Más vivo que nunca en su obra a sus 120 años de nacido, a un siglo de su consagración crítica por Herminio Blotta para el segundo centenario de Rosario, Antonio Berni, el pintor argentino más cotizado del mundo, es rosarino y recibe el homenaje de su ciudad natal en el tricentenario con tres muestras que requirieron gran esfuerzo en producción y seguridad, y que a 90 años de la creación de sus piezas fundamentales las revelan tan actuales como entonces, al igual que sus frases en los textos de sala.

Berni infinito se inauguró el viernes, entre otras muestras, en el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino (Av. Pellegrini 2202). Era una noche perfecta para celebrar, sin lluvia ni calor, con buffet de una marca local de vermouth y mesas con manteles a cuadros en el parque. Entre la multitud que inundó la explanada y se volcó a las salas se hallaban la ministra de Cultura de la Provincia, Susana Rueda; el intendente Pablo Javkin, que habló al final; el secretario y el subsecretario de Cultura de la Municipalidad, Federico Valentini y Nicolás Charles; la directora ejecutiva del Castagnino, Melania Toia, a cargo del discurso de apertura tras el que tomó la palabra Cecilia Rabossi, curadora de la retrospectiva de Berni en la planta alta, Narrativas urgentes (parte mayor del tríptico Berni infinito, que se completa con dos obras contemporáneas), y José Castagnino, miembro de la Fundación Castagnino. José expresó off the record su entusiasmo ante la obra "Los manifestantes". Las seis figuras de obreros en tamaño natural fuera del Museo forman el grupo escultórico en fibra de vidrio policromada con el que Nicolás Panasiuk lleva a 3D a algunos obreros retratados en el mural portátil "Manifestación" (1934), de Berni. 

La emoción de José manifestaba una de muchas sincronicidades que nos depara el maestro rosarino, quien conjugó realismo social y vanguardia en un "Nuevo Realismo". Los manifestantes escapados del cuadro y del museo representan al pueblo que sale a la calle harto de atropellos, como entonces. En el hall central de la planta baja se exhibe otra obra contemporánea. Titulado también "Manifestación", el mural en plastilina por el dúo Mondongo que actualizó en 2024, a 90 años, situándolo en Buenos Aires, el mitin obrero originalmente ambientado en el barrio Refinería de Rosario, que pone al espectador en el lugar del orador fuera de campo. La obra de Berni fue adquirida por Eduardo Costantini en 150 mil dólares, un día después de la marcha de 2024 contra la Ley Bases. 

Vale la pena hacer cola para ver el original de "Desocupados" (1934). En esta pintura gigante al temple sobre arpillera, Berni lleva al extremo las lecciones aprendidas del muralismo florentino y mexicano (venía de colaborar con David Alfaro Siqueiros en "Ejercicio Plástico" en la provincia de Buenos Aires) y nos conmueve con sus changarines monumentales que parecen caerse del cuadro, dormidos en el puerto esperando el conchabo. A lo lejos, el horizonte del río parece aplastar sus espaldas encorvadas por la desesperanza. Sin embargo, en el ángulo inferior izquierdo, aparece la palabra "Fe" (Es "Santa Fe", pero al "Santa" lo tapa la pierna del personaje) y debajo una estrella, ¿un símbolo revolucionario? 

La retórica del collage es la del sueño, pesadilla social en las visiones de un Berni que regresa politizado de Europa en 1931, en medio de un mundo en crisis, y se encuentra con un país en llamas. Aquel hijo de sastres nacido en la casa de la esquina de España y Catamarca, formado como aprendiz en el taller de vitrales de Buxadera, rosarino prodigio que exponía desde los 15 años, fue becado en 1925 por el Jockey Club y por el Gobierno provincial para estudiar arte en Europa. Trajo a la Asociación Amigos del Arte de Buenos Aires, a su regreso, una síntesis única entre el surrealismo y la pintura metafísica, que se nutre del canon occidental, desde Giotto y Mantegna hasta las visiones y alegorías de El Greco y El Bosco, pasando por el grabado satírico de Goya y de William Hogarth.

El primer Juanito, una tinta de 1956: pantalón cortito, gorra con visera.  Foto: Andrés Macera


El joven escandalizó a la burguesía exponiendo el retrato monstruoso de un femicida serial en un hotel y los maravilló con puertos habitados por gigantescos botones, resto diurno de su infancia. Todo eso está en el video que se proyecta en formato inmersivo casi al inicio de la muestra, realizado por Federico Actis en base a un libro de Guillermo Fantoni. Antes nos recibe un autorretrato de madurez: una "foto" en un óvalo.

Es preciso destacar, antes de seguir con el relato, el minucioso trabajo de investigación llevado a cabo por la curadora de Narrativas urgentes, y la claridad museográfica con que expone sus resultados. Cecilia Rabossi obtuvo de José Antonio Berni valiosos documentos fotográficos, entre ellos los que completan la serie de fotografías clandestinas tomadas en burdeles de Pichincha y que ilustraron una nota publicada en 1932: una inmersión materialista dialéctica en la materialidad de las condiciones del trabajo sexual, que le sirvió de base años después para sus xilocollages de desechos sobre el personaje ficticio, arquetípico, de Ramona Montiel. Los apuntes fotográficos se exponen cerca de las obras que se basaron en ellos, y es una gran felicidad descubrir las semejanzas: tal es el caso, también, de los trabajadores en los que se inspiró para "Desocupados". 

Cuadro cedido por el museo Rosa Galisteo de Santa Fe, Foto: Abdrés Macera


Aquel pintor comunista a quien el mundo porteño del arte miró de reojo por años, autor en 1935 de un encendido manifiesto donde polemizaba con Siqueiros, fundador de agrupaciones de artistas desde que regresó a su ciudad, batió un record de cotización en 1995 cuando "Desocupados" salió por un millón de verdes (o casi) desde lo de Lily Berni a la casa del coleccionista que la prestó al Museo. Frente a esa obra se exhibe un autorretrato poco conocido, préstamo del MuMBA de Pergamino: un óleo de 1938 donde luce una inmaculada camisa leñadora roja con la dignidad de un trabajador del arte. Otra obra proviene del Museo Rosa Galisteo, de Santa Fe. Se destacan las de la colección Castagnino+Macro: un óleo de 1935, otro de 1939 y los 5 xilocollages en gran formato de su personaje Juanito Laguna que fueron premiados en la Bienal de Venecia en 1962 y adquiridos en 1963. Cuentan con una versión táctil y con descripciones en audio, para la accesibilidad de ciegos. Y está el primer Juanito, una tinta de 1956: pantalón cortito, gorra con visera. Se reproducen, con sus bocetos, los murales que pintó en 1944 con su taller: un puño se alza en lugar de Dios en lo alto de Galerías Pacífico.   

No queda casi espacio para reseñar la documentación fotográfica de obras efímeras en tres dimensiones, tales como la serie de Mundos de Ramona que fue mutando por diversos espacios de Buenos Aires a fines de los '60 y comienzos de los '70, incorporando erotismo, monstruos y luz negra; o el horror político de triste actualidad de "La Masacre de los Inocentes", ambientación exhibida como diorama en una retrospectiva consagratoria en París entre 1971 y 1972, en plena guerra de Vietnam. La muñeca tamaño natural de suéter rosa, violentada en un sofá, que se vio entonces, pasó a formar parte de la pintura ensamblaje "Confesión lograda" (1976), más conocida como "La torturada", que Berni pintó en su taller de París sobre testimonios de sobrevivientes del terrorismo de Estado argentino (no está en la muestra esa obra perturbadora). Se expone junto a sus fuentes la serie gráfica "La obsesión de la belleza". "Contraste" y unos collages de 1978 evocan la miseria en contraste con un lujo para pocos. Otros collages conmueven por su actualidad (un muerto de bala en una villa, una modelo distraída en una marcha) o por su historicidad (el Che muerto, otro rosarino famoso). Al fin del trayecto, se reconstruye fotográficamente una de sus obras robadas. 

Rabossi quiso hacer presente, en textos de sala, la prosa del artista comprometido con su tiempo, que parece escrita esta mañana. "La crueldad no está en mí; la crueldad está en las cosas que yo pinto, yo no hago más que registrarla", escribió Berni ante el futuro, que es hoy.