El error floreció azul en el germen de la intención, esa voraz intención en el despertar de un suceso destinado a transcurrir. El arma era capaz de dar cobijo a seis balas en su tambor, más apenas hubo cinco esa vez allí. La boca de fuego será benevolente con vos. De las muchas predicciones que los augures vertieron sobre tu halo sola esa fue acorde con un episodio de tu existencia. El resto de las sentencias apenas si terminarán como notas a pie de página, con letra pequeñísima, en el diario de tu vida redactado por los hijos de los hijos que no tuviste. “Los días oscuros de la edad de oro” sea probablemente su título.
La premeditación devasta al impulso, planificar la apoteosis siempre deja un gusto agrio a farsa en la que uno es el payaso más denigrado por el público.
Texto de la farsa:
“Fuimos eternos hasta que nos tocó nacer.
Cualquiera es el gentilicio que más nos cuadra. Responder a determinadas estridencias que remiten a nada es el modo idóneo para diferenciarnos unos de otros. Nombres que suenan a invocación de diablos en el aquelarre de los mudos. Cacofonía de gallinas turulecas y el equilibrio de cuarenta y siete ruidos ejecutándose a la vez. Por el bien de todos espero que conserven de sus antepasados una radio portátil cuya energía dependa de gatos crispados sobre rojas pilas Eveready. Zarpazos que arañan la mejilla del receptor. Bienvenidos al templo de la electricidad, a la bacanal física de la tempestad, al celo desbocado de la distorsión. La Spica reinterpreta al caos desde debajo de la almohada. El chirriar del cosmos se monta a la voz del locutor produciendo sonidos que arpegian con la ansiedad. La madrugada de a ratos es una gacela a merced de refucilos gruesos como ombúes.
Plumas esculpidas en antimateria, pájaros del acaso, sus huevos empollados por la diosa Ocasión suelen ser materia de cambio entre los visires de la cuarta jurisdicción. Ellos, capaces de perforar el silencio de la infinitud, comercian con tierras raras mientras los mejores quince orfebres de la galaxia son incapaces de satisfacer los deseos de la princesita con respecto a las joyas que lucirá en el parto de su muñeca. Las pequeñas princesas, ciencia médica mediante, transitan sus embarazos desde el vientre de los objetos más queridos. Y los niños carenciados cada día más bendecidos viviendo plenos en la función renal de un señor de situación económica acomodada.
Gracias Señora Gravedad por permitirnos hacer pie en la parte más chata de la tierra plana.”
Pd
Yo, Duilio Tulio Obdulio, poeta de ocasión, ofrezco sonetos muy a precio para lo que deseen celebrar, añorar o maldecir. Llamadas sin costo al 449-1380.
Recodar números telefónicos de extintas líneas fijas te dará una sorprendente agilidad al momento de tener que renovar contraseñas.
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