Casi veinte años después de su estreno en la competencia oficial de la Berlinale 2006 –donde ganó el Premio Alfred Bauer a la innovación artística- El custodio, opera prima en solitario de Rodrigo Moreno, vuelve a la cartelera porteña en una versión restaurada por su propio realizador. Será este sábado 29 a las 21 horas, con presentación y charla posterior a cargo de Moreno, en una función especial en el Cine Arte Cacodelphia.

Protagonizado por Julio Chávez, el primer largometraje del director de Los delincuentes (2023), está concentrado en el único punto de vista de Rubén, custodio de un grisáceo ministro de Planificación, testigo en una escena en la que lo importante siempre ocurre diez metros más adelante. “Este hombre –decía Moreno a Página/12 en ocasión del lanzamiento del film en Berlín– se sustrae de su personalidad, se anula... posibilita una reflexión sobre la existencia. Deja de ser protagonista de su propia vida. Si yo cambiara ligeramente el ángulo de la cámara, el protagonista pasaría a ser un extra”.

“Se trata de una visión lateral, en escorzo, oblicua del poder”, señaló el crítico Luciano Monteagudo cuando El custodio finalmente se estrenó en Argentina. “Un poder por otra parte menor, burocrático, meramente administrativo. Nadie amenaza a ese ministro ni corre ningún riesgo físico que justifique la presencia del custodio, cuya tarea parece reducirse a una cuestión figurativa, de representación de la formas, una suerte de ‘valet parking’ con chaleco antibalas y pistola nueve milímetros en la sobaquera”.

En su momento, El custodio significó la consolidación del entonces llamado Nuevo Cine Argentino, que en la Berlinale –adonde Moreno volvió este año como jurado de la competencia oficial- ya había sido premiado gracias a La ciénaga (2001), de Lucrecia Martel, y a El abrazo partido (2004), de Daniel Burman. El propio Moreno entonces lo explicaba así: “Tenemos en común cierta representación del realismo que surgió después de Historias breves, muy diferente a la que había antes y a la cual se dijo basta. ¿A qué se dijo basta? A esa cosa que salía de memoria, al costumbrismo, a ciertos actores que dominaban la pantalla y que siempre eran los mismos: Luppi, De Grazia, Ranni. De todos modos, entre lo nuevo, es muy distinto el Rulo de Argentino Vargas, y de Graciela Borges. Pero todos nosotros nos desprendimos de una manera fácil, cómoda y condescendiente de representar lo argentino”.