En el cuento “La espera”, en donde un fugitivo asume que va a ser muerto a balazos, Borges dice “es menos duro sobrellevar un acontecimiento espantoso que imaginar aguardarlo sin fin”. En estos días no se habla de otra cosa que de la inminente devaluación. El año pasado, los que la pedían eran llamados “mandriles” por el presidente. Ahora ya nadie se la pide, la dan por descontada. Milei está recluido. Ni viajó a recibir el premio Nobel judío. Para poner en contexto lo insostenible de la situación, cada día el BCRA dilapida un superávit comercial mensual.

Hasta mediados de la década del setenta, la economía argentina experimentaba ciclos de expansión y contracción de su actividad, llamados stop & go, expresión tomada de modelos ingleses para representar los arranques y frenos, en alusión a los antiguos semáforos que alternaban cartelitos con dichas palabras. En el caso argentino, las devaluaciones eran contractivas, pero tras un año recesivo la economía volvía a crecer.

El cambio abrupto entre la luz roja y la verde de los semáforos llevó a que se agregara la luz amarilla, como transición. Pero la Argentina actual quedó atrapada en una luz amarilla intermitente. Dicha señal de tránsito equivale a “cuando puedas mandate”. Así, unos frenan y provocan embotellamientos; otros se arriesgan y provocan choques múltiples. Hoy abundan señales amarillas de devaluación que paralizan la economía, como es la insostenibilidad del poder de fuego del BCRA y la no intervención en el dólar futuro, que se interpreta como convalidación oficial.

El "mercado"

La racionalidad económica de los agentes fagocita al propio mercado. Una gallina de los huevos de oro que se picotea a sí misma hasta la muerte. Los exportadores prefieren endeudarse en pesos antes que liquidar; los importadores prefieren cancelar las deudas y adelantar importaciones. En la economía financiera se desarman las posiciones en pesos para dolarizarse hasta que aclare. Esa es la única dolarización que logró Milei: la de una corrida cambiaria.

Los mandriles piden devaluar para estabilizar. Quieren tirar del mantel verde para luego volver a poner la mesa de la bicicleta financiera. Al igual que el gobierno, fantasean con una lluvia de inversiones reales, cuando en realidad se están yendo las multis. Ni a Macri le pasaba esto. Para la economía real esta maniobra de la devaluación ha perdido la eficacia de otros tiempos. Ahora el ciclo se ha tornado puramente financiero, se consume en meses sin dar a tiempo a salir de la recesión, tornándola crónica.

Los más avezados tuvieron la prudencia de levantar sus copas a tiempo, el sector productivo y del trabajo aún no han probado bocado y el mozo se apresta a tirar de nuevo del mantel. Es probable que la caída sostenida de los depósitos en dólares esté protagonizada por los mismos que los habían abultado con el blanqueo. Sería injusto que otra vez sean los ahorros de los jubilados apaleados los que paguen los platos rotos si en la maniobra brusca terminan volcando la mesa y los bancos.