¿Es Emilia Pérez la película gringa más odiada por México en la historia del cine? ¿Es un homenaje a las más empalagosas telenovelas latinoamericanas? ¿Inaugura un nuevo subgénero que podría llamarse narcomusical? Para relatar la transición de género de un capo narco mexicano, que después del devenir mujer intenta reparar los crímenes perpetrados en su pasado criminal, la película de Jacques Audiard aborda temas como el empoderamiento femenino, la violencia de los cárteles y la epidemia de desapariciones en México. Y también las cirugías de reasignación sexual y la transición de género, todo a partir de números musicales.
Este sábado 29 CineArte Cacodelphia invita a ver y discutir esta película de la que todo el mundo habla. Si no la viste, esta es una oportunidad. Si la viste, pero te gustaría volver a ella a la luz de todo lo que vino después, también. Las entradas puede reservarse a través del sitio del cine.
Se podría decir que hasta enero de este año Emilia Pérez era una película mimada y prometedora. Ganó como mejor musical y mejor actriz de reparto en los Globos de Oro 2025, y obtuvo trece nominaciones al Oscar. También resultó ser la Mejor película iberoamericana en los Goya. Pero luego vino el escándalo en redes sociales, y la reacción ante antiguos posteos rescatados de las catacumbas de X y su actriz principal, Karla Sofía Gascón, se convirtió en el blanco de fuertes críticas y hasta se habló de una campaña de cancelación.
Su recepción, a raíz de la polarización en las opiniones que provocó, se convirtió en un campo minado. Emilia Pérez generó controversias de una magnitud que hace mucho no se veían en relación a una ficción. Finalmente, de las trece nominaciones Emilia Pérez sólo se quedó con la de “mejor canción original” y la de “mejor actriz de reparto”. Pero ¿hasta qué punto estos debates se basaron en el valor cinematográfico de la película?
Emilia Pérez es tan extraña e inclasificable que para buena parte considerable de la crítica especializada y del público representa el ocaso del director de Dheepan y El profeta. Un hombre heterosexual, cis, blanco, francés de 72 años emprende la creación de un musical sobre la violencia narco de un país que jamás pisó. El rodaje transcurrió enteramente en sets en las afueras de París. Tampoco hay ningún mexicano en su elenco. Karla Sofía Gascón nació en España. Zoe Saldaña y Selena Gómez son estadounidenses.
También fueron objeto de críticas el tratamiento del personaje principal y la cuestión trans. En un principio se creyó que, dado el feroz ataque de la administración de Donald Trump contra los derechos de las personas transgénero, esta película podría haber sido un punto de encuentro para la resistencia a la llamada batalla cultural.
Sin embargo, lo que parecía ser, por lo menos, una oportunidad para posibilitar que brille en escena una actriz trans también quedó en el camino después de que se dieron a conocer muchos posteos antiguos de Gascón, en los que apuntaba contra: musulmanes, migrantes, afrodescendientes, víctimas de violencia institucional, chinos, mujeres. No se salvó prácticamente nadie.
Más allá de estos antecedentes, asoma la pregunta de por qué se espera que una película de ficción, anclada además en un género tan artificioso como el musical, funcione como un fiel reflejo del mundo real. ¿Son realmente cinematográficos los motivos por los cuáles fue tan descalificada? ¿Es posible que Emilia Pérez sea una película repudiada por las razones equivocadas?