La desaceleración inflacionaria es el principal activo electoral del oficialismo. Esa tendencia bajista posibilitó una recuperación parcial del poder adquisitivo de salarios/jubilaciones perdido en los primeros meses de gestión libertaria. Aún así, el nivel de ingresos continúa siendo inferior a noviembre de 2023.

Según los datos del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), dirigido por el economista rosarino Sergio Arelovich, el poder de compra del trabajador asalariado privado aún se encuentra 4 por ciento debajo de noviembre de 2023. El retroceso es muy superior (21 por ciento) en el caso de los empleados públicos. En el caso de la jubilación mínima, la consultora C-P explica que "la comparación interanual en enero mostró la primera mejora en 15 meses, sin embargo, el nivel fue un 20 por ciento menor al de 2020 y en términos históricos (salvando el año pasado) es el nivel más bajo de los últimos 20 años".

En ese marco, la merma en los ingresos apuntala el retroceso del consumo popular. Por caso, las ventas en supermercados cerraron con una caída interanual del 11 por ciento en 2024, según datos del Indec. Para la consultora Scentia, los números continuaron en terreno negativo a comienzos de 2025, aunque hubo un leve repunte desde el piso registrado en septiembre del año pasado. El último dato publicado (correspondiente a febrero) revela una contracción del 9,8 por ciento interanual, acumulando quince meses consecutivos con números “en rojo”.

Ganado en pie

En términos cualitativos, la malaria económica afectó la dieta de los argentinos en el 2024. Por primera vez en la historia, el consumo de pollo superó al de alimentos bovinos. En efecto, el consumo per cápita anual de productos avícolas fue de 49,3 kilogramos versus los 48,5 kilos de carnes rojas.

En ese contexto, el gobierno derogó el Decreto 322/1973 que prohibía la exportación de ganado vacuno en pie con destino a faena para consumo. Esa norma, firmada por el presidente Cámpora y el ministro Gelbard, dotaba de facultades a la extinta Junta Nacional de Granos para disponer de algunas excepciones cuando los mercados de destino fueran Perú o países limítrofes.

En su cuenta de X, el ministro Federico Sturzenegger festejó el levantamiento de esa restricción porque eso abriría “un sinfín de nuevos mercados para el sector ganadero de nuestro país. La prohibición se impuso por un problema de abastecimiento en 1973 y, como en Argentina no hay nada más permanente que lo transitorio, quedó vigente por 50 años”.

Los supuestos beneficios inmediatos para los productores argentinos, sin entrar a considerar cuestiones tales como el impacto negativo potencial en el abastecimiento interno y en la industria frigorífica doméstica, quedan reducidos a la mínima expresión cuando se despeja la hojarasca de los anuncios rimbombantes.

En primer lugar, el mercado exportador de ganado en pie para faena inmediata (animales gordos) es muy pequeño. En esa línea, un documento del Instituto para el Desarrollo AgroIndustrial Argentino explica que “se trata de una modalidad de comercialización marginal en el negocio de exportaciones del sector ganadero vacuno, ya que Brasil exportó en los últimos 5 años entre el 1 y el 2 por ciento de su ganado destinado a faena como animales en pie, especialmente a Turquía, y es el país número uno en este rubro y consolidado hace años en el mercado”.

Esto se debe a que la exportación de novillos terminados (listos para faena) en muchos casos puede resultar antieconómica. Por el contrario, la exportación de novillos livianos ya estaba permitida en la Argentina previo a la emisión del “rayo desregularizador” de Sturzenegger. Es más, durante el gobierno kirchnerista, se exportaron a Venezuela miles de vaquillonas preñadas destinadas a la producción de leche. En el puerto de Dock Sud, el entonces presidente venezolano, Hugo Chavez, despidió personalmente el primer embarque de 878 vacas adquiridas por una cooperativa lechera de ese país.

En el sitio especializado Bichos de Campo, el periodista Matias Longoni plantea que “ahora que se conoce la noticia que el gobierno de Milei supuestamente habilitó la posibilidad de exportar lo que no estaba prohibido, muchos criadores se entusiasmaron y preguntan cuándo saldrá el primer barco cargado de terneros. Pero no hay tal barco en el horizonte porque no hay acuerdos sanitarios con los países que realizan ese tipo de compras. Una búsqueda rápida por los protocolos sanitarios firmados por el Senasa con terceros países permite ver que hay toda una tarea por delante, que podría llevar años, antes de poder exportar efectivamente algún animal”.

En resumen, la mayoría de los especialistas sostienen que los efectos prácticos de esa medida son cercanos a cero en el corto-mediano plazo. Mucho ruido y pocas nueces, reza un sabio refrán popular.