Patti Smith nunca pensó en liderar un grupo de rock. En 1971, cuando el productor y manager musical Sandy Pearlman le propuso hacer música, ella se rió y le dijo que tenía un trabajo perfectamente bueno en una librería. Pearlman la había visto interpretar sus poemas en la iglesia de San Marcos, en el barrio neoyorquino de Bowery, con el guitarrista Lenny Kaye como telón de fondo (también estaban entre el público aquella noche Lou Reed, Andy Warhol, Todd Rundgren, Sam Shepard y el ex novio de Smith, el fotógrafo Robert Mapplethorpe). Pearlman vio en Smith a una estrella del rock en ciernes, pero tardó cuatro años más en hacerse a la idea. Finalmente, en 1975 vio la luz su primer LP, Horses.
El próximo mes de noviembre, Horses cumplirá 50 años, un aniversario que tuvo su primera conmemoración el miércoles pasado en el Carnegie Hall de Nueva York, un homenaje en el que participaron Michael Stipe, Kim Gordon, Bruce Springsteen , Johnny Depp, Scarlett Johanssen, Flea de Red Hot Chili Peppers, Sean Penn, Karen O y otros. En la primavera habrá una serie de conciertos en los que la propia Smith interpretará el álbum en su totalidad. Horses -incluido en el Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por ser un disco considerado "cultural, histórica o estéticamente significativo"- no sólo fue uno de los debuts más explosivos de la década de 1970: encendió la mecha de la escena punk rock neoyorquina. Llegó cinco meses antes que el autotitulado debut de los Ramones, y dos años antes que Blank Generation de Richard Hell, Never Mind the Bollocks, Here's the Sex Pistols de Sex Pistols y Marquee Moon de Television.
En su libro de 2019 Revenge of the She-Punks, la periodista musical Vivien Goldman describe a Smith como "una nueva raza de estrella de rock femenina autónoma, autodefinida y desinhibida". En aquella época, Smith no pensaba mucho en ser una mujer en una escena dominada por hombres; al menos, no hasta que los hombres empezaron a gritarle "¡Volvé a la cocina!" durante los conciertos. En las notas de presentación de Horses escribió que estaba "más allá del género", y más tarde explicó que como artista "puedo adoptar cualquier posición, cualquier voz que yo quiera". Hoy en día se la llama a menudo la madrina del punk, o la poetisa laureada del punk, aunque son los hombres quienes siguen dominando los relatos de la escena.
Pero sería un error atribuirlo enteramente a la misoginia. Puede que Smith sirviera de modelo a una nueva generación de músicos, pero musicalmente pertenecía a una categoría propia, que podríamos llamar "punk adyacente". Horses tenía una pasión furiosa, y le importaba poco la destreza musical, pero no sonaba como la obra de una mocosa advenediza que arremetía reflexivamente contra la autoridad. Por el contrario, tendía un puente entre el punk rock y la poesía, con voces que oscilaban entre el canto y la palabra hablada. Smith apreciaba mucho a escritores y poetas como Baudelaire, Rimbaud, Blake, Genet, Plath y sus amigos beat-writer William Burroughs y Allen Ginsberg. Como señaló en sus memorias de 2010, Eramos unos niños, a la hora de hacer música, la poesía era su "principio rector". Para ella, Horses era "rock de tres acordes fusionado con el poder de la palabra".
Antes de publicar el álbum, Smith había dado sus primeros pasos como artista discográfica con una versión de "Hey Joe" de Jimi Hendrix en 1974, sobre un hombre fugado tras matar a su mujer, pero con la protagonista asesina sustituida por la heredera secuestrada Patty Hearst. Era decente, pero fue el lado B el que dejó entrever lo que estaba por venir. "Piss Factory", un tema crudo y encantador que comenzó como un poema y que recordaba su época de trabajo en una fábrica de Nueva Jersey a los 16 años, era el grito de guerra de Smith contra la monotonía de la cadena de producción. Sus compañeros la habían acosado sin piedad, molestos por su insistencia en llevar un ejemplar de las Iluminaciones de Rimbaud en el bolsillo trasero, y le ordenaron que lo dejara en casa. Cuando se negó, le sumergieron la cabeza en un inodoro lleno de orina para darle una lección.
Las letras de Smith en Horses resultaron igualmente viscerales, sobre todo en la primera canción, "Gloria (In Excelsis Deo)", una reelaboración de una cara B de "Them" que incluía fragmentos del poema de Smith "Oath" y empezaba con el electrizante estribillo "Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos". Más que un rechazo a la religión, era una destilación perfecta del espíritu de Smith: hipnótico, primario, intransigente. En otras partes del álbum, hay historias de suicidio femenino (en la canción con cadencia reggae "Redondo Beach", erróneamente interpretada en su momento como una canción de amor entre personas del mismo sexo), visitas alienígenas ("Birdland") y un sueño en el que Jim Morrison de The Doors está atado como Prometeo a una losa de mármol, sólo para liberarse ("Break It Up"). En "Free Money", la canción de rock más propulsiva del álbum, sueña con ganar la lotería, salir de la pobreza y "comprarte un avión, nena".
Horses se grabó en los estudios Electric Lady, cerca del departamento de Smith en Nueva York. Entre los músicos estaban Kaye, Tom Verlaine de Television, Allen Lanier, el entonces novio de Smith de Blue Öyster Cult, el baterista Jay Dee Daugherty y Richard Sohl en los teclados. Juntos crearon un sonido garage-rock punzante, perfeccionado en parte durante las actuaciones en vivo en el CBGB -que pronto se convertiría en la meca del punk-, y que se convertiría en el sonido característico de la escena de finales de los setenta. John Cale de Velvet Underground, el productor, fomentó la improvisación en el estudio y evitó limar las asperezas del grupo. Aun así, él y Smith se enfrentaron repetidamente durante las cinco semanas de grabación, y Smith dijo que para ambos fue "como Una temporada en el infierno" (aludiendo a Rimbaud). Más tarde, Cale recordaría la experiencia de trabajar con ella como "una confrontación, como el encuentro de una fuerza inmutable con un objeto inamovible".
El espíritu transgresor de Smith también habitaba la imagen de la portada, que reforzaba su enfoque "más allá del género". Tomada por Mapplethorpe y registrada en blanco y negro en un ático propiedad del comisario de arte Sam Wagstaff, mostraba a una Smith de aspecto andrógino con camisa blanca y pantalones de vestir, una chaqueta colgada despreocupadamente del hombro como si fuera el sexto miembro de la manada de ratas. Cuando Arista, la discográfica de Smith, sugirió que se eliminara el vello del labio superior de la cantante, igual podrían haberle pedido que se pusiera tacos y un vestido brillante. Ella les dijo que lo dejaran como estaba.
Cuando Horses salió a la venta, el 10 de noviembre (fecha de la muerte de su amado Rimbaud), Smith ya había publicado varias colecciones de poesía y ganaba dinero escribiendo para revistas musicales como Creem y Rolling Stone. En sus primeros años en Nueva York con Mapplethorpe, la pareja había vivido en la miseria y a menudo no tenían ni para comer, pero ahora ella era relativamente solvente. Una vez terminado su álbum, imaginó que seguiría escribiendo y que tal vez volvería a trabajar en la librería. Como le dijo a un entrevistador en 2007, el rock'n'roll era algo que iba a hacer "sólo durante un tiempo y luego volvería a trabajar".
Por lo que no apostó fue por la buena acogida del álbum, que le valió peticiones para actuar en todo el mundo y grabar más música (una de las pocas voces discordantes fue la del periodista Greil Marcus, que declaró con sorna: "Si vas a hacer cosas como las que hacían Buñuel, Dalí o Rimbaud, tenés que hacer mucho más que un homenaje"). En los cinco años siguientes al lanzamiento de Horses, Smith grabaría tres álbumes más, incluido Easter, de 1978, su LP de mayor éxito comercial. Easter incluía el single "Because the Night", una oda al amor y al hedonismo escrita en colaboración con Bruce Springsteen. Sigue siendo el mayor éxito de Smith. Los fans la acusaron de venderse, pero ella no se arrepintió. Dijo a New York Magazine: "Me gustaba oírme en la radio. Para mí, esa gente no entendía el punk en absoluto. Punk-rock es sólo otra palabra para libertad".
Smith seguía en la cresta de la ola comercial cuando, a fines de la década de 1970, se retiró de los focos. Para entonces, había conocido a su marido, Fred "Sonic" Smith, de la banda de Detroit MC5, y estaba embarazada de su primer hijo. Durante los 15 años siguientes se centraría en criar a sus dos hijos y, aparte de Dream of Life, de 1988, que grabó con su marido, no volvería a hacer música. Pero entonces, en 1989, su antiguo amigo del alma, Mapplethorpe, murió de una enfermedad relacionada con el sida a los 42 años. Cinco años más tarde, su marido y su hermano murieron con un mes de diferencia; ambos tenían cuarenta años. Como único sostén de la familia, Smith no tuvo más remedio que volver a trabajar. El regreso fue con un gran disco, celebrado de manera unánime: Gone Again, de 1996.
A sus 78 años, Smith ha sobrevivido a la mayoría de sus contemporáneos neoyorquinos, salvo Kaye, que sigue actuando con ella, y Cale, con quien se ha reconciliado desde aquellas tensas sesiones de Horses. Su obra trasciende no sólo los géneros, sino también los medios. En los últimos 15 años ha triunfado como autora de memorias: el premiado Eramos unos niños, una crónica de su relación con Mapplethorpe, es una auténtica obra maestra, un relato poético del amor juvenil y un retrato deliciosamente sucio de la escena neoyorquina de finales del siglo XX, donde la música, el arte y la literatura chocaban y se rehacía la cultura. Sus dos memorias posteriores, M Train, de 2015, y El año del mono, de 2019, ofrecen retratos de la Smith de los últimos tiempos: siempre escribiendo, fotografiando, actuando, cuidando de sus gatos y rindiendo cariñoso homenaje a los artistas, vivos y muertos, que allanaron el camino. No en vano tiene la rara distinción de haber sido galardonada con la Orden de las Artes y las Letras del Ministerio de Cultura francés por su poesía y, por sus logros musicales, con un lugar en el Salón de la Fama del Rock and Roll de Estados Unidos.
No se puede exagerar la influencia de Smith en las sucesivas generaciones: The Clash, Sonic Youth, Madonna, Courtney Love, Michael Stipe, PJ Harvey, Florence Welch, The Raincoats, Bikini Kill y Mike Scott de The Waterboys han hablado de su deuda con ella. Stipe, cantante de R. E. M., dijo que cuando escuchó Horses, "me arrancó las extremidades y me las volvió a poner en un orden completamente nuevo". Cualquier que asiste a sus conciertos se encuentra con viejos punkies en comunión extasiada con fans adolescentes y veinteañeros, todos celebrando a Smith: un icono accidental y la mujer renacentista más notable del rock.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.