El día después de ser dado de alta del hospital donde estuvo internado tras sufrir una golpiza brutal por parte de una patota homofóbica, el rugbier Jonathan Castellari publicó una carta abierta en Facebook para contar en primera persona el ataque, pero también para sensibilizar sobre la discriminación y cómo combatirla. “¿Qué habrán sentido otros adolescentes que todavía no pueden contar que son gays cuando vieron por televisión lo que me hicieron? ¿Habrán sentido que si ‘se les nota lo gay’ los van a cagar a trompadas? ¿Que si eso pasa nadie se va a meter? Si te preguntás cómo podés ayudar a cambiar esta locura, educá, difundí, hablalo en tu casa, hablá con tus amigos, con tus hijos. No te calles, no seas cómplice”, escribió el joven de 25 años en su muro. La publicación, que en pocas horas fue compartida más de 65 mil veces, señaló también que “la homosexualidad no es una enfermedad y la homofobia es una forma de odio que se inculca mediante la discriminación”. 

En tanto, la investigación judicial por el ataque continúa adelante. Fuentes cercanas a la instrucción señalaron a este diario que “hay pistas” sobre la patota que atacó a Castellari el viernes de la semana pasada en un McDonald’s de Palermo. Por su parte, Hugo Agüero, presidente de Ciervos Pampa, el club de rugby en el que juega Castellari y cuyos integrantes, gays, salen a la cancha con medias con los colores de la bandera del orgullo con la misión de visibilizar la diversidad sexual en el deporte, adelantó que podría haber novedades en la causa. Además, recordó, “tenemos el compromiso del Subsecretario de Derechos Humanos de la Ciudad de encontrarnos pronto”. Por otra parte, el club –que hoy participará del II Torneo Nacional Homenaje a los Rugbiers Desaparecidos, en La Plata– está organizando un encuentro amistoso “tacleando la homofobia” para el domingo 17, contó Agüero. “Todo ese mundo del rugby más tradicional ha acusado recibo de este ataque homofóbico y nos está acompañando. Varios equipos se solidarizaron, no solo del país sino también de afuera. Va a ser la primera que equipos tradicionales del rugby participen de un encuentro contra la homofobia. Será histórico”, añadió.

En la carta que dio a conocer en su perfil de Facebook, Castellari narró la agresión sufrida el viernes de la semana pasada, pero también las dificultades que los prejuicios ajenos significaron y significan en su vida cotidiana, en particular desde la adolescencia, que “fue dura”. Al ser atacado en el McDonald’s, escribió, “pensé que me mataban. Pensé que no iba a poder contar lo que pasó”. “Me vi en el piso, bañado en sangre, completamente indefenso. Me pegaban piñas y patadas, mientras me decían ‘comé por put*’, ‘tomá, put* de mierda’. Hay un grito que nunca voy a olvidar: ‘Hay que matarlo por put*’.”

“Siempre supe que era homosexual, sin embargo, traté de amoldarme a lo que la sociedad esperaba que fuera”. Su familia, contó, fue “tradicional” y machista, por lo que si en televisión “aparecía una pareja de varones chapando: ‘cambiá esta mi3rda’, ‘poné otra cosa’, ‘sacá a estos put*s’”. En el secundario, “el hecho de que no me gustara jugar a la pelota me convertía en un ser extraño: put*, maric*n, gay. Soportar el peso de la mirada de los otros fue siempre lo más duro (...). Mi viejo fue el único que me dijo: ‘No me importa lo que hagas entre cuatro paredes, siempre te voy a amar’. Pero mi viejo falleció cuando terminé la secundaria”.

Castellari contó que conoció a su novio, Gustavo, “rugbier de un equipo ‘tradicional’, lleno de prejuicios”, el año pasado. “Cuando le pregunté si participaría de un equipo como el nuestro, me dijo que no. Que sentía que ‘nos discriminábamos solos porque podíamos, tranquilamente, jugar en un equipo de rugby normal’. Lo que no se daba cuenta es que él, jugando en un equipo de rugby tradicional, no podía decir abiertamente que era homosexual. Yo, en cambio, había decidido sumarme a un equipo de diversidad sexual, sin prejuicios, para tratar de cambiar la mentalidad de los que piensan que ser varón es verse bien hombre, bien masculino, ser bien macho, cagarse a piñas, cogerse a todas. Salimos a la cancha con las medias del arcoiris del orgullo y, entre todos, luchamos contra la homofobia, la discriminación y la violencia”, explicó.