La importancia de Osvaldo Bayer en la visibilización del genocidio de los pueblos originarios en la mal llamada “conquista al desierto” ha sido fundamental para nosotros, los mapuche-tehuelches. Por ejemplo, en las reparaciones simbólicas desmonumentando a Roca en toda la región del noroeste de la provincia de Buenos Aires. Entre muchas jornadas, recuerdo el día en la ciudad de Genral Pinto cuando con el poder de su iniciativa sustituimos el nombre de Roca por Avenida Pueblos Originarios, junto a Carina Carriqueo, oriunda de Río Negro, y al escritor e investigador Marcelo Valko. Fue una Iniciativa repetidas en Vedia y en Rojas, en colaboración con el Intendente peronista Norberto Aloé. Es algo de importancia que se torna primordial en el rescate fidedigno del racismo étnico, particularmente de las masacres que sufrieron nuestros ancestros, desenterrando hechos ocultos de la historia argentina.
En una oportunidad, con la Cátedra Libre de Periodismo, la comunidad mapuche-tehuelche Nahuel Payún de Junín y los hermanos mapuches de Los Toldos y demás originarios de la región, invitamos a Bayer a la Universidad Nacional del Noreste Bonaerense –UNNOBA- a dictar una clase magistral sobre sus investigaciones en la Patagonia. En esa oportunidad se refirió al grupo "Awka Liwen" que en mapuche significa "Rebelde amanecer", que comenzó a reunirse todos los jueves junto al monumento al general Julio A.Roca, allí en la diagonal del mismo nombre de la Capital, que manos anónimas rebautizaroncon el nombre de "Pueblos Originarios". Esos jueves convocaban a docentes e historiadores para hablar del tema y traían también a la discusión documentos históricos o diversas interpretaciones del tiempo en que se hizo la llamada campaña del desierto.
En esos momentos, uno de los diarios que más importancia le daba a la defensa de Roca era La Nación, y uno de sus más conspicuos redactores, Mariano Grondona, era quien más atacaba los debates del grupo. Cierta vez, en un artículo publicado en Página/12, Bayer señaló que "al doctor Mariano Grondona le recomendaríamos leer su propio diario. Sí -le dijimos-, La Nación del 17 de noviembre de 1878. Es decir, plena Campaña al Desierto. Dice textualmente en primera página bajo el título "Impunidad":
“El (regimiento) Tres de Línea ha fusilado, encerrados en un corral, a sesenta indios prisioneros, hecho bárbaro y cobarde que avergüenza a la civilización y hace más salvajes que a los indios a las fuerzas que hacen la guerra de tal modo sin respetar las leyes de humanidad ni las leyes que rigen el acto de guerra. Esta hecatombe de prisioneros desarmados que realmente ha tenido lugar, deshonra al ejército cuando no se protesta del atentado. Muestra una crueldad refinada e instintos sanguinarios y cobardes en aquellos que matan por gusto de matar o por presentarse un espectáculo de un montón de cadáveres”.
Bayer, en su clase magistral y refiriéndose al grupo Awka Liwen dijo: “Nos llevó a hacer esto una cuestión de ética. Cómo tener el monumento más grande dedicado a quien no sólo había realizado una campaña para eliminar a los habitantes originarios de nuestras pampas sino, además, para quedarse con esas tierras. Pero no sólo eso: a quien había sido el que implantó la feroz Ley de Residencia contra obreros extranjeros que luchaban por normas reivindicativas, y autor de las primeras leyes represivas violentas contra el movimiento trabajador".
Ese iba a ser el comienzo de nuestro prolongado debate histórico, porque, en sí, el resultado final al cual queríamos llegar era obtener respuesta al por qué tanta crueldad había acompañado a toda nuestra historia, para así llegar a uno de los aspectos más impresionantes de la historia de esa crueldad: el sistema de desaparición de personas. "¿Cómo fue posible que tantos hombres y organismos de la sociedad se dedicaran a la feroz represión con la tortura, el secuestro, el reducir al prisionero a la nada, y el de terminar haciéndolo desaparecer? Más, la ferocidad máxima de quitar a las embarazadas sus niños al nacer y destinarlos a familias de militares o de allegados a éstos, al mismo tiempo que se hacía "desaparecer" a la madre que había dado a luz…”
Me di cuenta, nos dimos cuenta, que estábamos frente a un hombre imponente.
Con la demolición a su propio monumento, que repudiamos con todas nuestras fuerzas, recordamos el decir de Ruy Farías Iglesias, cuando se refiere a los peones de estancia fusilados: “Se quiere intentar borrar un hecho represivo de esas características, con la agresión al recuerdo de una figura central a la hora de poner luz sobre un aspecto tan oscuro de la historia de nuestra nación. Demoler la estatua de Bayer es como darle cuerpo al intento de imponer el negacionismo en la historia argentina”.
Es autor es Lonko la Comunidad Mapuche-Tehuelche de Junín Petvmongeleiñ (Aún estamos Vivos)