campos de exterminio, el párrafo 175 no se derogó. Y por eso mismo los homosexuales siguieron siendo criminalizados por un nuevo régimen que ya no era el nazismo. Fue la negación del otro por su orientación sexual. Fue una pesadilla dentro de la pesadilla. Recién en el año 1994 se derogó el párrafo del código penal. Y en el 2017 el estado alemán pidió perdón a los homosexuales por todos los años que fueron perseguidos y se realizaron reparaciones económicas a los sobrevivientes.

En Argentina existe un negacionismo por parte de sectores de la iglesia católica apostólica y romana que ha militado durante años el discurso de la lucha contra la subversión y la guerra para enfrentarla. Y también por parte de sectores políticos relacionado a las cúpulas militares que ponen en duda el número emblemático de los 30.000 desaparecidos, la veracidad del exterminio con sus Centros Clandestinos de Detención y su metodología proveniente de la formación de la Escuela de las Américas. Pero también ha habido un negacionismo desde varios sectores que provienen de lugares contrarios a los mencionados anteriormente, que escriben artículos, que manifiestan en sus redes sociales y en los pasillos de instituciones relacionados a los Derechos Humanos señalando que: los homosexuales no fuimos perseguidos por la última dictadura cívico militar. A este negacionismo hace varios años se lo viene contrarrestando con la cifra reconvertida de 30.400, para dar cuenta de lo escandaloso de no buscar a nuestras maricas travas tortas desaparecidas en el marco de la junta militar que tomó el poder el 24 de marzo de 1976.

Este negacionismo me preocupa tanto como el anterior, porque siempre se nos pide a las maricas y personas cuir, que debemos encauzar nuestras luchas para que el cuco de la derecha o el facismo no nos haga trizas. Y ya vieron cómo estamos hoy.

Y aquí no voy a discutir la cifra, porque sabemos que son muchísimos más. Pero si voy a repetir algo que nuestras compañeras travas trans vienen repitiendo hace años: que para ellas la democracia recién comenzó en el año 2012 cuando se transformaron en sujetas de derecho. Pensemos en la vuelta de la democracia en el año 1983. Pensemos en todos los rostros festejando que ya no habría toque de queda, que los presos políticos obtendrán la libertad y que los centros clandestinos serían desmantelados. Pero las maricas y las travas seguimos siendo perseguidas por los códigos contravencionales, se seguirán llenando los casilleros de la M (de masculino) en el número del código contravencional que criminalizó a los actos sexuales amorales (en el caso de la provincia de buenos aires 8031/73, artículo 68 y 69). 

Es decir, para las personas cuir la celda siguió siendo el destino aún después de 1983. Y lo peorcito del caso es que fueron los mismos integrantes del genocidio, quienes continuaron chupando a nuestras mariconas en los calabozos. No por casualidad Carlos Jáuregui en su libro La homosexualidad en Argentina, editado en el año 1985, se preguntaría por los homosexuales desaparecidos y se entrevistaría con el Rabino Marshall Meyer, el cual le daría la cifra de 400.

Por todo esto considero que hay que continuar profundizando sobre las memorias cuir sudacas en las dictaduras del Cono Sur. Porque no habrá estado, organismo ni profesionales que busquen marcas sobre nuestro paso por esta parte de historia en nuestro suelo latinoamericano, seremos nosotres.

En estos días el chileno Felipe Rivas San Martín presentó su libro “Un archivo inexistente”. Se trata de un libro de fotografías creadas con inteligencia artificial (IA) donde intentó pensar junto a la IA cómo se verían las parejas del mismo sexo de América Latina cien años atrás. La propuesta me impactó. Es la evidencia de la falta de registro de nuestras vidas en la historia. Al no existir archivo, la inexistencia se puede hoy imaginar a partir de esta tecnología que puede construir imágenes. Se trata de un libro de 108 imágenes, que hace mención a los 108 homosexuales detenidos en la dictadura de Stroessner (1959), sobre las cuales trabajó el fotógrafo para imaginar una historia posible.

Me vengo preguntando hace más de 15 años cómo serán los rostros de las maricas, las travas y las tortas desaparecidas a partir del 76. Cómo habrán sido sus caras y sus vidas. Por dónde habrán transcurrido, si sus familias las habrán buscado. A un año de llegar a la cifra de 50 años desde la instauración de la última dictadura cívico, militar y eclesial, deberíamos traer de nuestra memoria a las personas cuir que nos trajeron hasta acá.

En el caso argentino tenemos archivos, tenemos fotografías recuperadas como las compañeras del Archivo de la Memoria Trans Argentino. Tenemos juicios de Lesa Humanidad donde han declarado maricas y travestis que estuvieron en centros clandestinos de detención. Tenemos una comunidad de viejas maricas, que aún no salido del clóset de haber sido mariconas en aquellos años. Quién sabe si será porque aún la herida de haber sido la hija desviada sigue sangrando. Pero al negacionismo hacia las vidas cuir en dictadura debemos decirle Nunca Más.

Por eso cuando este febrero el presidente habló de una pareja de homosexuales poniendo el énfasis en que eran pedófilos, se volvió a llenar de preguntas un movimiento que pensaba que no había que convencer a más nadie de nuestro derecho a existir. Por eso debemos tomar la voz y hacer nuestro propio camino de reconstrucción de las memorias cuir en el suelo latinoamericano. ¿Dónde están las maricas desaparecidas? ¿Dónde están las travas chupadas por los ex CCD, por las comisarías y las Brigadas de investigación?

Más preguntas

Esteban Octavio Scuzarello, es una marica investigadora que trabaja actualmente en España. Está intentando recorrer la historia de las travestis que se fueron del país pidiendo asilo. 

“Estoy escribiendo un paper académico sobre personas LGBTQI+ que se fueron en los 70 y 80 exiliados de Argentina y buscaron refugio en Europa y Estados Unidos en un momento donde la figura jurídica del refugiado no consideraba a la sexualidad o género como causal. Estoy tratando de investigar cómo las personas LGBTQI+ se acomodaban a las estructuras legales para poder conseguir refugio”. 

Esta es una de las tantas consecuencias de este proceso de construcción y contracción de las memorias. Nunca sabremos las consecuencias de esos exilios. Por eso muchas de nosotras vamos recogiendo desde los detalles que a la gran historia no le importa, pedacitos de nuestra memoria. ¿Qué hubiera sido de nosotras, de nosotres sino hubiera existido el exterminio hacia nuestra comunidad? ¿Cómo hubiera sido la vida de una Mariela Muñoz sin tener que estar contando por qué tenía tantos niños a su cargo? ¿Cómo hubiera sido la vida de una Valeria del Mar sin haber pasado por el Centro Clandestino de Detención El pozo de Banfield?

Nada de esto es ajeno a nuestro presente. Cuántas personas de nuestra comunidad no conseguimos trabajo, cuántas somos sumamente precarizadas y cuántas exiliadas por motivos económicos e ideológicos. O asesinadas como el caso de Tehuel de la Torre y de las lesbianas de la pensión en Barracas, quemadas por un vecino lesbodiante.

Hoy más que nunca es imperioso hermanarnos en la construcción de nuestra propia historia por fuera de la mirada del Estado y de las ciencias que buscan su propio beneficio. Y también pensar la historia sin los marcos de los análisis de los grandes genocidios en la historia. 

No podemos negar nuestro identicidio, para entrar en las lecturas históricas convencionales. No hace falta que las fuerzas de seguridad en nuestro país nos hayan catalogado con un triángulo rosa invertido. Hace falta leer los archivos históricos con una mirada correspondida a lo que fueron las juntas militares, que no lo decían todo en sus documentos tecleados en máquinas de escribir. 

Muchas veces también pensé que la persecución hacia maricas había sido una persecución residual, como una consecuencia, como los tímidos a los que se refería el ex interventor de Buenos Aires. Pero la realidad nunca ha sido en blanco y negro, estuvimos, estamos y estaremos en todos lados, haciendo carne la inmoralidad en los momentos más oscuros para alumbrar la lucha de la que somos protagonistas.