“Esto es lo que como en el día siendo una modelo full time”, “Siendo una adolescente de 1,70”, “Siendo coach de pilates”, “Siendo una chica skynny”, “Siendo una chica que come su cantidad necesaria de proteínas”, “Siendo una mamá de dos bebés que se cuida”, se lee -y se escucha de fondo- sobre la imagen de una balanza.
Así empiezan muchos videos de esta tendencia ultra viral: con una escala indicando un peso ideal. 45Kg, 44Kg, 47Kg, como mucho. Con voces aterciopeladas como de ensueño, e imágenes de cinturas que parecen inventadas con IA -probablemente lo sean-, las protagonistas de los videoblogs de TikTok #WhatIEatInADay relatan lo que comen dentro de un marco temporal de 24 horas. Matcha lattes, salmón y palta sobre pan de masa madre, claras de huevo, nueces, costillas de cabra con una papita horneada y algún batido proteico para acompañar sus rutinas de pilates.
Comen limpio y se levantan al alba: alimentos orgánicos y frescos, pocos y medidos, algo que se puede mordisquear, comida de roedores. Las preparaciones de los platos se muestran ultra aceleradas, como si fuesen fáciles y rápidas de hacer. Cualquiera las puede preparar, -o eso parece. No ofrecen recetas, sino más bien, prescripciones idealizadas de cómo debe lucir un menú diario de una chica fit que come limpio, "clean", según el argot de internet para referirse a las cosas orgánicas, prolijas y aspiracionales. En un contexto inflacionario y de degradación de la vida de las clases populares, donde los alimentos nutritivos y frescos son cada vez más productos de lujo, los videos #WhatIEatInADay parecen indicar que estos ingredientes y preparaciones sanas están al alcance de la mano. Y la que no se levanta a las 5am para preparar sus pancakes de arándanos y nueces pecan, es porque no quiere.
Estas influencers ropa casual, hecha de géneros como lino o lana natural. A las 6AM escriben en sus diarios íntimos sus metas del día mientras se preparan un smoothie de espinaca y algarroba. Después se van a un shooting de modelos y se filman mostrando sus cuerpos imposibles con las costillas sobresaliendo bajo la piel: cada hueso visible es la medida del éxito, la carta de presentación de la mesura y la disciplina. De vez en cuando, se paran frente a la cámara y se levantan los sweaters para mostrar sus trofeos: abdómenes ultra magros y cinturas del tamaño de una hoja A4.
En todos sus videos están solas, haciendo ruidito sobre las superficies de mármol de sus cocinas aesthetic con sus uñas esculpidas, preparando sus batidos desintoxicantes de kale y pepino. Y siempre, a la noche, se dan un pequeño gustito dulce: una cucharadita de helado dietético de agua y limón para compensar. Al final, parece que lo único que hacen, es comer. Como diría Oriana Junco: ¿de qué viven? Ahí radica el misterio hipnótico de los video blogs #WhatIEatInADay, una de las fantasías escapistas favoritas de TikTok, que nos promete develar el "detrás de escena" de las dietas de las influencers y sentirnos parte de su estilo de vida, -aunque veamos este contenido yendo en tren a Constitución, mordisqueando unas Macucas. Estamos tan lejos, pero tan cerca de este lifestyle: a solo un escrolleo de distancia. Otras de estas influencers del neo sueño americano aesthetic van un paso más allá y de vez en cuando, dan consejos para adelgazar y ser disciplinadas: cómo engañar al hambre, cómo motivarse para no faltar al gym, cómo comer suficiente proteína en un día. Cómo cerrar la boca.
Este contenido se reproduce como un loop infinito que, en su conjunto, crea una experiencia entre culpable y gozosa: la falsa creencia de que obtener estos cuerpos es posible a través de la disciplina y de seguir este estilo de vida inalcanzable -y la culpa de saber que no estamos haciendo lo suficiente para lograrlo. Pero, al menos, podemos vivir (aunque sea de lejos) la experiencia de ser chicas fit mirando estos videos, mientras comemos nuestras Macucas yendo a Constitución en el tren Sarmiento.
El regreso de Ana y Mía
Hubo un tiempo que fue, quizás no hermoso, pero al menos no nos gobernaba el fascismo y estaba de moda el feminismo girl power y el “body positive”. Una tendencia que, como los comerciales de Dove, nos enseñaba que “todos los cuerpos son lindos y válidos”. Pues bien, eso de lo que nos quejábamos hace un par de años por ser despolitizado, neoliberal y un discurso consumista aliado a los valores del stablishment, ya no existe. Con el fascismo al poder, los conservadurismos revirtieron esta moda “inclusiva” que, ahora, sería leída como algo “woke” por estar asociada a una mirada feminista. Los cuerpos ultra delgados regresaron para volver a dominar los discursos mediáticos, campañas publicitarias, feeds de redes sociales y pasarelas. Las represiones sociales, ajustes y las pulsiones de muerte también se manifiestan en las normativas corporales cada vez más apretadas y constreñidas. Y ahora, con el auge del Ozempic, básicamente ser gordo es sinónimo absoluto de ser pobre.
Sin embargo, esto no es nuevo: durante los 90’s y los 2000, ser ultra flaco, tener la panza chata y poder calzarte un tiro bajo a lo Britney Spears, era la norma y una variable de éxito para los cuerpos feminizados, sobre todo de las teens, como nos enseñó nuestra mentora Cris Morena. Para alcanzar ese cuerpo ideal, que básicamente solo es posible removiéndote órganos internos, en los foros de internet surgieron términos “ocultos” para aconsejar a las chicas del nuevo milenio sobre cómo adelgazar sin que sus papás se enteren, básicamente, aprendiendo cómo ser anoréxicas y bulímicas. Los términos Ana (anorexia) y Mía (Bulimia), aparecían en los foros de Internet y en los blogs, aquí y allá, como contraseñas para las aprendices de los trastornos alimentarios, que buscaban información sobre cómo sobrevivir comiendo 3 almendras por día, engañando al hambre chupeteando cubitos de hielo y, si te pasás de la ralla y te comiste 6 -tonta impulsiva-, siempre podés arrodillarte frente al inodoro.
TikTok, pulsión de muerte y batidos de espinaca: el menú está servido
Ahora, estos códigos secretos ya no son necesarios. Con la nueva glorificación de la delgadez obligatoria y sumisión de los cuerpos a todas las normas posibles, como parte del clima de época neofascista, los consejos Ana y Mía pasaron de la clandestinidad a ser una tendencia viral bajo el hashtag #WhatIEatInAday. “La razón por la que sos gorda y no podés perder peso es porque no podés fucking dejar de comer y controlarte”, “Esto es lo que como en un día para ser flaca, y si la palabra 'flaca' te perturba, entonces jodete y crecé”, dicen las influencers fit, disciplinando a sus seguidoras, mientras preparan un baguel orgánico de masa madre con un batido de strawberrys cultivadas en la huerta de su jardín. Muchos de esos videos son reportados y borrados de TikTok, justamente, por promover trastornos de la conducta alimentaria, pero como si fuesen la Hiedra de Lerna, bannean a uno y enseguida aparecen tres más.
Pero también está la otra cara de la moneda: “Lo que como en un día siendo gorda”. Frente a las influencers de la glorificación de la delgadez extrema, está su contraposición desbordante y "realista", como un contradiscurso punk e indisciplinado. Mujeres jóvenes, casi siempre en sus autos, en sus cocinas poco estéticas o yendo a sus trabajos, que cuentan lo que consumen en un día de “forma sincera”: atracones de comida ultra procesada, desayunos que consisten en cheeseburguers rebalsadas de queso cheddar, cafés de starbucks de cinco litros y un balde de pochoclos como postre. Momentos de glotonería pornográficos que rescatan algo de la propuesta BodyPositive (todos los cuerpos son válidos, mi dieta “de gorda” también merece ser mostrada), exponiendo, como si fuesen estrellas de un reality show, todo lo que comen, con una impronta que busca desafiar la hegemonia clean de las fitfluencers. Pero que, también, nos hace preguntarnos: ¿qué refleja de nuestros algoritmos voyeristas este contenido que, básicamente, solo muestra personas comiendo?
Pero también hay una tercera posibilidad, las #WhatIEatInADay que implican una colisión los dos mundos: modelos ultra flacas que comen un tarro de Nutella por día porque son chicas que “disfrutan de la comida y no se privan de nada”. Son así, -natural y sosprechosamente, flacas, etéreas, genuinas y despreocupadas. Prescriptivas, aspiracionales y perfectas.
Hace mucho que las redes sociales dejaron de ser un lugar divertido. Estas plataformas, que empezaron como espacios colaborativos comunitarios, o lugares donde podíamos ver en qué andan nuestrxs amigxs, derivaron en espacios que privilegian los contenidos de los creadores populares, por sobre lo que pueden subir los simples mortales. El diablo trabaja rápido, pero el algoritmo más. En un contexto donde las redes sociales son uno de los vectores del clima político, que se manifiesta con la afluencia de nuevas influencers del conservadurismo, como las tradwifes, ¿qué brújula nos plantean los videoblogs #WhatIEatInADay?, ¿Qué refleja esta tendencia viral, que nos recuerda, desde una prescripción disciplinante y un goce masoquista, que siempre hay algo que estamos haciendo mal?