“Dios mío, tenés que verla”: esa es la frase que varios fanáticos del cine le vienen implorando a sus amigos al descubrir que nunca vieron The Room. Es una de esas obras de visionado esencial: una película tan mala que es genuinamente fantástica, que se merece ampliamente el epíteto de “la mejor peor película jamás hecha”. Y posiblemente también uno de los films más legítimamente divertidos. Sus simultáneas banalidad, surrealismo y sinsentido se combinan de manera más potente que cualquier producto paródico podría alguna vez aspirar a conseguir. Y sus diálogos, curiosos, carentes de lógica, son algo digno de destacar y citar.
Pues bien, seguro que eso alcanza para un gag duradero y un éxito de culto entre los cinéfilos, pero ¿qué tal una adaptación realizada nada menos que por Warner Bros para un lanzamiento nacional e internacional? ¿Y si eso sucede en un momento en los que los estudios solo quieren éxitos asegurados basados en propiedades reconocibles? A la hora de hablar con James Franco, director y actor de The Disaster Artist, y su coestrella (y hermano) Dave, cabe preguntar si quizá la vida imitó un poco al arte con su dramedia sobre cómo aquella pieza destinada al desastre llegó a ser una película de visión obligatoria. Algo que tuvo que haber parecido una extraña proposición para Hollywood, tal como The Room lo fue para Tommy Wiseau.
“En realidad, lo que fue gracioso es que fuimos a New Line, que es una subsidiaria de Warner Bros, y ahí había tres tipos que eran grandes fanáticos de The Room”, explica James, con una voz que deja traslucir notoriamente su entusiasmo. “Mi primera experiencia viendo The Room fue en una proyección de medianoche (un clásico para fanáticos de la película), a causa de la recomendación de esos tipos”, interviene Dave. “Esto fue antes de que siquiera supiéramos que íbamos a terminar haciendo esta película con ellos; simplemente estaban obsesionados con las proyecciones, e iban todo el tiempo a verla”.
Inevitablemente, a lo largo del camino hubo algunas personas que convencer, pero los hermanos Franco tenían un as en la manga. “Puede decirse eso... tuvimos que decirle a algunos de los otros ejecutivos del estudio y a la gente de marketing ‘no se preocupen, hay suficiente gente famosa que está obsesionada con The Room y que quiere estar en nuestra película. Y de hecho no fue difícil conseguirla, porque de verdad hay gente que la ama”, señala James. Esta gente famosa incluye a nombres del peso de Seth Rogen, Judd Apatow, Bryan Cranston, Alison Brie, Zac Efron, Hannibal Buress, Josh Hutchinson, Nathan Fielder y Bob Odenkirk. Y ese es solo el reparto, con algunas celebridades más que aparecen en la apertura de la película para profesar su amor por The Room antes de que la historia efectivamente comience. “Aun así, es increíble detenerse, dar un paso atrás y darnos cuenta de que en el estudio nos dieron un montón de libertad para hacer lo que quisiéramos con esta delirante historia”, dice Dave. “Me siento muy en deuda con estos tipos”.
Los hermanos sabían que tenían resuelto el lado cómico de su película –es algo endémico en el material de origen–, pero para poder hacerlo funcionar como una historia con corazón convocaron a los guionistas de 500 días juntos, Scott Neustadter y Michael H. Weber, que adaptaron The Disaster Artist: el libro en el que el actor Greg Sestero recuenta su experiencia y su complicidad en la ruina de The Room. “Contratamos a estos escritores fantásticos, que en realidad no son autores de comedia”, explica James. “Eran conocidos por escribir grandes textos sobre relaciones humanas, y esa es la razón por la que los buscamos. Nosotros sabíamos que era en eso en lo que se iba a apoyar esta película, las relaciones”. Hacer que la película funcionara para las personas que no vieron The Room iba a ser complicado, y los guionistas fueron a extremos riesgosos para asegurarlo. “No me di cuenta hasta hace un mes, en una conferencia de prensa”, continúa James. “Mike Weber me dijo que directamente no vio The Room antes de escribir el primer borrador, porque quería asegurarse de que podía funcionar para un público no iniciado”.
Filmar el asunto no careció de desafíos. Crear una película dentro de una película significa manejar un set dentro de un set, y para complicar más las cosas fueron utilizados equipos reales de filmación en vez de extras, para cubrir los roles de los profesionales frente a la cámara. La idea era que se viera que sabían lo que estaban haciendo a la hora de cambiar lentes, ajustar las luces y todas esas tareas habituales en el set. Como agregado al hecho de filmar el modo en que se realizó The Room exactamente tal como fue, estaba también el pequeño detalle de efectivamente rehacerla, con unos 20 o 25 minutos de escenas de “toma a toma” directo de The Room que quedaron fuera de la edición final.
Es un material misteriosamente preciso, y Seth Rogen, quien interpreta al acosado supervisor de guión de The Room, peleó por manener la compostura durante dos semanas mientras veía como su amigo de años James encarnaba el rol de Tommy Wiseau. “Esto es extraño para mí, ¡no me quiero imaginar para vos que sos su hermano! ¿Cómo hacés para atravesar una sola escena?”, le dijo en un momento a Dave. James consiguió reproducir a la perfección a Tommy y su curioso, inclasificable acento, lo que se supone que probablemente consiguió tras pasar horas con el mismísimo e inescrutable personaje. Pero no fue el caso. Ni el libro de Greg fue su fuente, ni siquiera la misma The Room.
“En realidad me basé en una serie de grabaciones que me consiguió Greg. Tommy acostumbraba registrar cosas en un minigrabador, y estamos hablando de cinco o seis años antes de que hiciera The Room; podía estar maanejando por Los Angeles mientras grababa sus pensamientos íntimos. Tommy sabe que tengo esas grabaciones, y las llama (adopta la distintiva voz de Wiseau) ‘las cintas secretas’. Allí uno encuentra la mejor mirada íntima sobre quién era él antes de hacer la película; allí se lo escucha hablando de todo lo que me hubiera gustado hablar con él sobre diferentes temas... sus profesores de actuación, cómo ellos no lo entendían y cómo eso podía servir para estimularte aún más, del estilo: ‘Quizás el profesor se siente intimidado, puede sentir mis poderes’. Era algo así como todo lo que necesitaba saber sobre él, su personaje, y cómo se defendía a sí mismo contra un mundo que lo rechazaba. Con lo que se trata de un material invalorable”.
Le cuento a los hermanos Franco mi propia experiencia con Tommy, y la conversación telefónica que tuvimos siete años atrás, que terminó extendiéndose durante más de dos horas. “¡Conseguiste a Tommy!”, exclama James. “¿Qué recordás de esa llamada?”. Le digo que lo recuerdo embarcándose en una larga perorata sobre el poder que las mujeres aparenetemente tenían sobre los hombres. “Oh, Dios, no hay que meterse en ese camino con él”, responde James, que claramente ha sido víctima en el pasado de similares parlamentos con Tommy. Lo que sigue es una disección de la personalidad de Wiseau, que podría extenderse y extenderse; es inagotablemente fascinante, y por eso no extraña que sea el alma, el centro de la película de Franco. ¿Qué sigue, entonces, para Tommy Wiseau?
“Creo que Tommy está entrando en la tercera gran fase de su carrera”, sostiene el actor y director. “Antes de The Room él tuvo que afrontar años de rechazos, y simplemente concentró todas sus energías en conseguir que su película llegara a existir. Luego la película se hizo y salió a la luz y no encontró un público como esperaba, pero se convirtió en este éxito de culto y él supo apropiarse de eso, asumió esta nueva persona de director de comedia, este Tommy Wiseau que él cree que todos quieren que sea”, dice. “Pero cuando él asistió a la proyección de The Disaster Artist en el festival South by Southwest –la primera vez que mostramos la película al público–, recibió una ovación de pie. Y más tarde me di cuenta que esa había sido la primera vez en toda su vida que Tommy escuchó un aplauso que no fuera irónico”.
“Ese público estaba celebrando su historia”, sostiene Franco. “Cuando la gente está mirando The Room se está riendo, se está divirtiendo. No es exactamente cruel, especialmente porque él sostiene que él hizo eso a propósito, con lo que les está dando la libertad de reírse. Pero allí en SXSW estaba celebrándolo genuinamente por mantenerse fiel a su sueño, esforzándose a pesar de recibir tanto rechazo. Con lo que esa noche se sintió aténticamente honrado, lo vi de una manera que nunca antes lo había visto o escuchado antes. Por eso, quizás en esta nueva fase pueda encontrarse a un Tommy más serio y sincero, más veraz. O quizá vaya aún más profundo en esta idea de quién es Tommy Wiseau”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.