Piano solo. Y en torno al piano un repertorio de músicas propias y ajenas; un cancionero abierto, que con vaguedad fecunda, entre gestos del jazz, el tango y los folklores, además de un sólido trabajo sobre matrices rítmicas y pertenencias varias, bien podría encuadrarse dentro del rubro “música americana”. De eso está hecho Volviendo desde mí, la serie que Hernán Ríos comenzó a elaborar en 2001 y que a fines del año pasado llegó al volumen 11. El sábado 29 a las 21, en Café Vinilo, el refugio para cierta manera de hacer y escuchar música de San Cristóbal –Estados Unidos 2483–, Ríos presentará lo más reciente de Volviendo desde mí, con las piezas que integran el volumen 10, subtitulado “Aparece la madera” y el 11, “Cuando Hugo duerme”. En ese mismo espacio, Ríos también ofrecerá desde abril con cadencia quincenal el taller “Más acá de la improvisación”.

“No soy un músico purista", advierte Ríos al comenzar la charla con Página/12. “Me toca el corazón la música de raíz y desde ahí investigo. Soy un tipo del Gran Buenos Aires y vivo, como todos, expuesto a esta época. Me interesan los ritmos y los lenguajes de América, incluido el jazz. En este contexto trato de entender las maneras de apropiarme justamente de los ritmos y los paisajes”, continua el pianista, compositor, docente y productor

Yupanqui y Leguizamón, Jobim y Chico Buarque, Monk y Ellington, por nombrar algunos, son nombres útiles para trazar las coordenadas de una búsqueda en la que cada versión es un ensayo pianístico sobre las posibilidades de esa ecuación tiempo-espacio que toda canción representa. “Como músico argentino y latinoamericano no puedo dejar de hacerme preguntas básicas que cualquier artista debe hacerse. ¿Con qué, por qué, para qué, cómo hago lo que hago? Y sobre todo ¿para quién lo hago? Generar lecturas distintas de temas clásicos y componer sobre esos ecos es de alguna manera responder a esas preguntas con otras preguntas, y eso me entusiasma”, asegura Ríos. “Las músicas que elijo son tan hondas y tan profundas que permiten que cada vez las toco o las escucho, aprenda algo, invariablemente encuentre algo nuevo, y mejore como persona y como artista. Es casi imposible escuchar esta música, o tocarla, y no sentirse un poco mejor”, continua. “Por otra parte, cuando compongo, pensando en los ritmos argentinos y latinoamericanos y sus raíces, esos clásicos acuden en mi ayuda, me enseñan cosas que de otra manera nunca hubiera aprendido”, reflexiona el músico.

Volviendo desde mí es entonces un repertorio de temas e ideas, y también una manera de medir el tiempo a través de los discos. A lo largo de estos años, con esta serie Ríos ha puesto a punto un concepto preciso, en el que el gusto por la enunciación clara de la melodía se combina con el manejo de lo imprevisto, el instinto por la improvisación que mantiene fresca toda ejecución. Desde ese cruce resulta grato escuchar la madurez de un músico que en las distintas dimensiones de sus despliegues y desarrollos, nunca dice nada de más. Tanto en la dilatada versión de “Vidala para mi sombra” cuanto en la epigramática “Me voy quedando”, por ejemplo, las proporciones entre figura y fondo, entre tema y contextos, son equilibradas, sin dejar de sonar atractivas.

“En general, cada tema tiene un perfil propio, que sostiene un clima, un carácter. Una vez que logro de descubrir eso y a partir de ahí encuadro el afecto que una melodía representa, busco variedad. Trato de no tocar igual, de hacer algo nuevo siempre, pero sin desdibujar los contornos que la progresión armónica y los compases sugieren. Respetando la forma, digamos”, explica el pianista. “Eso me divierte, me gusta y me estimula, y creo que es lo que mantiene fresca a esta música. Aunque muchas veces parece que rompí algo o que me fui lejos del tema, si mantengo el clima siento que en realidad no me fui a ningún lado, que estoy dentro del tema. Variando pero dentro del tema”, agrega Ríos.

La memoria de El Terceto, el trío que integró con el inolvidable Norberto Minichillo y Pablo Tozzi, y la actividad del excelente dúo que integra con Facundo Guevara, también marcan el oficio de un músico como Ríos, que en su notable discografía –vale la pena sumergirse en las plataformas para indagar en la riqueza de ese universo– expresa con coherencia un concepto preciso y sus infinitas variaciones. Un recorrido profesional apuntalado también por el gusto por enseñar. “La docencia y lo artístico son dos aspectos de mi vida musical que se nutren y se potencian continuamente”, comenta el pianista. 

“Hace ya casi 30 años se me ocurrió diseñar unos talleres grupales, pensando en músicos de todos los géneros y estilos, que toquen cualquier instrumento, pero que pudiesen compartir las mismas consignas de trabajo. Había muchos músicos que querían meterse o profundizar en el mundo de la improvisación, sin necesariamente ser jazzistas”, continua Ríos. Esos talleres derivaron en Más acá de la improvisación, un libro editado en 2011, hoy fundamental para el desarrollo creativo del músico, sobre el que dará sus talleres en Café Vinilo. “En realidad lo que hice en el libro fue recopilar y ordenar todo el trabajo que yo venía haciendo, que fue creciendo. Hace 21 años que doy la materia Técnica de improvisación en el conservatorio Julián Aguirre y la di seis años en la UCA. Sigo haciendo los talleres de improvisación en mi estudio y cuando salgo de gira. Todo empezó con un taller que iba a durar dos meses y sigo, los talleres no pararon nunca. Es decir, asisten a una necesidad y despiertan interés. Tienen sentido”, concluye Ríos.