El cardenal Robert McElroy, recientemente designado por el papa Francisco como arzobispo de Washington DC, realizó su primera intervención pública tras asumir el cargo en una conferencia sobre la relación entre el catolicismo y la migración. Durante el evento, expresó su rechazo a la política migratoria estadounidense impulsada por el gobierno del presidente, Donald Trump, así como a la reducción de fondos destinados a la ayuda humanitaria.

Durante el evento, titulado "Enseñanza social católica y el trabajo con migrantes y refugiados en tiempos de incertidumbre", organizado por el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) de Estados Unidos y el Centro de Estudios Migratorios de Nueva York, McElroy subrayó la necesidad de abordar la migración con principios de justicia y compasión.

"El mensaje de Jesús es claro y permanente: debemos estar atentos al sufrimiento que nos rodea, reconocerlo y responder con acciones", declaró el arzobispo, quien alertó que la indiferencia ante las dificultades ajenas fomenta la desigualdad y el dolor, algo que definió como "el ladrón que habita en cada uno de nosotros".

En su discurso, el cardenal también cuestionó la decisión de suspender la asistencia exterior a programas humanitarios mediante el cierre del USAID, calificándola de "inaceptable desde cualquier perspectiva católica". Además, condenó las deportaciones masivas, advirtiendo que estas generan "temor y desarraigo" en las comunidades migrantes que han echado raíces en Estados Unidos durante años.

McElroy llamó a los católicos a solidarizarse con los inmigrantes, no solo defendiéndolos, sino apoyándolos activamente. Si bien reconoció la importancia de la seguridad fronteriza, insistió en que esta debe ir acompañada de políticas de asilo y refugio basadas en la dignidad humana. “Como sociedad, enfrentamos una decisión fundamental (...) y el camino de la persecución y la expulsión masiva no puede ser seguido en conciencia por quienes se llaman discípulos de Jesucristo”, concluyó el jesuita.