La identidad homosexual no estaba táximente prohibida dentro de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (Farp-Ep), pero sí generaba escozor entre hombres fortachones preparados para la guerra y que lo que menos podían permitirse era amoríos con otros hombres entre las montañas donde el viento de la madrugada hacía desaparecer los sonidos de los besos y los gemidos en las noches desenfrenadas de sexo dentro de las caletas.
Allí, dentro de ese clóset de metros cuadrados, el miedo de esos hombres guerrilleros que exploraban su sexualidad también se transformaba en morbo al ser descubiertos por sus compañeros. Al final de cuentas, esos hombres sabían que todo minuto era valioso, porque al día siguiente la guerra no les daría certeza de más encuentros o siquiera de seguir vivos.
Lejos del estereotipo del hombre guerrillero macho-intelectual-hippiento instalado en aquellos países latinos y caribeños que tuvieron guerrillas -Colombia, Nicaragua, El Salvador, Cuba, por mencionar algunos- la masculinidad dentro de las antiguas Farc-Ep era variopinta. Algunos combatientes, por ejemplo, encubrían su gusto por otros hombres siendo mujeriegos, porque tenían claro que de ser pillados con hombres tendrían que lidiar con castigos colectivos como la expulsión de la guerrilla o también con “autocastigos” como el suicidio; otros eran capaces del poliamor sin importar el género; unos terceros preferían no enamorarse por dos motivos: el amor en la guerra les parecía efímero o les terminaría haciendo desertar de la lucha armada que habían elegido.
Todos estos detalles dentro de la guerrilla colombiana salieron a la luz en el libro “¿Qué ruido hace un beso? Experiencias homoeróticas en excombatientes de las antiguas Farc-Ep” (Editorial Lectores Secretos), de la autoría del investigador y escritor colombiano Sebastián Giraldo. El autor, especializado en estudios de género, entrevistó inicialmente a cinco excombatientes de estas fuerzas guerrilleras para su tesis de doctorado en Antropología Social en la Universidade Estadual de Campinas, en Brasil, pero luego transformó sus testimonios en relatos que publicó en el formato libro. En estos relatos, por consenso con sus fuentes, mantiene en anonimato los nombres de los protagonistas.
El libro es de descarga gratuita y está compuesto por 12 historias con sus respectivas ilustraciones, además de notas del autor para reflexiona desde los prejuicios sobre la homosexualidad, instalados a partir del imperialismo estadounidense y la Escuela de las Américas, fundada en 1946 en Panamá, que llevó a los militares a considerar a la guerrilla como una “producción de homosexuales”; hasta las repercusiones actuales para las disidencias sexuales y las mujeres sobre la falta de una perspectiva de género en la transición y desmovilización de las Farc-Ep a la vida civil, con la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la guerrilla, en 2016.
De amoríos de guerrilla a Grindr
En algunos relatos, Giraldo teje las historias de los vínculos eróticos o amorosos entre hombres guerrilleros que se desnudan en un río para sentir por primera vez el placer de arrimar sus penes erectos, que tienen sus primeras penetraciones o besos negros en el bosque mientras aprovechan caminos solitarios; o incluso de hombres que antes de deshacerse en el sexo se leen por las noches “El coronel no tiene quién le escriba”, de Gabriel García Márquez, para luego esfumarse por misiones guerrilleras a cumplir y olvidar así, para siempre, que fueron amantes y que esos encuentros ya no serían posibles.
En otros, el autor entremezcla las calenturas y el miedo de convivir con el enemigo: un militar que le hace una cita infructífera a un guerrillero, en un baño, durante una noche de copas en un bar ubicado un territorio disputado por el Ejército y la guerrilla; o un guerrillero que se enamora de un policía que era encargado de perfilar a los guerrilleros, a quien deja de frecuentar luego de sentir miedo y culpa por haberle hurtado una USB de la mesa de noche de su pieza como parte de una misión encomendada por su superior.
Y está la otra categorías de relatos que nos trasladan a épocas y discusiones contemporáneas: qué ha sido de la vida de aquellos homosexuales de la antigua guerrilla colombiana y cómo lidian en soledad con el fantasma de la guerra, con las secuelas físicas y emocionales durante la transición de la guerra a la paz.
“Existe más de un clóset, primero el del sujeto que debe tener cuidado dada su condición de excombatiente; segundo, el de la sexualidad de dicho sujeto excombatiente [...] pero existe un tercer clóset, porque la metáfora de los clóset no sólo alcanza al proceso individual, sino también al proceso colectivo y gubernamental: la Agencia para la Reincorporación, el Estado colombiano y el proceso transicional no han salido del clóset”, sostiene el autor.
En ese sentido, Giraldo retoma historias como la de Comunes, un partido político conformado por guerrilleros desmovilizados después del Acuerdo de Paz en Colombia que cuenta con una “comuna marica”, que propuso una agenda de género y de disidencias sexuales, logrando así que también un hombre abiertamente gay participara en las primeras elecciones del partido como candidatos a concejal y obtuviera 500 votos en una campaña hostil por su perfil de exguerrillero y marica. También están las historias de Nicolás, quien al comenzar su vida de civil descubrió Grindr, la aplicación de citas para hombres, que ha usado para saciar todas las vivencias sexuales que no se permitió en la guerrilla durante su juventud; y la de Ernesto, un exguerrillero que en una misión recibió cinco esquirlas de una bomba en una de sus piernas, una lesión que nunca se trató y cuyas secuelas recién aparecieron. Su familia le dice que hoy no puede caminar por “haber dado mucho culo”, pero Ernesto, en medio de la precarización en la que vive todavía no tiene un diagnóstico médico certero y prefirió acudir a una bruja venezolana, que le dijo que su discapacidad se debe a una maldición.
Fuera de la guerrilla, estos hombres, dice Giraldo: “No tienen ni siquiera con quién chismosear de sus aventuras o quién advierta de las trampas del sexo y del amor”. Es una doble clandestinidad, la de la guerrilla y la del amante homosexual, que todavía arrastran.